Baptiste
Definitivamente estos eventos no son lo que eran, o yo no soy lo que era antes… si eso puede ser. Recuerdo haber venido de joven, un artista casi amateur, emocionado de poder estar con la clase glamorosa, poder conseguir nuevos clientes, codearme con la créme de la créme de esta ciudad. Al fin y al cabo había venido desde el viejo continente a tratar de ganarme la vida haciendo lo que más amaba hacer: pintar.
Y vaya que sí lo había logrado, después de unos años y con un buen conocimiento de marketing de mi parte, era uno de los artistas mejores pagados en el país. Mis cuadros colgaban tanto en paredes de museos, como de organizaciones, oficinas, departamentos lujosos, galerías… todo lo que un artista pueda querer. Estaría tentado a decir que lo que pintara se iba a vender en cuantiosas cantidades de dinero. Casi groseras. Claro que no lo haría, soy un artista de corazón.
El punto es que, ya sentía que había perdido ese grito, ese llamado, y me estaba afectando. Es difícil de explicar. Quizás estaba en un punto de mi vida, joven, libre y feliz y ya tenía todo lo que quise.
Todo parecía igual, un día tras otro. Hasta que lo descubrí. Necesitaba hacer algo nuevo, necesitaba algo que me inspirara. Demonios, eso sí que era difícil. Buscar la inspiración no es como ir a cazar mariposas o ir al supermercado a comprar algo. La inspiración tenía que venir a ti. Si quiere, suele ser quisquillosa y temperamental y particularmente muy esquiva cuando la buscas.
Por más que yo quisiera hacerme el ciego, la realidad es que tenía ya tres años sin una colección nueva. Me aboqué a mis estudiantes, a mis asesorías, viajé a apoyar a otros compañeros artistas, aprendí de fotografía, de cine, de otras técnicas. Pero ya era hora de salir con algo nuevo, pero demonios ¿Qué? Dicen que los cambios son oportunidades. Las crisis también, así que yo debería tener una gran oportunidad entre manos porque tres años es mucho tiempo. No he puesto el pincel en pintura en ese tiempo…. quería algo nuevo.
Así que si, estos eventos no son lo que eran antes o yo cambié. Pasaba por este gran salón lleno de caras conocidas, empresarios, filántropos, políticos, modelos, artistas, entre otros. Todos saludándome, todos preguntándome por mi nueva colección ¿Cuándo sale? ¿Qué opinas de tal artista? ¿Cuándo sacarás algo nuevo? ¿Vendrás a nuestro evento? Y así y así y así.
Quizás por eso en ese preciso instante decidí salir a la recepción, una parte de mi quería salir de aquí. Me sentía sofocado, esa sensación de que no avanzas, tan desagradable.
Se me acababan las opciones y yo era un espíritu libre, dispuesto a crear, a dejarme llevar. No alguien para estar, o sentirme, encerrado, hacer lo que otros quieran, sin posibilidad de hacer lo que quiero. Otros días pensaba en quizás ir a otro continente, meterme en un retiro espiritual o cualquier otra cosa… cuando la vi.
Y me quedé quieto. Como quien ve una ave hermosa que no quieres molestar, con terror que se vaya volando y no la vuelves a ver.
Era una mujer preciosa y delicada y a la vez, algo me decía que era fuerte como un árbol. De tronco firme, ramas dispuestas a elevarse a buscar el sol, y a la vez dando flores preciosas y frutos deliciosos para todos. Sin que ella me viera me le quedé mirando mientras esperaba que la aceptaran. Piel dorada como de miel, cabellera negra, lustrosa que casi irradia brillo por sí sola, como bañada de estrellas, era pequeña pero con un cuerpo fuerte, delicado, curvilíneo o todo a la vez. El vestido era de un gusto exquisito, clásico y a la vez dando detalles de una personalidad arrasadora.
La textura de terciopelo me hacía querer pasar mis manos y ondularlas por sus curvas. Cuando me acerqué un poco a ver su cara era de rasgos finos, cejas pequeñas y oscuras, unos ojos castaños brillantes, unos labios seductores pintados de oscuro. Parecía no querer llamar la atención, y a la vez ¿Como no llamarla?
Si ella era una composición delicada, fuerte y glamorosa. Esta chica es una contradicción andante y… me fascina. Ninguna criatura me había fascinado tanto en tan pocos segundos y aún no había hablado con ella. Ella lucía algo incómoda, no sé si por el vestido o la situación o que. Hasta que escucho… —Señora Greta Green— ¿Greta Green? Definitivamente ella no es Greta. Interesante.
Quizás no todos lo sepan aquí pero Greta es una mujer preciosa tal como está belleza que observo, pero rubia de cabello corto y piel de porcelana. Yo conozco bien a los Green. Es más, si estuviera aquí estaría de manos con el galán de su esposo, y si mal no recuerdo hace poco tuvieron un bebé. Me genera ahora más interés esta sirena maravillosa. Greta Green… ¿Por qué se haría pasar por ella?
Me propongo seguirla y averiguarlo, ¿Qué más tengo que hacer? Ya hablé con todos al fin y al cabo las artes son un comercio y tiene que continuar el show, el cual ya hice. Ya estuve horas hablando con los organizadores del evento quien detalló todas las obras mías que tenía en su casa y cuantos millones costaron. No, no, no me parece mejor seguir a esta sirena y ver dónde me lleva la marea. Ella entra con sigilo al salón y se ve aún más nerviosa, se restriega sus pequeñas manos unas con otras y se ve perdida.
¿Qué le sucede? ¿Temerá que alguien la reconozca? Veo que mira a todas partes pero aún no ha reparado en mí. Al parecer decide tomar otro camino, salir al balcón. Cuando llego la veo ahí, contra la luz de la luna parece una obra de arte… me quita el aliento.
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Editado: 19.02.2023