El caos pronto llegará, las calles subterráneas corren las voces con una terrible noticia. Los pasos se levantan aún mayor perforando los oídos e infundiendo temor de aquellos que tratan de correr y esconderse.
Los Bajos han sido castigados con un juicio unilateral de los hijos de la ciudad y es momento de pagar por el descaro de haber subido y manifestarse en los lugares de nosotros desatando la incertidumbre en los corazones de las buenas personas que siguen la labor otorgada por el Ministerio de Aplicación. No podemos dejar que sigan estás acciones y es momento de detener la raíz del asunto, es momento de extirpar este cáncer.
Junto a mí comanda el General Encarnizado que mira sin expresión alguna el intento de ciudad de los Bajos, puras casuchas con materiales de Olvidada de metal retorcido y madera podrida, es el momento de exterminar a todo y voy a gritar mí orden cuando sin aviso el General en una ráfaga negra salta cayendo unos tres pisos sobre una de sus viviendas, los gritos empiezan a resonar seguido de varios disparos limpios.
Caen inerte toda una familia de cuatro miembros, aún sin mostrar alguna chispa de emoción señala a dos seres más que corren para esconderse en un callejón. Con sus piernas cortas y sus jóvenes vidas no los ayudan en nada primero cayendo la mayor y luego el menor, cambia el cartucho de su pistola para cargar con otra y lentamente se mueve a otra vivienda. Solo hace abrir la puerta para que de la ventana salga una mujer cargando un recién nacido que llora, se queda pensando un momento mientras su brazo se levanta, ¡Lo va hacer! Y con otro disparo el correr de la mujer y el llanto se apagan al mismo tiempo.
-Si salen todas las personas que están tras los planes de las manifestaciones perdonaré las vida de sus mujeres y niños que les queda- con tono monótono espera una respuesta, un, dos, seis minutos y nadie aparece -Ustedes han decidido-
Una gran niebla negra aparece rodeando todo el hoyo, nuestros hombres están nerviosos ante tal experiencia y ahora esto. Se oyen gritos de piedad, metal doblarse, cosas romperse, el sonido único de cráneos aplastados, cuerpos que caen, trato de ver más pero solo escucho lo que sucede.
A unos seis minutos la niebla se disipa dejando una vista vomitiva, la ciudad de objetos desgastados ahora se tiñe de rojo, se ven cuerpos colgados como crucificado y otros colgados boca abajo, seres se nota sin mandíbula o algún miembro, también juraría que vi mordidas en seres que son más una masa de viseras y carne.
Hombres, mujeres y niños, no se escucha nada más que la brisa que golpea los restos de estos seres.
Los hombres no aguantan más y empiezan a vomitar apartando la vista, diciendo que por algo le dicen eso, el General Encarnizado, el sangriento, el loco, y no tienen ninguna duda, no es la primera vez que lo he visto pero nunca logro acostumbrarme al escenario que nos dejara pintada con los restos.
-¡Misión finalizada! Regresamos al cuartel- les indico a los hombres que no lo piensan dos veces para irse lejos de él.
Él se queda quieto mirando su obra sin perturbación alguna, de sus manos gotea y está completamente manchado de la sangre de sus presas, él levanta la mirada y lame la mano. Decido retirarme también dejándolo con su color favorito como mí cabello a la luz del sol.