Vástagos

CAPITULO XI

“El mayor error del ser humano es intentar                                                                                                               sacarse de la cabeza aquello que no sale del corazón”                                                                                       MARIO BENEDETTI

Cuando me dijeron que la señorita Paz había confesado gracias a la ayuda de Luhan me sentí aliviada. Cuando me dijeron que no tendría que volver al hospital me sentí aliviada. Cuando la balanza mostro que había aumentado cinco quilos en las últimas horas me volví a sentir bien conmigo misma. Ay, pero cuando me entere de que mi queridísima hermana no dejaba de hablar del loco de Gabriel, de cómo lo había conocido y de cómo quería ayudarle pensé que el mundo se me vendría encima.

Hoy era miércoles. Mis clases de regreso a mi vieja universidad no empezarían hasta media hora más tarde por lo que en lo que perdía el tiempo junto a Elijah y a Mey en la mesa del comedor, le daba vueltas al asunto de Aleisha.

Habían capturado al asesino, habían hallado el cuerpo del desaparecido y estaban ayudando a Luhan quien viviría en mi casa por un largo tiempo y esperaba que ya no como un simple invitado sino como alguien de la familia.

Pero…

Las cosas habían cambiado. 

Le rogué a mi padre que me permitiera volver a la universidad para retomar un poco de normalidad en mi vida y gracias a Dios había dado frutos las suplicas y caritas tiernas que le había hecho, eso sería algo que no querría recordar en el futuro. Ahora seguía viendo como Elijah y Mey hacían ojitos preguntándome en que momento de todo el problema que habíamos pasado ellos dos habían comenzado a salir juntos. Aquello me perturbaba.

– Entonces nuestra boda se canceló – le dije a Elijah quien se puso tenso al oírme hablar.

– Rey, sabes que me dejaste plantado por Luhan.

– Lo de Luhan y yo aún no es, algo que entiendan.

– Si. Dos chicos con súper poderes que son como las mitades de una naranja, nos lo explicaste Rey – se burló Mey.

– Piper, no me gusta el tono con el que me estás hablando.

– Pues, moléstate – me saco la lengua y se acurruco contra Elijah.

– Deberían de aclarar las cosas con Luhan, creo que él seguirá esperándote si tú no haces ningún movimiento.

– No planeo moverme hasta mi cumpleaños – reñí.

– Si, el gran día de la revelación – se volvió a burlar Mey – pero la creación divina de Dios se merece que le des felicidad, mujer, ha pasado por mucho.

– ¿Creación divina? – hablo otra persona y me gire sonriente, esperanzada. Feliz. Me encantaba oír esa voz melosa y chillona, era perfecta para regresar a la normalidad que buscaba.

– Ola mi queridísima archienemiga, Leya – sonreí contenta de volverla a ver. Pelear con ella era mucho mejor que estar al borde de la muerte.

– Que mosca te pico Hesses. 

– Oh mi Dios. ¿Ustedes están saliendo? – pregunto Carry indignada mientras que veía a Mey y a Elijah juntos. Eso me molesto.

– Si. Elijah es mi novio.

– No puede ser – Penélope se abanicó la cara con la mano y después fingió desmayarse mientras que Carry corrio a su rescate.

– Tranquila Pen.

– Como las extrañe – sonreí tratando de mostrar arcoíris detrás de mí.

– Estas loca. ¡Vamonos chicas! – chillo Leya antes de marcharse molesta.

– Me encanta la normalidad. Pelear con las tres chifladas, amárrame mi cabello de nuevo y ser la chica guapa a la que los chicos quieren hablar pero le tienen miedo a mi desprecio.

– Guau, bájele a tu autoestima – se rio Mey.

– Si lo tienes, lo tienes. ¿Verdad Elijah?

– Estas loca Rey.

– Si, y ciega. Planean contarme como comenzó esta increíble, ¿unión? – hice señas con mis manos para añadirle dramatismo al asunto antes de marearme por moverlas tanto.

– Cuando fuimos al despacho de la señorita Paz. Una casi caída, unos brazos fuertes y lo demás es historia – rio Mey. Vaya, nunca la había visto reír tanto en toda su vida.

– Felicidades – comencé a cantar para abochornarlos pero en vista de que mi vergonzoso intento de molestarlos termino perjudicándome, me mande a callar, yo era bonita con la boca bien cerradita.

– Vamos a clases – dijo Mey mientras que pasaba su brazo por el mío y se despedía con un beso en la mejilla a Elijah.



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Editado: 04.08.2018

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