Valiente

Capitulo 14

Axel:

Mavra tenía la mala cualidad de querer contradecirme en todo, cosa que estaba comenzando a odiar. Me hacía sentir estúpido, e incapaz al creer que no puedo cruzar una puta calle.

Se alejó de mí, dejándome parado en la entrada del restaurante que había elegido mi madre para la ocasión.

No podía siquiera encontrar las palabras para describir lo increíble que fue todo. Cada palabra, cada silencio, cada roce, cada beso; hicieron sentir que todo fue más que perfecto.

Ella era perfecta, como la canción. E incluso más que aquella. Ella era todo lo que podía jurar en este momento necesitaba. Me hacía sentir en paz, lleno de felicidad. Me hacía saber que a su lado los demonios de mi cabeza no me podían dominar, pues solo tenía cabida para pensar en lo maravillosa que era mi chismosa.

Porque sí, era mía. No me importaba si era posesivo proclamarla como aquello, pero no iba a descansar hasta que lo fuera en cuerpo y alma. Estaba dispuesto a bajar las murallas que ponía contra ella, estaba dispuesto a abrirle mi corazón, a mostrarle mis miedos y mi pasado.

Había dicho que jamás caería por ella, pero fui un vil mentiroso; pues ya mi corazón estaba en camino hasta sus manos.

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Estaba inquieto, y el que Mavra este tardando no ayudaba demasiado. No se escuchaba el ruido de los autos al transcurrir en la avenida, por lo que supuse que ya era bastante tarde. Seguía creyendo que era mejor si me hubiese dejado ir con ella hasta el auto, y así dejaba de tratarme como un incapaz. Talvez lo era en ciertas cosas, pero el punto es que eso era algo que no podía demostrar con ella.

Varios minutos pasaron, y oí los pasos de alguien al pasar junto a mi de manera apresurado. Pensé que era ella, pero los pasos alejándose me confirmaron que no. ¿Por qué estaba tardando tanto?

Un escalofrío recorrió mi cuerpo, y un sentimiento de preocupación se instaló en mi corazón.

— ¡DIOS MÍO! ¡LLAMEN A UNA AMBULANCIA! — Grito con desespero una mujer desconocida para mí, lo que hizo que me alarmara y comenzara a moverme impaciente. «Mavra regresa» — ¡HAY UNA CHICA HERIDA EN MEDIO DE LA CALLE! ¡AYUDA! — Volvió a gritar, y mi preocupación subió en niveles.

«Mavra, ¿Dónde estás?» Era egoísta, pero no me importaba quien estaba en medio de la calle; solo necesitaba saber que ella estaba bien, sana y sin ningún rasguño en su cuerpo. Necesitaba que volviera aquí, y nos fuéramos rápido de este lugar. La noche estaba terminando de manera perfecta para nosotros, y no quería que nada lo pudiera arruinar.

Voces alarmadas, y pasos de varias personas caminando se comenzaron a oír en el lugar. Unas gritaban por ayuda, y otras comentaban sobre el suceso; mientras que yo comenzaba a tener un tic nervioso por todo el aire abrumador que se respiraba a mi alrededor. No podía saber si había alguien a mi lado que me permitiera saber que estaba pasando, y era realmente frustrante.

Se podía sentir el desespero de la gente, lo que hacía que me desesperara también. A tal punto de gritar en busca de la atención de cualquier persona a mi alrededor.

— ¿Hay alguien cerca de mi? — Pregunté.— ¿Que está pasando? — Esto era ridículo.

El no obtener respuesta, me hizo enojar. Además, estaba el hecho de que Mavra no había regresado aún. ¿Huyó? No, ella no es una cobarde. ¿Se abría arrepentido de esto? Tampoco lo creo, me lo hubiese dicho. La sinceridad era una de sus mayores características.

Sentía una presión en el pecho, imposible de ignorar. Quería pensar que todo estaba bien, pero con todo este desastre; era imposible.

Cerré los ojos, tratando de calmar mis ansias. Pero fue en vano, porque segundos después sentí un jalón en el brazo que me hizo tambalear.

— ¡OYE! — Gritaron muy cerca de mi odio.— ¡LA CHICA QUE VENÍA CONTIGO ESTÁ HERIDA EN MEDIO DE LA CALLE! ¿POR QUE DEMONIOS NO HACES NADA? — Mi mundo se paralizó. Dejé de escuchar el bullicio, la brisa, al chico que me gritaba al lado. Dejé de respirar, y lo único que repetía mi mente es que esto no podía ser cierto; ella no podía ser aquella chica.

— ¿La chi - chica que venía conmigo? — Pregunté en medio de un balbuceo. Las lágrimas amenazando con salir de mis ojos.

— ¡QUE SI HOMBRE! — Gritó desesperado.— ¿QUE ESPERAS PARA AYUDARLA, SE ESTÁ DESANGRANDO?

Mi corazón dolía, y latía a mil por segundos. Había experimentado dolores, pero ninguno se igualaba al que estaba sintiendo ahora. Ninguno era capaz de compararse al miedo que tenía al saber que podía perder a mi verdadero amor.

Porque ella es el amor que me negaba a aceptar, ella es el sueño que nunca creí tener, pero que ahora se sentía como uno hecho realidad. No podía soportar la idea de perderla; menos en estos momentos dónde estaba dispuesto a abrirle mi corazón, a dejarla entrar. No podía perderla ahora que estaba dispuesto a quererla, y quejarme querer.

Debí confesarle que la quería, debí decirle cada uno de los sentimientos que avivaban en mi por ella. Debí confesarle que me había enamorado, que tenía mi corazón en sus manos. Debí decirle muchas cosas, pero el debí no existe, y ahora estaba pagando con creces mi error.

Así funcionaba el ser humano. Vivía creyendo que todo siempre estaría a su merced, se callaba palabras, acciones, y muchas veces no le daba importancia a todo lo que tenía, sin sopesar que en algún momento lo podía perder. Era en los momentos frágiles dónde se reprochaba todo lo que pudo haber hecho o dicho, era en los momentos de temor por perder a ese alguien; dónde se preguntaba ¿Por qué no le dije? ¿Por qué no hice?, Pero de nada servia los reclamos; pues en el fondo sabían que así funcionamos. Dejando perder el tiempo, pensando en que todo lo que la vida nos dió sería para siempre o duradero. Cuan equivocados estábamos.

El sonido de una ambulancia me hizo volver a la realidad, y llamé al chico en busca de ayuda para llegar hasta el lugar.



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En el texto hay: amor, odio, muerte

Editado: 05.09.2021

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