Nos sentamos en la mesa. Mason se sienta en la cabecera de la mesa y nosotros a su lado izquierdo. Por debajo de la mesa, William pone una mano en mi pierna para tranquilizarme y es que estoy demasiado nerviosa. ¿Qué es lo que quiere este hombre de mí? ¿Por qué no me dejó ir por las demás cajas? ¿Por qué no dejó que me fuera?
—Todos sabemos que tú no tienes donde caerte muerta desde que salieron esas fotos tuyas hace meses —miro a William acusadoramente, pero él está igual de sorprendido que yo—. Él no me dijo nada, Alexandra. Soy un hombre poderoso y me entero de lo que pasa a mi alrededor, en especial si se relaciona con uno de mis tantos enemigos.
—Mi nombre es Sophia.
—En el mundo empresarial, tu padre te llama Alexandra. No veo por qué no llamarte así también.
Asiento sin entender muy todavía de qué va esta reunión informal y William toma la palabra por mí—. ¿Qué quieres, padre? Pensé que no iba a saber de ti hasta el próximo fin de semana.
—Soy un hombre de negocios, estoy aquí por negocios.
—Dilo de una vez, padre.
—No tengo nada que hablar contigo, William. Es netamente con Alexandra —me mira y yo siento que me encojo ante su mirada penetrante—. Así que vas a vivir aquí, aunque yo le dije exactamente a mi hijo que este es un departamento de soltero mas no para que viva con su saliente del mes. Pero dado que ustedes han salido por más de un mes, puedo hacerme de la vista gorda.
—¿Cuál es tu punto?
—No interrumpas, William. Ya te dije que el trato es con ella. Mi ofrecimiento es que vivas con él.
—Ya voy a vivir con él.
—Como novios —él ve nuestras expresiones y esboza una sonrisa—. No me miren así, niños, que según las fotografías de hace una semana, a ustedes lo único que les falta es hacerlo formal. Además, has ido y venido con mi hijo todos los días desde hace 4 meses.
—¿Y eso en que lo beneficia?
—¿A mí? En los negocios. Tu padre no va a estar muy feliz que digamos cuando hagan formal su relación y aparezcan en cada portada de revista habida y por haber. Y sobre todo, Shane Lawrence no va a estar en su sano juicio en cada negociación que haga con él.
—Mi padre cuando se vuelve loco, arrasa con todo.
—Tienes razón, pero también suele cometer acciones completamente irracionales. Vamos, que lo conozco más que tú y sé que con esto, voy a salir ganando.
—¿Por qué piensa que voy a ayudarlo a usted antes que a mi propio padre?
—Porque lo odias, Alexandra. Y si no lo odias, le guardas rencor. ¿Que te despoje de todo por un simple beso? Eso no es muy cordial de su parte, ¿no crees?
¿Cómo sabe que me quitó todo por un beso? Esa parte yo no se la dije a William, a nadie de hecho. Solo saben eso mi padre, mi madre y yo. Dudo mucho que mi padre haya dicho una palabra, pero mi madre suele ser un poco indiscreta. Pero, si es que fue mi madre la que soltó algo así, ¿cuándo pudo ser eso? ¿Cuál es la relación que podría tener mi madre con este hombre?
—No incites el rencor, padre.
—Ya te dije que guardes silencio, niño —William se tensa más y pongo una mano sobre la suya para que no se ponga a tirar todo lo que está en la mesa—. Solo pido que finjan ser la pareja del momento afuera, lo que pase aquí adentro es decisión suya. Es un ganar, ganar, Alexandra. Tú me ayudas y yo te ayudo. Te dejo vivir aquí y te pago la universidad.
—¿Cómo?
—Sí, te pagaré la universidad. En la carrera que quieras.
—¿Aunque sea la misma que cursa William?
—Aunque sea la misma. Universidad y cada gasto que puedas tener: viajes, guardarropa, caprichos. Vamos que la que sale más beneficiada en esto eres tú.
Lo miro sorprendida y apunto de desmayarme. Dios, esta es la oportunidad de mi vida. ¿Quién me puede ofrecer universidad y vivienda gratis con tan solo posar en la cámara? Miro a William de reojo y me doy cuenta de que sigue tenso. ¿No le condenaré a algo que no quiere? Yo no pienso dejar esto hasta acabar mi carrera y eso será en unos cuantos años. ¿No se convertirá en un martirio para él? ¿Estar con una persona que no quiere?
—Creo que necesito pensarlo. ¿Me podría dar unos minutos para hacerlo?
—Claro. Llévate a William si quieres, que parece a punto de saltar sobre mí. Les diré a los del edificio que me ayuden con las cajas.
—¿Y por qué está tan seguro de que voy a aceptar?
—¿Acaso pensabas decir que no? —me sonríe enigmáticamente. William se levanta, me agarra de la muñeca y me lleva de la mano hacia otro lugar en el departamento. Un lugar de lo más alejado del comedor y nos detenemos cuando llegamos ahí. Un lugar del tamaño del armario que tengo en mi casa, o que tenía en la que era mi casa.
—¿Dónde se supone que estamos?
—Lo más alejados de mi padre posible. Esta es la única habitación del departamento que no tiene cámaras ni micrófonos en las paredes.
—¿Qué?
—Soph, solo tenemos pocos minutos antes de que Mason nos llame para que le des tu decisión.