Tsuneo
-¿Habláis de luchas igualadas? -comentó Kurogane que estaba apoyado en la puerta de la cabaña, medio dormido, frotándose los ojos -Da lo mismo. Venid dentro. El maestro Hanma nos ha convocado.
Nos levantamos para seguirlo y ya dentro el corpulento maestro herrero nos esperaba con el ceño fruncido y una expresion preocupada. Habló de manera muy seria:
-Hace casi dos semanas tendría que haber llegado un escuadrón de soldados del Tercer Bando para llevarse las armas que he estado haciendo junto a Kurogane, en sus ratos libres, durante estos últimos días. Pero aún no han llegado. Suzuka no puede mirar el tiempo de alguien que no ha visto nunca así que no sabemos qué les debe haber pasado pero creo que lo más probable es que los hayan interceptado por el camino.
Esta vez fuimos nosotros los que pusimos cara seria. Que los hubieran interceptado me pareció muy mala señal despues de recordar las últimas palabras de Suzuka el dia antrerior; "Se acerca la hora de partir". Y tal como temia se hizo realidad.
-En este caso sólo tengo la opción de ir a la base principal yo mismo para hacer la entrega. Como me ha pedido el general en una carta de respuesta a la que le envié yo mismo hace unos días, me marcharé en breve -dijo el viejo mientras se levantaba de la silla y apoyaba el peso de su cuerpo en sus grandiosas manos sobre, la mesa, como tenía por costumbre en momentos importantes.
-Quiero que os quedéis aquí y me cuideis la casa. Si no vuelvo en un mes dadme por muerto y huid de aquí.
-¡¡No, ni hablar!! -chillo Suzuka, con la desesperación en su mirada -¡Nono, no y no! -gritó otra vez levantándose de la mesa de golpe y poniendose en la misma posicion que su abuelo al otro lado de la mesa -¡Nos iremos mañana! ¡Y todos nosotros te acompañaremos a lo largo del camino!
Parecía otro de sus arrebatos caprichosos de Nina pequeña en su forma, pero gracias a nuestras charlas nocturnas y a que la había acompañado a lo largo del camino hacia su recuperación mental, si es que se la podia llamar así ya que aun no estaba bien del todo , sabía que no era eso lo que la preocupaba. Y como para constatar lo mucho que había mejorado su estabilidad mental y lo bien que la había llegado a conocer en esos últimos días, Susuka añadió:
-Así encontraremos menos soldados del Imperio emboscándonos. No te cansarás de hacer un escudo con tu hechicería y no te matarán. Nosotros te protegeremos, así que tampoco quedarás herido de muerte...
-Suzuka...
-Nos necesitarás. Estos magos aqui presentes, ya han hecho algún que otro trabajo para ti, ¿no es así? ¡Y creo que mi Tsu-Nui y yo también estamos lo suficiente bien capacitados ahora! -el hombre frunció el ceño y suspiró.
-Las misiones que les di a ellos eran misiones de inteligencia de bajo nivel de riesgo Suzuka. ¡Y tú no te puedes defender por un tiempo demasiado extendido por ti misma! Tienes un cuerpo demasiado débil y esto no es un juego del que puedas salir cuando te venga en gana. Al final te harás una carga para el grupo. ¿Qué pasará si desfalleces y ninguno de nosotros está lo suficiente cerca de ti como para evitar que te pase algo?
Dijo el hombre apretando los puños con solo imaginarlo.
-Kurogane y Sakura pueden venir conmigo si quieren ponerse en más peligro del que ya están por ayudarme. Pero tendrán que pensarselo bien, lo más probable es que incluso si llegamos bien a nuestro destino ya no podamos volver aquí. Además. Se implicarán por completo en el "Tercer bando" cosa que no estoy seguro de que quieran. En cuanto a ti Suzuka...
-No me lo podrás impedir. Y ellos te dirán que sí. -dió por toda respuesta la chica -¡Te seguiré, aunque sea arrastrándome como un gusano te seguiré! ¡No estoy dispuesta a perder el último miembro de mi familia! -Hanma pareció tambalearse por unos instantes.
Se sentó de nuevo en la silla como si fuera un peso muerto y al final dijo con voz apagada:
-Haz... haz lo que quieras. -después recuperó la compostura y dijo serio de nuevo -Pero ni te acercarás a la lucha si se llega a producir y si es inevitable no te apartarás un centímetro se Tsuneo. -Suzuka lo miró con los ojos entrecerrados y una sonrisa que decia que había ganado una gran batalla:
-Eso ya estaba previsto. -dijo mientras me miraba con una ternura infinita.
Me hizo sentir incómodo y no pude evitar seguirla con los ojos cuando se levantó y se fue dando saltitos le la casa. Esa sonrisa era hermosa, al contrario de las que acostumbraba. El abuelo Hanma se la quedó mirando.
-Hacía tiempo que no mostraba una verdadera sonrisa. Desde la muerta de sus padres. Pensé que no volvería a verla nunca más.
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Al día siguiente salimos de la cabaña y todos excepto Suzuka ayudamos al abuelo Hanma a cargar las armas en una carreta tirada por su bello buey, y después las tapamos con una lona. Sakura las hizo invisibles con un conjuro de luz. Luego me volví hacia el horizonte observando aquel paisaje por última vez.
En aquellos últimos pocos meses no le había prestado mucha atención al paisaje. Pero tenía que reconocer que era realmente magnífico: un bosque de hayas se extendí valle abajo, y pasando casi por el lado de la casita, teníamos un riachuelo que desaparecería con el tiempo rumbo suroeste. El pequeño claro donde se encontraba la cabaña tenía hierva fresca y hermosas flores por todos lados.
Nos pusimos en marcha.
Había pasado el mediodía cuando de repente, tal y como pronosticó Suzuka, nos asaltaron. Debían ser unos 30... a cada lado del camino. Habían salido de las copas de los árboles del bosque que atravesaba esa ruta. Iban encapuchados pero sabíamos que eran magos porque llevaban las sinsaka, las "marcas magicas", al descubierto. Saltamos del carro. Los estábamos esperando desde que Sakura y Kurogane dijeron "sentir" sus vidas y las formas que hacía el aire a su alrededor.