Ivy
El correo de la información de los mercados desapareció. Por más que lo busque en la papelera no aparece.
No tenía sentido. No podía haber desaparecido simplemente así. Pensé que quizás hubiera sido eliminado por algún error técnico, pero no había ningún indicio de un error en el sistema. Me pregunté si alguien más podría haber borrado el correo, pero no tenía motivos para creer que alguien quisiera hacerme una broma pesada.
El correo era demasiado importante para que alguien lo eliminara de broma. No entendía nada. Algo en mi interior me decía que era mejor que seguir indagando, por lo que decidí continuar buscando. Empecé a revisar mis archivos y carpetas en mi PC, con la esperanza de encontrar algún rastro del correo o de la información de los mercados.
Pero no encontré nada. Volví a darme cuenta de que no existía ninguna prueba de que el correo hubiera existido en primer lugar. De pronto, sentí que todo giraba alrededor de la esquina y comencé a sentir náuseas.
Me preguntaba si solo estaría perdiendo la cabeza y dejando que mi imaginación se saliera de control. Pero en lo profundo de mi interior, sabía que lo que había ocurrido era real. No podía creer lo que estaba experimentando, pero al mismo tiempo, sabía que no podía darme el lujo de desestimar lo que había pasado.
—No estoy loca. Esa información existió —, repetí para mis adentros.
No podía siquiera empezar a imaginar quién podría querer borrar un correo tan importante. Si fuera un trabajo interno, ¿quién sería?
—¿Sería alguien que quisiera dañar a la empresa? —pensé—. ¿O tendría algo que ver con el caso de los fondos especulativos?
Todo era demasiado extraño y me sentía confundida, sin saber qué hacer ni dónde empezar a buscar respuestas. Entonces, escuché una voz detrás de mí.
—Hola, Ivy. ¿Puedo pasar?
Me volví a ver y vi a Mark, el jefe de seguridad de la empresa, en la puerta de mi oficina.
—Claro —respondí—. Pase y tome asiento—. Lo miré, nerviosa, pensando que seguramente él estaba al tanto de lo ocurrido. Pero no era nada evidente en su expresión. —¿Qué necesita, Mark?
Mark se acomodó en una de las sillas frente a mi escritorio. Parecía preocupado y con cierto aire de urgencia.
—Tengo que hablar con usted sobre algo de lo más delicado —dijo—. Puede que no esté del todo preparada para escuchar lo que voy a decirle, pero es algo muy importante y no puedo evitarlo.
—Vale, Mark. Puede decírmelo. Estoy lista para escuchar lo que tenga que decir—respondí, tratando de mantener la calma.
Mark me miró con seriedad. —Lo que voy a decirle puede resultar difícil de procesar —comenzó—. Pero es algo que tiene que saber, aunque no estoy seguro de cómo lo tomará.
Mis nervios comenzaron a aflorar en la superficie.
—Venga, Mark, deje de hacerme una espera. ¿Qué es?
Mark suspiró y abrió su cartera. Sacó un sobre y me lo pasó. —Esto es lo que necesito que vea. Ábralo y mire el contenido. Luego, me cuenta lo que piensa.
Tuve que hacer un gran esfuerzo para contener mis emociones mientras abría el sobre. Dentro, había una hoja de papel con el nombre y mi dirección escritos a mano. Había otros datos impresos, como mi número de seguridad social, mi número de teléfono, mi número de tarjeta de crédito, mis horarios de trabajo, mis nombres de usuario de las diferentes cuentas de correo electrónico que tenía y mis contraseñas. Estaba atónita. ¿Cómo pudieron obtener toda esta información personal?
Me sentí invadida, como si alguien me hubiera robado la identidad o algo peor. Sentí que tenía que hacer algo, pero no sabía muy bien qué. Mark me estaba observando con atención, esperando mi reacción.
—Esto... Esto es una invasión de privacidad. ¿Cómo consiguieron toda esta información? —le pregunté, un poco agitada, sintiendo como el mareo volvía a adueñarse de mi cuerpo.
—A eso precisamente vine a hablarle —me respondió Mark—. Me aseguré de tener todo esto delante de usted primero porque le voy a mostrar algo que puede resultar aún más inquietante.
Yo estaba temblando de miedo.
—Dime, por favor. ¿Qué otra cosa hay?
—Se ha producido una fuga masiva de datos en nuestra empresa, Ivy. Y todo indica que fue hecha por alguien desde adentro. Esto es lo que hemos descubierto hasta ahora. Pero tememos que aún pueda haber mucho más en juego.
Yo estaba paralizada por la información. Sentí que mi vida estaba siendo invadida, toda mi privacidad violada. Sentí una oleada de ira y rabia hacia el responsable de esto.
—¿Saben quién es la persona que hizo esto? —pregunté, más furiosa que nunca.
—Eso es justo lo que estamos tratando de averiguar —respondió Mark—. Ya hemos hecho todo lo posible para mejorar la seguridad de la empresa y evitar que esto ocurra de nuevo, pero esto es solo el primer paso. Tenemos que averiguar cómo llegó a pasar esto y quién está detrás. Y también tenemos que proteger a los empleados y al resto de la empresa. Así que no puedo dar muchos detalles, pero se está trabajando en todo esto y eso es lo más importante.
Hace una pausa y prosigue
»Pero la razón por la que lo estaba avisando es porque quería ofrecerle nuestro apoyo. Esto debe ser difícil de procesar, y quiero que sepa que hay recursos disponibles para ayudarle a lidiar con las consecuencias de esto. Hay asesoría psicológica, apoyo legal y seguridad disponibles para los empleados de la empresa.
La verdad es que esta información me había tomado por sorpresa y necesitaba un momento para procesar todo. Sentía que mi vida ya no era privada y que alguien había estado toda mi confidencialidad.
—Eso es muy amable de su parte - le dije a Mark—. Pero, ¿cómo voy a volver a sentirme segura sabiendo que alguien en la empresa ha podido ver esta información?
—Lo entiendo, esto ha sido una tremenda violación de la privacidad —contestó Mark, con empatía—. Esa es una de las razones por la que le quiero ofrecer el mayor apoyo posible. Y creo que la mejor forma en que podemos enfrentar esto es juntos, como una familia. Quiero que sienta que tiene el apoyo de la empresa, y que no está sola en esto.