—Kathleen Jaden, te prometo venir a visitarte— le digo a mi hermana menor mientras termino de empacar.
—Pero yo quiero ir contigo, no quiero que te vayas— me dice haciendo ese típico puchero cuando una idea no le agrada.
—Mira sé que no quieres que me valla, yo no quiero alejarme de lo mejor de mi vida Kath, pero apenas tienes 14, no puedes conducir y yo no voy a estar libre todo el tiempo— le digo agarrando sus manos.
—Uso el transporte público— dice esta ves rodando los ojos.
—Cuando tengas 16 juro que te mudas conmigo, mientras has feliz a mama, te amo y siempre vamos estar juntas igual que km nos separen— le digo mientras le doy un abrazo.
—Tengo 14—me dice ahora dándose vuelta y sentándose de espaldas a mi.
—Mira el mes que viene cumples 15 y si sigues con esa actitud talvez ni te lleve lo menos que quiero es una adolescente caprichosa en mi apartamento.
Agarro mis maletas y me dirijo al comedor en busca de las llaves de mi auto.
—Mi amor no te olvides de venir a visitarnos— dice mi madre dándome un abrazo y muchos besos en la cara.
—Nunca, mami cuida bien de Kath no es tan grande como parece, necesita más amor maternal— le digo en el oído para que Kathleen no escuche.
—Si querida, cuando nos invites te vamos a visitar— dice esta ves apretujando mis cachetes.
—Mama tengo 18 años ya tendrías que dejar de apretujar mis cachetes— le digo riendo y dándole un último abrazo— Kath pórtate bien por favor.
—Mira, pedazo de excremento que no soy como vos yo soy un angelito— dice Kath con una pequeña sonrisa mientras sus ojos se ponen acuosos.
—Las amo, bien llegue y organice todo mando una foto al grupo de “Familia de amor”.
Salgo de mi casa y me monto mi auto, no es nada extravagante, pero anda bien, así sin mirar atrás me dirijo a mi nuevo departamento en New York
Adiós Jacksonville, hola New York