El crepitar de las llamas
acuna el silencio reinante
en la oscuridad vacilante
qué, intermitente, se enciende y apaga.
Sombras se mueven sin prisa,
deslizándose por la sala,
como un soplo de brisa,
frágiles y delicadas.
Recuerdo son de lo que fueron,
a su suerte abandonadas,
caminando entre el fuego,
que no puede tocarlas.
Pasan la eternidad infinita
en ese lugar encerradas,
claramente aburridas,
melancólicas y solitarias.
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Editado: 17.10.2020