Caro
Me despierto generalmente agitada, no importa la hora que sea, francamente tampoco sé qué horas son. Estoy durmiendo más que de costumbre, cayendo en pequeñas siestas de vez en cuando. El doctor que me atendió me dijo que debía ser debido a un cansancio y estrés crónico.
No es para menos, obvio. Me levanto y me doy cuenta de que afortunadamente estoy en el departamento de Richard, que por cierto quiere colocarlo a mi nombre, no sé si es lo correcto, pero cuando tienes tanto dinero como él puedes hacer lo que quiera.
—¡Qué bueno que ya estás despierta! Pensé que iba a tener que levantarte, ¿tienes hambre?— aparece Moni de la nada que por cierto ahora pareciera que vive aquí conmigo, poco me deja sola y eso que debe estar muriéndose por estar con francesito. Me hace sentir un poco culpable separarla de su novio que es evidente que está completamente enamorado de ella.
—Siempre tengo hambre— le contesto y ella sonríe.
—Es verdad— ahora me tratan con más cuidado que de costumbre, como si yo fuera de cristal, pero en vez de molestarme como usualmente lo haría... Me siento tranquila y me deja consentir ¿Quién lo diría?
Cuando me acerco a la cocina el olor es exquisito. Tenían que habernos secuestrado juntas, amarrado y golpeado en un asqueroso contenedor en el puerto, con nuestras vidas pendiendo de un hilo... Y que además yo me enterara de mi pasado, junto con Moni, para que ella se dignara a cocinar cómo lo hacía antes.
Sin duda algo en ella se había curado , quizás su venganza ya estaba llegando a su fin, el ciclo se está empezando a cerrar. Yo esperaba que en mi caso sucediera eso algún día. Aunque hay heridas, qué son imposibles, de cerrar, ni con una aguja y un hilo, ni con el tiempo, perdón o venganza... Nada.
Yo era una niña indeseada, un simple resultado de errores y malas decisiones de gente sin compasión y empatía. Sabía mi pasado... Y no sé si era peor conocerlo o ignorarlo. Al menos mi madre me había querido al final. En los días subsiguientes estuve investigando y ella era la Corina que apareció en los archivos hospitalizada, con problemas mentales. ¿Tendría yo esos mismos problemas? No lo dudo.
Más de eso no había, lo que sea que hayan hecho esos hombres con las agencias de adopción, no estaba digitalizado, y seguramente los papeles estaban ya destruidos, quemados hace mucho tiempo. Tampoco tenía sentido rebuscar en el pasado, yo había sido puesto en adopción, sin ninguna intención de que me adoptaran.
No fui olvidada por ellos ni abandonada, pero tampoco es que esperaban de mí una reunión familiar en el futuro. Insisto, yo era un resultado, un recurso más, un solo dato. No era ni siquiera una persona para ellos.
—¡Hey! Te guardé hasta papas fritas— aparece Baptiste sentado en la cocina, contento.
—¿Hiciste papas fritas?— pregunto anonadada —Siempre dijiste que eso no es comida o qué es un plato de comida rápida, mejor dicho— miro a mi amiga de forma acusadora. Ella se encoge de hombros.
—Son tus favoritas— es lo único que dice y yo me siento a comer con ellos, hablando de cosas triviales para olvidar mis problemas, mi pasado.
Con Moni hablé un poco y me desahogué, las otras chicas también vinieron y me preguntaron y obviamente me mostraron que contaba con ellas. Me hacían falta. Pedí perdón por irme y no hubo ningún problema de parte de ellas. Yo había perdido mucho, sin duda. Pero también había ganado.
Contrario a mi extraño tendencia de siempre estar sola y quedarme en casa, Moni y Baptiste se quedaron conmigo, por lo menos los últimos días, y debía reconocer qué me agrada la compañía. Especialmente yo intentaba distraer mi cabeza con los avances de la venganza.
Al inicio poco querían decirme, hablamos de cualquier tema menos de ese, pero por más que quieran teníamos que retomarlo. Habíamos dado un paso, tan valiente como descabellado, y aún no sabíamos cuáles iban a ser las consecuencias de eso.
Douglas no se había comunicado, no había enviado nada, pero tampoco Había otro tipo de movimientos en contra de nosotras. Felipe y Robson estaban desaparecidos, el casino seguía funcionando pero muy bajo perfil, y la casa de Charlotte, parecía casi abandonada, con todo regado por todos lados, y sin nadie que lo arreglara, parecía una ciudad abandonada.
Lo único que sabíamos era que ella había ingresado al hospital con indicios de haber sido amarrada, maltratada, golpeada, y con heridas que coincidían con defensa. Quizás ella se había resistido, posiblemente ya sabía lo que le iba a suceder en el momento que se presentaron es las pruebas contra. Ser soplón en una de esas organizaciones era lo peor que podía suceder, sea cierto o no. Y en este caso fue una mentira… que se terminó convirtiendo en realidad.
—¿Qué sabemos de charlatana? La policía ya debe tener en sus manos suficientes pruebas para demostrar bien la que ella estaba implicada— comentó yo mientras mastico un buen puñado de papas fritas. Moni me acerca otro tipo de comida saludable, a las que yo, por supuesto, no le hago asco y también me las como.
Demonios, esta mujer cocina increíble. Si no abre otro restaurante va a hacer una pérdida gigantesca para la humanidad. Veo que Baptiste también está aprovechando de las atenciones que tiene su novia en cuanto a la cocina, y lo veo degustar casi con los ojos cerrados, desde las salsas, ensaladas, carne y lo que sea que está en la mesa, lo cual devoramos como unos desquiciados.
#497 en Novela romántica
#149 en Otros
#22 en Acción
romance odio, venganza dolor millonario sufrimiemto, venganza amor odio y un doloroso pasado
Editado: 19.02.2023