RECUERDOS (CAPÍTULO 3)
Jessica había ido al piso de su tía pero no había encontrado nada, no encontró sangre ni cuerpo, pero tenía claro que ella había muerto porque lo había sentido. Pensó que lo único que podía hacer era llamar a la policía y denunciar su desaparición, pero lamentablemente a un no se había cumplido el tiempo necesario para hacer la denuncia. Llegó a su casa y se tiró en la cama, comenzó a llorar por que no sabía muy bien que pasaba pero estaba segura que su tía estaba muerta.
- ¿Me estaré volviendo loca? (Pensaba mientras lloraba)
Entonces se dio cuenta que ya era hora de ir a trabajar, se limpió la cara en el baño, intentó tranquilizarse, se arregló y se marchó a trabajar, fue a buscar su coche y cuando se disponía a entrar notó una sensación extraña como si alguien le estuviese observando, entonces volvió a subir a su casa, se puso el brazalete y volvió a su coche y ya no sentía nada especial, así que fue directa a su trabajo.
Unos 12 minutos después aparcó y entró a la cafetería-restaurante en el que trabajaba, allí había una chica de pelo oscuro y corto, ojos azules, y muy atractiva.
-Disculpa Donna creo que he llegado un poco tarde
-¡No te preocupes!, la jefa no está (Le guiñó el ojo) ¡Asi que no te preocupes!
-¿No?
- ¡No! y yo no se lo diré a nadie, además solo te has retrasado 12 minutos así que no pasa nada
-¡Gracias!
-¿Eso si este viernes tenemos que salir de juerga!
-¡Ja, ja! ¡sí!
-¡Además como ves no hay mucha gente!
La mañana estaba pasando rápidamente la cafetería restaurante estaba casi a los topes, y el café, y los platos de huevo, bacon y patatas no paraban de salir de la cocina. La joven estaba intentando calmarse y hacerlo todo de manera normal, entonces la sensación de unas horas antes volvió. Se paró en seco en mitad del restaurante sostenía una tarta de crema en una mano y un plato combinado en el otro, empezó a mirar asustada a todos los comensales la cabeza le daba vueltas, y entonces Donna le toco la espalda y volvió de sus pensamientos.
- ¿Estas bien?
-¡Si!
- ¿Seguro? ¡tiénes mala cara!
- Tranquila ¡estoy bien!-sonrió forzadamente
- ¡Vale! ya nos queda poco tiempo para salir
- ¡Si es verdad..! (Dijo no muy convencida)
Otra vez la sensación se fue, pero estaba convencida que tenía que ver con la muerte de su tía, estaba segurisima de ello.
En otro lugar Leo estaba descansando en un avión de pasajeros, cuando se despertó asustado, estaba sudando era una pesadilla que tenía todos los días y no era exactamente un sueño sino que llegó a ser una realidad que le atormentaba cada día de su vida.
Mientras miraba por la ventana las nubes comenzó a recordar cuando tenía a su compañero, amigo y instructor Damien Reed el agente número 1 de la CIA tenía una mujer que lo era todo para él, mientras los dos estaban de misión, fue asesinada.
Eso lo destrozó de tal manera que se obsesionó en encontrar al asesino o asesinos, un día loco de rabia apareció en la casa de su superior donde normalmente tenía sus citas extramatrimoniales y estuvo a punto de acabar con su vida. Pero Leo detuvo sus planes y fue encarcelado en una prisión de alta seguridad.
Después se encontraron dos muertos habían sido asesinados por Damien. Leo investigó el caso y en efecto la orden de asesinato había sido dada por su superior, así que acabó con él y preparó su propia muerte porque sabía que se convertiría en el objetivo número de la agencia y hasta ahora había estado vagando por el mundo.
Jessica estaba muy nerviosa miraba a todos los lados, corrió todo lo rápido que pudo de su coche al portal, subió las escaleras como si alguien la intentará cazar y se metió en casa dando un portazo, se tiró al sofá se miró las manos y temblaba muchísimo.
Estaba tan asustada que empezó a llorar hasta quedarse dormida comenzó a soñar que estaba en un coche y le acompañaba un chico de copiloto.
-¡Creo que nos están siguiendo Leo!
- ¡Maldita sea!- exclamó el chico
El coche empezó a dar vueltas de campana sobre la redonda de una ciudad, los dos salieron un poco heridos aparecieron dos hombres con ropa informal que tenían levantada su mano apenas podía distinguirlos bien.
Enseguida se despertó y sintió como si todo hubiera pasado de verdad, se quedó mirando el brazalete que estaba encima de la mesa brillando.