Sakura
Mi familia era un poco especial, tenía mucho poder en el país. Éramos los Dragones Negros. O para decirlo de una manera más sencilla: éramos los mafiosos que controlaban el 70% del Gempon desde las sombras.
Quería llevar una vida lo más normal posible así que en su día convencí a mi abuelo, el patriarca, para que me dejara ir a una escuela normal. Eso sí, me prepararon un piso franco que tenía un pasadizo secreto desde la mansión, por el que tenía que salir cada mañana e ir a la escuela con una identidad falsa (Sakura Usotsuki). Pero no sin haber aprendido a defenderme. Haber aprendido 21 golpes, los cuales prefería no llegar a tener que utilizar nunca, que con la fuerza adecuada podían matar a un hombre adulto. También me enseñaron a luchar con diferentes armas; tanto de fuego como blancas. Sobre todo utilizaba las tonfas (un tipo de arma similar a la porra de los policías, con un palo a los lados, pero más larga. Un estilo de lucha que me enseñó al principio mi padre y luego mi tio, Hatori Sanlen. Lo creó su familia hace más de 1000 años.
Además de todo eso estaba Tsuneo quien tenía el deber de velar por mí fuera de la mansión. Y también estaba Jeanne, mi prima de parte de padre, que iba al instituto conmigo. No sabía mucho de mafias y su padre no quería que se involucrara mucho, tampoco. Pero si me metía en problemas "normales" me querría proteger, ¡como si yo fuera la pequeña de las dos! La quería como si fuera una hermana.
Cuando llegué al hospital y pregunte en recepción por la habitación de Tsuneo ya era de noche. Me informaron que mi amigo había recuperado la conciencia ya. No pude aguantar la tentasión de preguntar también por el chico misterioso pero estaban en medio de su operación quirúrgica.
-Hola. -dije cuando entré en la habitación de mi amigo. Estaba preocupada por dentro pero no lo mostré demasiado por fuera. Si, incluso con mi mejor amigo y a solas, no me deshacía de mi máscara del todo.
Era un lugar bonito. Blanco y limpio como en todos los hospitales. Tenía un sofá y un sillón, en el que me senté con la delicadeza de una dama. Estaba junto a la cama, y desde allí se veía una mesa con flores al otro lado. El olor de algún tipo de ambientador suave y calmante llenaba el aire.
-Hola. -respondió de forma seca y desvió la mirada. Por su mirada supe que se había enterado de lo que había hecho por él. Debía sentirse avergonzado. ¿Un guardaespaldas salvado por la persona que tenía que proteger?
-Tranquilo, no le diré al abuelo nada de lo que ha pasado ahí fuera. Eres mi mejor amigo, y los amigos se cubren unos a otros. -me pareció que en parte se sentía aliviado de oír eso. Si el abuelo se enteraba lo mataría, y no de forma figurada. Pero sólo duró unos instantes, después volvió a la cara seria con ese aire un tanto derrotista y llena de arrepentimiento que tenía hacía unos momentos -Le he dicho a la policía que yo sólo te he encontrado. Además, para atar cabos sueltos y tal... - me mantuve en silencio un instante antes de añadir algo mas - He llamado a Boris, está de camino hacia aquí. Pero creo.... creo que antes de que llegue me debes alguna que otra explicación. -dije. Tragándome la ansiedad de su posible respuesta, me dispuse a preguntar.
- ¿Si? -dijo él mirandome a los ojos por primera vez. Aquellos ojos absolutamente negros, en ese momentos cansados y tristes.
-Sí. Necesito una explicación. ¿Quienes son en realidad esos tres? ¿Por qué decían que eres un ESPer? Y di la verdad Tsuneo. Sé cuando mientes incluso cuando lo intentas esconder. Siempre pierdes cuando apostamos a las cartas. -él apartó la mirada de nuevo y apretó los labios. Dió un corto suspiro, y se dispuso a hablar.
-Porque lo soy. -respondió él al final. Me tensé -Deja que te explique mi situación Sakura. ¿Te acuerdas cuando nos conocimos? Nos acabábamos de mudar desde Zinia y le pedíamos asilo a tu abuelo. Esto lo sabes, ya te lo había explicado, lo que no sabes es el "por qué". Aunque él sí. - respiro hondo antes de continuar -No vinimos aquí por casualidad, ya te lo debías imaginar. Huíamos. Huíamos de los Tigres de Jade, la mafia Zinesa -¡¡¿cómo?!! Estuve a punto de chillar escandalizada -, mi madre pensó que estaríamos mucho más seguros en territorio "enemigo". Todo empezó por una pelea contra otro ESPer en el patio de mi colegio. Se enteraron de mis habilidades ESP y de que tenía un potencial inmenso. Y lo querían para ellos.
Se hizo silencio durante un momento. No me lo podía creer, un ESPer! ¿Por qué me lo había estado ocultando tanto tiempo? Por un momento me cabreé. Él sabía perfectamente que odiaba aquel tipo de secretos, por los cambios fundamentales que provocaban en la vida de las personas. Aunque no lo podía culpar por ello. Debía tener miedo de que lo tratase diferente si me lo explicaba. Después de todo siempre anhelé tener ese poder y sentí envidia de quienes lo poseían. Quería una vida normal pero un tercio de la población eran ESPers y éso era lo suficientemente normal para mí. El siguió explicando:
-Enviaron unos extorsionadores, unos matones. Si no me podían tener nos matarían a los dos al final, ya sabes cómo funcionan este tipo de cosas. Se lo exigian a mi madre cada vez que venían a presionarla y ella me escondía los golpes que recibía y me venía a recoger al colegio con una sonrisa. Ya conoces como es. La realidad era que no quería que yo creciera como la mascota asesina de los Tigres de Jade. Así que concibió un plan de fuga. Un día al volver de casa todavía estaban allí. La pegaban muy fuerte. Parecía a punto de desmayarse. No pude aguantarlo. Cuando vi lo que hacían me enfadé, porque entendí de golpe que su comportamiento extraño se debía a esos tipos. Dos murieron y uno quedó en coma durante unos cuantos años. Este en especial era un psicométrico: una persona que puede ver el pasado de objetos, animales, o cosas según su especialidad, o todo al mismo tiempo si es suficientemente poderoso...