Moni
Sentía tantas emociones que me era imposible casi identificarlas. Había sin duda temor, sorpresa, duda, placer y… euforia, completa euforia.
Besar a Baptiste se sentía como ganar un premio que estabas esperando y que no podías creer que tenías posibilidades. Como probar el mejor postre del mundo, como reencontrarte con alguien amado después de años sin verlo, como escuchar tu nueva canción favorita por primera vez.
Como yo me imaginé que sería el primer momento que pisara las calles de París. Quería llorar, saltar, salir corriendo… pero sin duda alguna, prevalecían mis ganas de besarlo más y más. Quería que el mundo se parara o mejor, que siguiera su curso, a mí no me podía importar en lo más mínimo.
Podía caerse el cielo, llorar todas las personas, perderse la esperanza, el amor, las nubes, desangrase las flores, eliminarse el arte, el chocolate y los sueños… yo seguiría aquí besando y acariciando a este hermoso francés.
Había terminado esta velada de la mejor manera, conociendo a un excelente chef, luego en una parte de la cocina probando ingredientes deliciosos. Mi corazón se arrugaba de dolor y a la vez… se hinchaba de placer porque este era mi lugar. Lo había sido desde que era una niña, y los olores a harina, vainilla, mantequilla y chocolate me susurraban "será tu lugar de nuevo" Mi lugar…¿Tendré siquiera un lugar cuando todo esto pase?
Y luego entre juegos, risas y tonterías. Así habíamos quedado, él sin su chaqueta, yo olvidándome de todo y nuestras manos reconociéndonos el uno al otro, besándonos sin ninguna vergüenza. Él era cuidadoso, intenso y apasionado en su beso, todo a la vez, sin sobrepasarse.
Una parte de le agradecía y otra parte de mí quería que lo hiciera… por la diosa quería que esto se nos fuera de las manos. Pero él como un caballero me sujetaba de la cintura, paseaba por mi espalda, hundía sus manos en mi cabello, y acariciaba mi cuello con la punta de sus dedos, haciéndome enloquecer a cada segundo.
Pero no se crean que eso era algo sutil. Hay hombres que necesitan hacer muchas cosas para que una mujer suspire por él, ir al grano, dársela del superhombre, ponerse en modo alfa. Pero si ustedes conocieran lo que yo poco de Baptiste lo entenderían.
Baptiste era un artista, y como yo tenía un ojo más allá…. una sensibilidad casi inherente a lo que hacía y amaba hacer. Él y yo conocíamos que la pizca de una sola cosa podía ser el punto definitivo que hiciera algo peor o mejor. O que un simple cambio en el ambiente podía cambiar todo. Un rayo de luz en sus pinturas, un poco más de calor en mis postres…sutilezas, cosas sencillas, cosas pequeñas que cambiaban todo.
Él con esos suaves toques, con sus suspiros y deliciosos sonidos que hacía, como tomaba mis labios, los relamía, los presionaba en los suyos, les daba los más minutos y pequeños mordiscos… me tenía al borde del precipicio. Sus manos eran suaves y a la vez, rugosas, su cabello sedoso en mis manos, cuando mis uñas rozaban la base de su cabeza lo podía sentir desesperarse.
Junto a aquel, ya lejano momento en que abrí mi negocio y conocí a una Diosa antigua… este sin duda entraba en uno de los momentos más exquisitos de mi vida. En una cocina de un horrible evento, mi boca aun con el sabor de las fresas, chocolates y cremas… y él. Este francés que insiste en meterse en mi vida, se abre camino a mi corazón de una forma desesperante.
Baptiste me está matando suavemente con su dulzura, de la forma más suave posible y él no debe tener idea. Destroza todas las dudas en mí, y temo quedarme sin ninguna que me proteja. Me doy cuenta, terriblemente que inclusive me he olvidado de mi venganza… mi corazón y mi alma se aquietaron en cuanto él entre en escena. ¿Y quién soy yo sin mi venganza? ¿Qué será de mí después de un año trabajando arduamente para lograr esto?
Limpiando pisos, aprendiendo a defenderme, dejando de dormir para buscar información, colándome en eventos en restaurantes, haciendo cualquier trabajo con tal de sacar algún hecho importante, alguna clave que me sirva, juntándome con alguien como Phil Heller para lograr lo que quiero: destruir a uno y cada uno de ellos. Esto no puede quedar impune.
Siento que tengo una eternidad besándolo, deslizando mis labios por su deliciosa boca, que ya no imagino dejar de tocarlo, así que con toda la fuerza de voluntad del mundo, me separo de él, cuando lo observo su pecho sube y baja con dificultad, sus mejillas están sonrojadas, sus labios hinchados y tiene los ojos aun cerrados. Yo sin duda debo estar peor, ni siquiera puedo recuperar mi aliento. Cuando por fin abre los ojos y ve mi expresión comienza a excusarse.
—No quise… mejor dicho si… Mon dieu quería deseaba besarte desde el primer momento que te vi y solo dios sabe que fue mejor de lo que pensé, pero… no quiero que pienses que me aproveché de ti— - dice y yo lo observo sin saber qué decirle. Solo lo miro fijamente aun extrañando sus labios. ¡Por la diosa Némesis que mal estoy!
—Baptiste yo…— empiezo a decirle, qe obvio es un error.
—Por favor, no me digas que es un error, te lo pido. Yo sé que estás en otras cosas, algún plan que es de suma importancia para ti, no quiero interponerme… pero esto no es un error. No te digo que estés conmigo, solo que no me cierres la puerta de una vez. No volverá a pasar si así lo deseas, pero no me digas que no de antemano… solo vamos a ver como suceden las cosas en el futuro… mon coeur— dice acariciando mi mejilla y yo me inclino a su toque. ¿Cómo demonios sabía que yo iba a decir eso? Tenía las palabras en la punta de mi lengua. Lo que dice suena una posibilidad. Quizás… no sé. No puedo pensar. Solo asiento.
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Editado: 19.02.2023