Capítulo 9. Luz deslumbrante, Cristal reflejante
El abrazo de Takeshi fue menos dulce y mucho más efusivo, el hombre tan alto y fornido como podía recordarlo alzo a Ryu como si de un muñeco de trapo se tratará. Aquella reacción tan familiar por parte de todos lo llevaban del cielo al infierno, pues era imposible no sentirse agradecido por su recibimiento, y a la vez sentir que se le retorcían las vísceras por la seguridad de saber que cuando Takara apareciera no iba a ser ni remotamente parecido.
Ya lo sabía, pero aun así dolía.
Ahora con Cho ahí se sentía mucho más tranquilo y motivado para salir, pues en cuanto Momo les dijo de sus planes para salir por la ciudad ella apoyo la idea. Aunque su argumento le sentó como piedra a Ryu:
— Takara me aviso que llegaría por la tarde. Mejor no estar cuando llegue y así lo dejamos que se tranquilice.
La sonrisa de pena le confirmaba a Ryu que Takara no estaba para nada contento con él en ese lugar. Pero eso era lo que ya esperaba.
Todavía no estaba convencido de salir pero si podía tener un momento a solas con Cho hablaría con ella del porqué de su repentina aparición. Air no parecía interesado y Hitomi estaba completamente descartada, Usagi y Yuzuru al igual que Takeshi bien podían decirle a Takara el motivo de su «visita» y aunque internamente le rogaba perdón a Azumi, su lado egoísta le suplicaba que por lo menos intentara hablar con Takara.
Las calles de Las Cataratas eran menos vistosas durante el día, pero eso no le quitaba belleza la lugar, y el constante sonido de fondo, lejano pero siempre presente del agua cayendo hacía de un sencillo paseo por la ciudad toda una experiencia —quintando el temor a que todo se hundiera de repente, claro está—.
Sin itinerario fueron a parar al mismo parque donde Momo y Hitomi recogieron a Ryu y Air por la noche.
El lugar era una mancha verde en medio de todo el mar de piedra que comprendía y constituía a la ciudad, además de los reflejos azules que el agua aportaba. No era el único parque, ni era la única zona con vegetación en Las Cataratas, pero definitivamente tenía su encanto.
El verde esmeralda se podía apreciar perfectamente a la lejanía. Desde las altas arboleadas hasta las interesantes bóvedas que obstaculizaban la vista hacia dentro del parque, sin llegar a ser molesto. Por el contrario, otorgaban una sensación de viajar a otro mundo al saltar de las empedradas calles a un bosque donde el sonido de los autos y las cascadas se minimizaba y el canto de los pájaros y el susurro de la briza reinaban.
Anduvieron por los pasillos; desde dentro los arboles no parecían tan frondosos como desde fuera, la luz del sol lograba pasar perfectamente, tanto entre los arboles como en aquellos techos que sombreaban algunos cuadrantes de pasto. Ryu se llegó a debatir entre si dichas estructuras fueron improvisadas por la naturaleza o cuidadosamente calculadas por algún paisajista pues eran el balance justo entre la luz y la oscuridad. Suficiente sol para que el pasto creciera y suficiente sombra para tirarse a echar una siesta sobre éste.
Contemplaron la fuente mucho rato, quizá creyeron que Ryu se sorprendería, pero como ya la había visto por la noche no fue una gran sorpresa. Empero, ahora y con plena luz era imposible no apreciar la majestuosidad de aquella obra.
La fuente de cristal solido quedaría guardada en su memoria por siempre.
Momo se despidió de ellos tras recibir una llamada, y antes de irse le planto un beso en la mejilla a Cho tan largo que logró incomodar a Ryu. No mucho después Usagi y Yuzuru alegaron que tenían hambre y que irían a comprar algo al mercado.
Dejaron la fuente atrás, y ya sin impórtale cómo hizo Cristalia para mover ese enorme trozo de cristal: Cho y Ryu se quedaron solos.
— Te noto preocupado —dijo Cho una vez que ambos estuvieron sentados en una de las bonitas áreas verdes del parque.
— Si, necesito hablar con Takara, pero…
— Quieres hablar con él.
Asintió un tanto apenado. Cho siempre tenía la cantidad justa entre la compresión y seguridad al hablar. Y ese equilibrio lograba equilibrar a Ryu, por esa misma razón sintió la confianza para contarle:
— Itzuno apareció en Akarium.