Vetus: El destino de las almas viejas

Prólogo

Duncan se encontraba sentado en su banca especial, se sentía aturdido por lo que había pasado una hora atrás. 

La noche estaba nublada y fría, el chico sentía el viento chocar fuertemente contra su cara y revolviendo su cabello de un lado a otro.

Se preguntaba si había causado algo de lo que pasó, extrañamente se sentía culpable sin saber porqué. Sólo quería dar una sorpresa a la chica que ocupaba sus pensamientos últimamente, pero todo resultó diferente a como lo había planeado.

Tal vez, había llegado en mal momento o había interrumpido una plática importante entre la chica y su invitado.

—¿Qué demonios hice mal? —El chico pasó sus manos sobre el cabello con frustración.

Se quedó pensando unos minutos mientras sentía el viento cada vez más frío.

De repente, escuchó un ruido detrás de él junto con una pequeña ráfaga de aire, de inmediato supo quién era por el aroma.

—Hola.—Amaris se sentó junto al chico y lo admiró por unos segundos.— Lamento lo que pasó hace un rato. Todo estaba muy...tenso.

El chico se volteó para ver a la chica, quién tenía sus ojos un poco rojos e hinchados, seguramente por llorar demasiado.

—Está bien ¿Quieres contarme? —Puso su mano con delicadeza sobre la pierna fría de la chica.

Ella negó bajando la cabeza y acarició la mano del chico, luego lo miró a los ojos.

—No, sólo quiero quedarme aquí contigo. —Recargó su cabeza en el hombro del chico y cerró los ojos, él coloco su cabeza sobre la de la chica percibiendo su característico aroma. Sandía y café.

Ambos se quedaron en silencio, solo se lograba escuchar el latido de ambos corazones, uno más rápido que el otro.

El chico sintió el calor corporal de la chica y dejó de sentir frío. Eso era algo que sólo Amaris podía lograr con un simple abrazo. Simple pero cálido y honesto.

—Te tenía una sorpresa para la noche, pero creo que ahora necesitas descansar. —Dijo separándose un poco para ver a Amaris a los ojos, una lágrima cayó por su mejilla y él la limpió con su pulgar.

—Perdón por arruinarlo, de verdad. Si aún quieres, puedes mostrarme la sorpresa. —La chica hizo el intento de sonreír, pero sólo salió una mueca que reflejaba tristeza.

—De acuerdo, pero insisto en que debes relájate un rato por lo menos, podría llevarte a una cafetería. —Miró a Amaris con insistencia hasta que ella aceptó rendida.

—Bien, pero esta vez yo pago, y no acepto un "no" como respuesta. —Sentenció mientras reía y veía como el chico volteaba los ojos divertido y asentía.

Ambos chicos se separaron del abrazo y entrelazaron sus manos para después caminar hacia la cafetería más cercana.  Cafeteria Blackwell, aquel sitio donde tuvieron su primera cita.

Llegaron y tomaron asiento en una mesa junto a la ventana. Ordenaron un café cada uno y la castaña pidió una dona rellena de mermelada de frambuesa, su favorita.

La chica le contó un poco sobre el conflicto que tuvo en casa momentos atrás. Duncan seguía sintiéndose un poco culpable por llegar en un momento tan inoportuno, piensa que creó más tensión en el lugar. Amaris insistió en que no agravó nada y debía dejar de culparse.

Después de su breve parada, finalmente, Duncan llevó a su chica al lugar de la sorpresa que tanto había planeado. Le pidió que cubriera sus ojos y confiara en él para guiarla.

Aquella sorpresa provocó un tornado de emociones en Amaris, pues no se esperaba aquel detalle por parte del chico. Aún creía que no era suficientemente buena para él, a pesar de que el pelinegro le dijera lo mucho que la amaba por salvarlo de su oscura soledad.

 

 

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Esta es una pequeña introducción a la historia, parece un poco fuera de contexto, pero entenderán si leen la trama completa.

Espero que les guste y se sientan cómodos a lo largo de esta aventura.

~Selene D.~




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