Casi me da un infarto, toda la gente me miraba, los fotógrafos tomaban foto y videos, y Mario me dijo en un susurro—Solo canta, mírame a los ojos, concéntrate en mí, y verás pierdes el miedo.
Lo mire a los ojos me dieron otro micrófono y cante, fue mi primera vez, y nunca imagine que a las personas les gustaría mi voz.
Cante la parte más romántica de mi vida que dice—Es mentira, ya no sé por qué te miento, si se quedó mi corazón abierto y aún no es tarde por favor, lo siento, ya no sé por qué te digo esto, si estoy hundida en este amor y no te he olvidado amor.
Mario—Que tal hace tiempo que no sé de ti, me han dicho que tú estás bien y que siempre lo estuviste.
—Estoy bien, excelentes gracias por preguntar hace tiempo que no te veo por aquí, sabes que Yo te amo, ya no sé que es lo que pasa conmigo, no sé por qué me contradigo, algunas veces me he confundido, a quien engaño cuanto te amo, como te extraño, que estoy haciendo, ¿Por qué te miento?, solo me hago daño al corazón.
Cuando termine de cantar esa pequeña estrofa fue como volar en el aire, Mario me felicito, baje las gradas y no podía creer que era lo que había pasado, el concierto termino y luego de eso uno de los de seguridad llego donde mi literalmente para sacarme, porque no había enseñado mi boleto, Mario se dio cuenta de eso, peor para eso yo ya estaba afuera y si no fuera por esa cáscara de banana tirada en el pasillo, no hubiera podido sentir lo que sentí esa mañana, justo me di la vuelta y no fije en esa cáscara de banana y resbale, pero nunca tope el piso, allí estaba él sosteniendo mi cintura, haciéndome sentir lo que jamás imagine en la vida, era una especie de confusión mental.
Mario—¿Estás bien? —Pregunta.
Lo miré a los ojos y le dije—Si me siento bien gracias.
Mario—Espero volverte a ver.
No lo creo estoy muy ocupada y no estoy disponible para salidas le dije—Nerviosa
Mario—Vamos, sé que te gusto aquello que hicimos los dos me dijo—moviendo sus dedos.
A que estás jugando, así haces con las demás chicas —Conteste.
Mario—Pero no soy tan malo me dijo—Mirándome fijamente.
Conmigo no juegues, gracias por salvarme, pero no quiero nada, no quiero que pienses que necesitas algo para complacerme, no te sientas comprometido con nada.
Mario—Un café.
No —Conteste.
Mario me sostenía con sus manos, mientras yo estaba allí sonrojándome como la típica adolescente que esperaba un beso, pero a la vez escapar de sus brazos rápidamente retiré mi mano, le agradecí de que me salvara, mis amigas salieron, y me retiré, me subí al auto y nos fuimos con mis amigas, para mi casa.