Sakura
Nos instalamos en el trastero para hacer el experimento. Tsuneo nos acompañaba como observador y no habló en todo el tiempo que estuvimos allí. Estabamos en una pequeña caseta situada a unos metros de la mansión que estaba repleta de las cosas mas extrañas. Tanto antiguas como modernas. Había bicicletas junto a un antiquísimo trabuco del gran continente, una máquina de escribir y la puerta de un coche que a saber qué haría alli, entre otras cosas.
Nos pusimos delante de la puerta de entrada, la cual estaba abierta de par en par. Habia una cantidad de polvo insoportable. Hacía tiempo que nadie ventilaba aquel sitio. Movimos una mesa que ya estaba allí desde hacía varias décadas e hicimos los preparativos para lo que estaba por venir. Sobre la mesa pusimos unos cuencos con unas hierbas de nombres imposibles de pronunciar para mí. Habían costado mucho de encontrar ya que la mayor parte estaban en extinción. Entre ellas también había otro bol, mayor que los demás, absolutamente vacío, un papel fino y una caja de herramientas.
Kurogane cogió una lima y raspó la hoja de la espada. Vi, sorprendida, como la espada regeneraba (no encuentro otro modo de decirlo) su parte dañada. También me percaté de la cara de dolor que hacía él mientras pasaba la lima por encima de su arma.
Dejó caer el polvo plateado en un papel fino y después lo amontonó doblándo el papel. Lo echó en el bol grande junto con el resto de ingredientes y añadió un poco de agua con un conjuro mientras lo machacaba con el mortero. Al final quedó como una especie de pasta. Después hizo un conjuro de energía en ella y me dijo:
-Necesito que hagas un conjuro de curación aquí, así será mucho más efectivo. O eso es lo que le oí decír a mi... madre. -desvió los ojos un momento antes de centrarse otra vez. Fuimos lanzando nuestros conjuros en el bol y la pasta empezó a crecer hasta el borde. Después, él, puso el contenido del recipiente en un barril de plata que el abuelo había mandado hacer para la ocasión. Continuamos haciendo conjuros.
-¿Que somos, alquimistas intentando crear la piedra filosofal? -comenté intentando no poner mala cara. Era un sentimiento mas bien extraño el que tenia; de sentirme estúpida, avergonzada e interesada al mismo tiempo.
-Más o menos. Pero lo que buscamos no es una quimera. -dijo él, mas concentrado en lo que hacía que en mis palabras. El líquido había ido creciendo de volumen con ayuda del agua, no parecia desaparecer con la sobredosis de agua, y ahora llenaba casi todo el contenedor -Ya está. ¡Para!
-¿Me podrías decir qué estamos haciendo, por favor? -dije impaciente.
-Si, ahora te lo cuento. -me miró frotándose las manos y dijo -Este líquido es el que unirá tu alma con el arma.
-¡¡¿El alma?!! ¿Como tú y yo? -dije mas bien asustada. Aunque no lo exterioricé.
-Similar, pero no. Gracias a la unión los efectos estarán presentes en el arma pero si te la cortaran por la mitad no moririas. Si me cortan a mí por la mitad si. -dijo él sin ningún rastro de broma en la voz.
-Las armas no están vivas, no pueden "morir". Suena lógico.
-¡Al contrario! Cuando completas la unión haces que el arma cobre "vida". Se vuelve una parte de tí. Si la "matan" la unión se deshará. Sería como si te cortaran un brazo. - tenia la expresión vacía.
-Uhg, eso tiene que doler. -dije yo.
-Si, un dolor indescriptible. De hecho sería mucho peor que el que te haría si te cortaran un brazo. Notas como te seccionan una parte de tu alma sin llegar a matarte. Mientras que el daño físico está limitado por el cerebro mediante la ausencia de dolor y el desmayo, al del alma no le pasa eso. -esta última frase me puso la piel de gallina. Vacilé unos instantes.
-¿Vale la pena? -pregunté intranquila.
-¿Has visto cómo se curaba? -dijo él serio.
-¿Que quieres decir? -pregunté sin entender del todo sus palabras.
-¡La espada! ¡Le he sacado virutas de metal, y se ha curado sola! Con los efectos de curación y de regeneración se repara sola. Hay un límite de recuperación, claro, pero nunca dejará de estar afilada. Puedo hacer conjuros desde ella como si fuera una esfera de magia, pero mucho mas rápidos y potentes. Como si de un váculo de esos que tienen los magos en tus libros y juegos, se tratara. Además, gracias a los efectos de fuerza, endurecer la piel y endurecer los huesos es prácticamente irrompible. Con el de ausencia de presencia podríamos llevarlas encima sin que nadie se diera cuenta. Y con el de neutralizar la corrosión no se estropeará más con el tiempo. ¿No crees que vale la pena? Es el compañero para toda una vida.
-Pero has sentido dolor cuando la has limado. Lo he visto en tu cara, lo he sentido a través del vínculo de nuestras almas. -dije preocupada.
-He tenido que hacer que fuera tan frágil como una espada normal. ¡Y me ha costado lo suyo hacerlo! Mira Sakura, eres la que tienes que decidir hacer o no hacer esto. Yo sólo he preparado el escenario. Si dices que no quieres después de todo el trabajo que hemos hecho no lo entenderé, pero lo respetaré, y si decides que aún no estás preparada te dejaré un tiempo para pensarlo más detenidamente. Aún así decide rápido, porque esta mezcla perderá sus propiedades en 1 hora aproximadamente. En cambio si ya estás decidida a hacerlo... dame tus tomfas que empezamos.
-¿Puedo tener boto en esa decisión? -comento una voz detrás de nosotros.
-¡Abuelo! -exclamé, era muy raro que se hubiera permitido un rato libre para venir hasta donde nos encontrábamos. Normalmente no descansaba hasta la noche si no era porque salía a comprar un arma rara para su colección.
-Puedes hacer lo que quieras Sakura, es tu decisión hacerte atrás o no. Aunque sería una vergüenza para el buen nombre de muestra familia retractarté aqui, niña. ¿En cuánto al arma... ya la has decidido? -preguntó desde la puerta.