Lucía asintió lentamente, consciente de que no había marcha atrás. Este era el punto de no retorno. La decisión de enfrentarse a Epsilon había sido tomada, y con ella, el riesgo de perderlo todo. Pero por primera vez en su vida, sentía que el control estaba en sus manos. Había pasado demasiado tiempo siendo manipulada, su vida regida por los oscuros designios de otros. Ahora, tenía la oportunidad de dar el primer paso hacia su liberación.
Sophie apagó la lámpara en la mesa y recogió algunos papeles, guardándolos apresuradamente en un maletín. Lucía observaba cada uno de sus movimientos, notando la eficacia con la que Sophie se manejaba. Estaba claro que esta no era la primera vez que huía o se escondía de Epsilon.
-Vamos, tenemos que irnos antes de que sepan que estás aquí -dijo Sophie, caminando hacia la puerta. Su tono era firme, sin espacio para dudas.
Lucía la siguió sin decir una palabra. Su corazón latía con fuerza, consciente de la gravedad de la situación. Salieron del apartamento en silencio, recorriendo el pasillo con pasos sigilosos, como si en cualquier momento alguien pudiera aparecer. Bajaron las escaleras rápidamente y llegaron a la salida del edificio. Afuera, el aire frío de París las recibió, pero Lucía apenas lo notó. Su mente estaba enfocada en un solo objetivo: escapar antes de que Epsilon las alcanzara.
Sophie la guió hacia un coche aparcado en una esquina oscura. No era un vehículo lujoso ni moderno, más bien discreto, lo suficiente para pasar desapercibido en las calles de París. Subieron rápidamente, y Sophie arrancó sin decir nada. El rugido del motor rompió el silencio de la noche mientras el coche avanzaba por las calles desiertas.
Lucía miraba por la ventana, viendo las luces de la ciudad pasar a su lado. Por un momento, sintió una punzada de melancolía. París era hermosa, pero también se sentía distante, ajena. Su vida ya no estaba aquí, ni en ningún otro lugar que conociera. Lo que había comenzado como una búsqueda de la verdad se había transformado en algo mucho más oscuro y peligroso. Ahora, era una fugitiva. Perseguida por la misma organización que la había creado.
- ¿A dónde vamos? -preguntó Lucía finalmente, rompiendo el silencio que había llenado el coche.
Sophie la miró de reojo, concentrada en la carretera.
-Conozco un lugar fuera de la ciudad, aislado. Es seguro y nos dará tiempo para empezar tu entrenamiento. Ahí podremos trabajar sin interrupciones. No es perfecto, pero es lo mejor que tenemos por ahora.
Lucía asintió. No importaba dónde fuera, mientras estuviera lejos del alcance de Epsilon. Sabía que cada segundo contaba, que en cualquier momento podrían rastrearlas, pero confiaba en Sophie. Ella había sobrevivido a Epsilon antes, y ahora estaba dispuesta a ayudarla a hacer lo mismo.
El viaje duró un par de horas. Sophie las llevó por carreteras secundarias y caminos desiertos, evitando cualquier ruta principal. Finalmente, se adentraron en un área rural, lejos del bullicio de la ciudad. Los árboles y el campo abierto eran lo único que las rodeaba ahora. Lucía sentía que, poco a poco, la tensión en su cuerpo comenzaba a ceder, pero no podía relajarse del todo. No hasta que supiera que estaban completamente fuera de peligro.
Sophie aparcó el coche frente a una pequeña cabaña, escondida entre los árboles. Desde afuera, el lugar parecía abandonado, pero Lucía supo al instante que estaba bien preparado para su propósito. La discreción del entorno era perfecta para lo que necesitaban.
-Este será nuestro refugio por un tiempo -dijo Sophie, apagando el motor y saliendo del coche-. Nadie sabe de este lugar. Aquí estaremos seguras mientras trabajamos.
Lucía se bajó del coche, observando la cabaña con detenimiento. El viento susurraba a través de los árboles, creando un ambiente casi surrealista. Aunque estaba lejos de todo lo que conocía, sentía que este aislamiento era justo lo que necesitaba. Un lugar para comenzar de nuevo, para fortalecerse antes de enfrentarse a lo que vendría después.
Entraron en la cabaña, y Sophie encendió una luz tenue. El interior era sencillo, pero funcional. Había un par de habitaciones, una pequeña cocina, y una sala con estanterías llenas de libros y papeles. Todo parecía preparado para alguien que planeaba quedarse mucho tiempo sin ser descubierto.
Sophie dejó su maletín sobre la mesa y se volvió hacia Lucía.
-Antes de que empecemos, necesito que entiendas algo -dijo Sophie, con el tono serio que la caracterizaba-. Esto no será fácil. Lo que hicieron contigo es profundo, y aprender a controlar tus habilidades llevará tiempo. Epsilon no cometió errores al crearte. Ellos saben lo que eres capaz de hacer, y por eso te quieren de vuelta. Pero ahora tienes la ventaja. Estás fuera de su control, y eso los asusta.
Lucía asintió, procesando cada palabra.
-Estoy lista -respondió, aunque sabía que no había forma de estar completamente preparada para lo que vendría.
-Lo primero que debes entender -comenzó Sophie, caminando alrededor de la mesa- es que Epsilon te programó para que tus emociones fueran tu mayor debilidad. Ellos querían que el miedo, la ira y el dolor te destruyeran desde dentro, que te hicieran más vulnerable a su control. Pero lo que no anticiparon es que esas mismas emociones pueden ser tu mayor fortaleza. Debes aprender a canalizarlas, a usarlas como un recurso en lugar de una debilidad.