Verdad Silenciosa

La Decisión de Buscar la Verdad

Mientras caminaba hacia su coche, el celular de Lucía vibró en el asiento del copiloto, interrumpiendo sus pensamientos. Al principio no le dio importancia, pero cuando lo levantó y vio el mensaje, su corazón se detuvo por un segundo. Era su madre, igual que esa misma mañana, con el mismo mensaje de siempre.

"¿Cómo estás, cariño? ¿Todo bien? ¿Vienes a cenar esta noche?"

El mensaje se sintió como una bofetada. Había algo profundamente inquietante en la forma en que su madre seguía enviando el mismo texto, una y otra vez, como si fuera parte de una rutina programada, algo que había pasado desapercibido hasta ahora. ¿Había estado su madre mintiéndole todo este tiempo? ¿Era también parte del Proyecto Epsilon?

Lucía sintió una mezcla de emociones: confusión, traición, y sobre todo, miedo. Hasta ese momento, había confiado en su madre incondicionalmente, pero ahora todo parecía una farsa. El hombre en la tienda le había dicho que no podía confiar en nadie. Pero ¿su madre? ¿Podía ser cierto?

Recordó momentos de su infancia, en los que su madre siempre parecía saber más de lo que decía. Las ocasiones en que había evitado responder preguntas sobre el pasado, los silencios incómodos cuando Lucía preguntaba sobre su padre. Ahora, esos recuerdos cobraban un nuevo significado, uno que la llenaba de incertidumbre.

Decidió no responder al mensaje. Apagó el teléfono y lo lanzó de vuelta al asiento. En ese momento, se dio cuenta de que ya no podía confiar en nadie, no hasta que entendiera quién estaba detrás de su vida y qué querían de ella. Incluso su madre, la persona que debería haber sido su mayor aliada, ahora era una figura de sospecha.

Con las manos temblorosas, Lucía encendió el motor del coche y comenzó a conducir. Sabía que tenía que seguir adelante, tenía que descubrir la verdad, aunque esa verdad la aterrara más que cualquier otra cosa.

Con cada kilómetro que avanzaba por las calles vacías, su mente seguía torturándola con preguntas sin respuesta. ¿Qué era real en su vida? ¿Qué había sido manipulado desde su infancia? Cada recuerdo que había considerado verdadero ahora estaba manchado de duda, como si todo fuera parte de una ilusión diseñada para mantenerla bajo control.

Los faros de los coches que pasaban a su lado proyectaban sombras grotescas en las paredes de los edificios, sombras que parecían seguirla, acecharla. El miedo se había asentado profundamente en su pecho, pero había algo más poderoso que el miedo ahora: la necesidad de saber la verdad. No podía detenerse, no después de lo que había descubierto. Si su vida había sido una mentira, entonces tenía que desenterrar cada capa, sin importar lo doloroso que fuera.

La dirección que había encontrado en el fondo de la caja de madera seguía quemando su mente. Sabía que no debía, que tal vez era una trampa, pero el impulso de investigar más a fondo era demasiado fuerte para ignorarlo. Tenía que saber la verdad, aunque esa verdad la aterrara.

Lucía miró el papel con la dirección una vez más antes de doblarlo y guardarlo en el bolsillo de su chaqueta. Sus dedos temblaban mientras lo hacía, pero su determinación no flaqueaba. Había llegado demasiado lejos como para detenerse ahora.

Con un último vistazo al retrovisor, asegurándose de que nadie la seguía, Lucía pisó el acelerador y se dirigió hacia su próximo destino, consciente de que cada paso la acercaba más a respuestas que tal vez preferiría no haber encontrado.

El viaje hacia la dirección fue largo y tenso. Mientras conducía, su mente volvía constantemente a los fragmentos dispersos de su infancia, intentando armar un rompecabezas con piezas que nunca habían encajado. Los recuerdos que antes parecían inofensivos ahora le resultaban inquietantes.

Recordaba momentos en los que había despertado con la sensación de que algo había cambiado, como si hubiera perdido un día o dos. Su madre siempre tenía una explicación lista: "Has estado muy ocupada en la escuela, querida", o "Has estado bajo mucho estrés últimamente". Pero esas respuestas ya no le servían. ¿Cuánto de su vida había sido manipulado?

Algunos recuerdos eran vagos, como si hubieran sido cubiertos por una neblina densa que nunca había podido disipar.

Recordaba conversaciones a medias, miradas de preocupación que su madre o su padre le habían lanzado en momentos que ella había olvidado o simplemente nunca había entendido. Había pequeños vacíos en su memoria, huecos que ahora se sentían enormes, como si algo vital hubiera sido arrancado de su vida y reemplazado con algo falso. ¿Cómo era posible que no hubiera notado esto antes? ¿Había estado tan controlada, tan ciega?

A medida que las luces de la ciudad disminuían y el paisaje urbano daba paso a calles más vacías y oscuras, Lucía no podía evitar sentir que cada kilómetro que recorría la alejaba más de la realidad que conocía. Se adentraba en un mundo de incertidumbre, en el que la paranoia se mezclaba con la verdad y los recuerdos no eran confiables.

Finalmente, llegó a la dirección. Era un barrio que no reconocía, apartado, tranquilo, casi olvidado por el tiempo. Las casas estaban distribuidas de manera irregular, algunas deterioradas, otras simplemente deshabitadas, con los jardines cubiertos de maleza. La dirección que había encontrado en la caja pertenecía a una casa en la esquina de una calle sin salida. Desde fuera, la casa no tenía nada de especial. Era pequeña, con una fachada de ladrillos antiguos y ventanas cubiertas por cortinas que bloqueaban cualquier posibilidad de ver el interior.




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