Suzuka
-¡Yo lucharé! -gritó Nie, la hechicera telequinetica, que era la única que quedaba viva de los cuatro más fuertes del "Tercer Bando" a parte de su capitan.
-¡Y yo! -exclamó este último. Jeka se levanto del lado de su hermano, que estaba malherido.
-Esperad un momento. -dijo Emun con una sonrisa malévola que me puso nerviosa -¿Quien ha dicho que pudierais elegir quién lucharía? Sois vosotros los que estáis siendo víctimas de mi amabilidad. ¡Y por lo tanto soy yo quien decide aquellos que lucharán! Y serán estos dos magos vinculados aquí delante! -dijo el "ser". Trague saliva ante la afirmación. Sabía a la perfección que Sakura y Kurogane no podían ganar.
-¿Cu... cuáles serán las reglas del duelo? -preguntó Sakura, apretando los dientes, sin parar de temblar. Pese a eso consiguió que su voz sonase como si no tuviese miedo a nada. La felicité por su autocontrol en mi interior. Yo no podría haber hecho lo mismo.
Y sí, en mi interior ya no era solo "la chica maga". Era mi rival amorosa, de la cual tenía celos y más celos porque la persona a quien amaba solo tenia ojos para ella aunque nunca le prestaban atención.
Antes no me preocupaba por esas cosas pero desde que mi mente se volvió más clara con los cuidados de mi amado Tsu-Nui, mis otras emociones fueron volviendo a mi. Desde que me perdoné errores pasados y perdoné errores de gente a mi alrrededor, que se fueron hace mucho tiempo, la verdad es que no pude evitar sentirlos.
-¡No lo puedes decir en serio Sakura, os matarán! -dijo mi amor inusualmente inquieto. Y allí estaban, los celos, retorciéndose.
Yo en cambio no quería decir nada por sus amigos, de echo, los prefería bien muertos. Pero mi amor sufriría si pasaba, lo pude sentir a través de nuestra conexión anagae. En ese momento sentía su miedo por Sakura, el terror puro por la sola posibilidad de perderla. Eso me impidió tomar la decisión de deshacerme de ella innumerables veces. Incluso...
-Él tiene razón. -dije entre dientes sin mucha convicción -Aunque ahora mismo no puedo ver qué pasará, no lo necesito para seber que moriréis haciendo algo tan idiota. -Emun sonrió y respondió a la pregunta de Sakura.
Me estremecí con cada palabra que pronunció. Ese hombre, o "ser" más bien, me provocaba sentimientos encontrados. Miedo y... por alguna razón, nostalgia. Por eso me sentía tan nerviosa a su alrededor.
-Será un dos contra dos, como dicta vuestra tradición, dentro de una semana. A muerte evidentemente. Se celebrará en el claro que hay detrás de aquella colina de allí y cada contendiente llevará tres testigos.
Kurogane asintio, serio, al parecer él también había decidido luchar.
-Además os daremos ventaja: hasta que muera uno de los dos no usaré mis "poderes divinos". ¡Lo juro por los dioses! Pero que eso no os alegre. Aunque me mateis a mí primero, éstos pasarán a ser de mi "buen compañero" Fenecon.
-¡¿Ha si?! -dijo el otro sorprendido -¡Pero si yo ni siquiera creo en tus supuestos dioses!
-¡Sin duda! ¡No importa que no creas en ellos, nunca es tarde para empezar a creer! -lo dijo con tanta sinceridad que no hubo manera de no creerle.
Sakura y Kurogane se miraron, ovservaron a su alrededor y sólo encontraron muerte y destrucción. Después volvieron sus ojos hacia Emun otra vez. Kurogane tembló ligeramente y apretó los labios. Sakura le cogió la mano inconscientemente. No creo ni que se diera cuenta. Nos miraron a nosotros antes de mirar al resto del "Tercer Bando" y nos dedicaron una luminosa sonrisa.
Dieron un paso hacia su adversario y dijeron los dos al mismo tiempo:
-¡Acepto!
-¡No! -dijo mi Tsu-Nui exaltado.
La verdad, a mí tampoco me hacía mucha gracia que se muriersen así, para salvarnos. Pero lo aceptaba y estavba agradecida. Debía ser su destino, pensaba. Todo el mundo muere en algún momento, era lo normal.
Y más tarde, usando los poderes de mi amado combinados con mi propia hechicería, podríamos escapar sin muchos problemas. Ya en otro lugar, apartado y tranquilo, podría dedicarme a lamer las heridas de mi Tsu-Nui y hacer que se enamorara de mi lentamente. ¡El plan perfecto! Y como extra yo estaría fuera de toda culpa.
-Es nuestra decisión. -dijo Sakura haciéndome despertar de mis cavilaciones.
-Es una decisión suicida. -dijo mi amor con cara dolida.
-No del todo. -dijo Kurogane con una seriedad poco típica de él. Me di cuenta, extrañada, de que creía en sus propias palabras. ¿Que nos había estado escondiendo en realidad? ¿Mi plan perfecto se iría al garete? -. Quizás... quizás os sorprenda lo poco humano que puedo llegar a ser a veces. -continuó diciendo. Él y Sakura se dedicaron una última mirada cómplice antes de soltarse las manos.
Emun sonrió aún más. ¿Era posible que él supiera el secreto de Kurogane? ¿Cómo? El monstruoso monje guerrero llamó a sus hombres en alto. Su grito fué tan fuerte que las hojas de los árboles temblaron.
-¡¡Nos marchamos!! - dijo con cara de satisfacción.
-Siento haberte puesto en esta situación. No sé que te pasará cuando se active "ese" poder, si es que lo logro, ¿pero me ayudas verdad? -le susurró Kurogane a Sakura en voz tan baja que oí la conversación de casualidad.
-Sí, te ayudaré. Yo también estoy metida en este berenjenales hasta el tuétano y lo más seguro es que tu... poder... sea nuestra única oportunidad contra ese monstruo.
-No creo que sea nada fácil, tendremos que entrenar mucho más que hasta ahora, y quizás aun así todo será inútil al final.
-Lo se. Estoy segura de que esta será nuestra única oportunidad de vencer a lo que el llama "poderes divinos" sean lo que sean. Tenemos que intentarlo por lo menos. -al final de su conversación no pude evitar añadir:
-Hump. ¿Por fin os decidisteis a contarnos que pasa con Kurogane? - se exaltaron, ya que los oí. Pero simplemente nos miraron sin decir nada más después.