Vermillion

1.- El estudiante nuevo

El día en que llegó a aquella nueva escuela, de un país completamente desconocido para él, el joven Alan Perrish se apeó del coche de sus padres sin mucha emoción. Se encontraba más bien nervioso por su primer día de clases en una escuela japonesa.

            El nombre de la preparatoria era Ishikki, y se encontraba en un pequeño poblado de Japón, muy lejos de donde esperaba Alan.

            En cuanto pisó la acera, con sus padres a ambos lados, admiró la fachada de la escuela, la cual era un poco menos impresionante que la suya en Estados Unidos. Tan sólo eran tres edificios, de cuatro pisos, rodeado por una valla de acero por detrás y un muro no muy alto por entrada. Dicha entrada estaba adornada con baldosas de color claro, casi completamente blanco, las cuales formaban un camino recto hasta la puerta principal.

            La familia Perrish avanzó por el camino de baldosas frente a ellos y se adentraron en la escuela. A esa hora, varios estudiantes empezaban a entrar al edificio principal, y más de uno le dedicó una mirada extrañada a Alan. Debían de preguntarse qué hacía allí un joven de apariencia extranjera portando el mismo uniforme que ellos.

            Recorrieron los pasillos, preguntando de cuando en cuando a algún estudiante la dirección correcta, del modo que mejor podían; su padre era el único que entendía el japonés, pero no era muy bueno recitándolo.

            Después de diez minutos, se hallaron frente a la oficina del director. Su padre llamó a la puerta y un hombre de voz grave le respondió.

            Entraron a una pequeña oficina de aspecto apacible. Estaba repleta de estantes con varios libros y había un escritorio frente a una ventana amplia que tenía echadas las persianas. De cara al escritorio, el director estaba sentado, echando una ojeada a los papeles desperdigados ahí. Alzó la cabeza y esbozó una sonrisa cordial, al tiempo que se levantaba y ofrecía asiento al matrimonio Perrish.

            En un inglés perfecto, indicó a Alan que esperase fuera unos momentos en tanto hablaba con los Perrish.

            Afuera, Alan esperó tranquilamente, observando a los estudiantes recorriendo los pasillos de la escuela. Al igual que en la entrada, varios lo miraban con cierta curiosidad y extrañeza.

            ––Hola ––saludó a un par de chicas que lo miraron y le sonrieron, formando además el signo de la paz con la mano.

            Después de cinco minutos, sus padres salieron de la oficina y se despidieron de Alan.

            ––Ahora te dejamos en manos del director Soichiro ––dijo su padre ––. Él te guiará hasta tu nuevo salón.

            ––De acuerdo ––respondió Alan, aun nervioso.

            ––Nos vamos.

            Sus padres se alejaron por el pasillo juntos, como dos adolescentes, y luego el director le posó una mano sobre el hombro derecho.

            ––Joven Perrish, es hora de ir a clases ––indicó el director Soichiro.

            Tras él, la campana de inicio de las clases sonó.

            Alan se sorprendió al no encontrar estudiante alguno en los pasillos en el momento en que sonó la campana. Recordaba que en su antigua escuela tal calma no era palpable. Siempre había algún chistoso que corría hacia algún salón. En Japón, pensó además, eso parecía lo más extraño del mundo.

            Subieron al tercer piso del edificio principal, donde se encontraban los salones del segundo año. Alan iba detrás del director Soichiro. Estaba todavía tan nervioso que no se le ocurría preguntarle nada acerca de la escuela.

            ––Eres demasiado serio ––dijo el director Soichiro repentinamente, en un inglés impecable.



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En el texto hay: thriller, terror, suspeso

Editado: 13.10.2018

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