Silas
La ciudad se encuentra demasiado tranquila, las calles regresan a su habitual bullicio y los crímenes repentinamente descienden estrepitosamente, es demasiado extraño.
El clima es perfecto, un sol radiante de verano con ligeras nubes, lastimosamente con las nuevas misiones paso escondido en el sótano donde paso vigilando los científicos que revolotean de un lado a otro con papeleos. Por suerte solo debo pasar aquí una cantidad de horas caminando para ver si encuentro algún infiltrado o traten de irse de aquí, son muy pocos casos de esto último y cuando sucede es más por querer ver sus familias o salir a pasear ignorando que aceptaron estar aquí día y noche hasta que se termine.
Veo plantas en cápsulas gigantes dónde mueren y crecen en cuestión de minutos, luces para controlar las funciones vitales y les hechan líquidos que varían sus efectos. Gritan a veces por completar una función o sino por el fallo de las pruebas.
Por el techo camina Flavio vigilando los ductos, en la salidas Quirina y Jessia, y Asher por los pasillos del área residencial. He tratado de extraer información de lo que realizan aquí pero es difícil, lo único es que el Ministro de investigación y el presidente vienen aquí regularmente para confirmar los avances, quisiera saber que hacen para ver si es peligroso, debo corromper el sistema, destruirlo si es necesario.
Tras horas allí sin éxito en la búsqueda de información decido retirarme, hoy no hay juicios dónde deba arrancar la vida de alguien, sinceramente desearía que aunque sea hubiera uno para escuchar los gritos y el olor de la sangre me inunde, o una limpieza de los Bajos dónde no necesito controlarme, también deseo que aparezca algún criminal para torturarlo antes de entregarlo pero nada, la tranquilidad ahoga los días y aumenta mí deseo de matar a alguien con la falsa justicia que se maneja. En las noches no he podido dormir por la ansiedad de ver dolor y traer la muerte, debo abrazarme a mí mismo clavando las garras en los bíceps dándome dolor mientras la sangre brota de los cortes, es tanta las ganas que salí de la habitación para ir a la de Kazuo donde duerme tranquilamente, veía su piel perfecta para cortar, su rostro calmado sería perfecto para verlo llorar, levanté la mano para torturarlo, cuando centímetros me detuve por dos ojos amarillos que brillaban en la noche juzgando tales acciones. Ahora veo las palmas de mis manos, estás manos lo abrazaron y cargaron, que lo protegieron de seres malvados, estás manos estaban listas para arrebatarle la vida sin piedad alguna. Tiemblo ante solo la idea, una vez lo lastimé, esa vez casi vómito de sentir el calor del líquido goteando de mis dedos, pero mis sueños se mezclan entre su sonrisa y sus lágrimas.
Cuando levanto la vista veo que estoy en el callejón donde el letrero "Librerías retorno" cuelga, sin tocar ingreso al lugar donde los libros olvidados se encuentran apilados.
-Ahora es que apareces y con cara de perro apaleado hufff solo verte da pena ajena- golpea su bastón contra el piso.
-Déjese de estupideces maldita vieja- paso la mano sobre la cara.
-No son estupideces, estás sufriendo abstinencia, necesitas "eso" con urgencia- se sienta sobre una torre de libros levantando polvo -Dime tus sueños y podré decirte que tan mal estas-
-Eso no sirve de nada, son idioteces de supersticiosos- agitó la mano, no se para que vine, cruzo la mirada con un espejo mirando mí reflejo, las ojeras son oscuras y grandes, la mirada casi vacía y al no comer bien aumenta los rasgos de ser enfermo.
-Si es así vete y arriésgate a lo que suceda-
-Hija de... Te diré- me siento en otra torre -Son sueños confusos, algunos son tranquilos con grandes bosques o mirando la ciudad desde algún punto alto, pero cambian abruptamente, los bosques empiezan a quemarse y los animales corren de mí, me veo con la boca llena de sangre y el agua se vuelve roja. Cuando es de la ciudad pasa a caer seres desde los pisos más altos y me veo abajo disfrutando como chocan contra el piso-
-Joder que puto miedo, estás mal pero es cuestión de...-
-No es solo eso....también sueño con Kazuo, está jugando o leyendo tranquilo en un jardín donde poco a poco se empiezan a pudrir cada planta y Kazuo empieza a llorar sangre mientras agarro su cabeza cercenada por mis propias manos y mí boca con su carne, las manos hasta los codos sucias de su sangre. Y lo peor del caso es que deseo hacerlo, en una noche estuve apunto de matarlo- me cubro la cara mirando el piso.
-Estás en el peor punto, necesitamos saciar esa sed de sangre antes que suceda, sabes que te va a costar-
-Lo que sea con tal de salvarlo y pueda estar junto a mí- aún lo miro bajar por las escaleras usando un uniforme diferente el día de ayer.
Sin decir nada se levanta y abre una compuerta en el piso, empezamos a bajar por callejones de una vieja ciudad olvidada, pasillos cavados en la piedra y entonces una luz resplandeciente sale de una puerta, allí se encuentra seres que le faltan partes del cuerpo con apariencias lamentables.
-Escoge quien más te guste, son seres que no tienen futuro, se vendieron a si mismo para salvar a su familia con una mejor vida-
Me parece completamente inhumano lo que sucede aquí, mí cuerpo se mueve solo agarrando a un hombre que debe estar rondando los cuarenta, discúlpame pero necesito hacerlo, abro la boca mostrando la hilera de dientes filosos y le muerdo el hombro arrancándole la carne, lo tiró contra la pared escuchando como se quiebran sus huesos, pide que me detenga, que no es el trato que le dieron al meterse aquí. Perdóname pero no puedo detenerme, tu carne sabe deliciosa, lo agarro desde el pecho con la otra empiezo a jalar su brazo, su huesos se separan, los tendones se revientan, sus músculos crujen hasta separarse mientras el grita y llora que paré, que tiene miedo, que le duele, hasta que su brazo queda separado de su cuerpo, nuevamente perdóname, lo digo mientras en el reflejo de su sangre se ve mí rostro desquiciado y feliz de lo que hago.