Vida de Carrusel

Capítulo 2/ Doble E

Transcurrida una semana, me puse en contacto con Erick. Aunque sólo por qué revise mis bolsillos de mi pantalón momentos antes de lavarlo.

No hable más allá de un "hola" y me negué a responder preguntas que no vinieran al caso. Algunas veces bromeaba conmigo —creo que solo para molestarme —, lanzaba comentarios fuera de contexto y al final del caso me invitó a realizar la tarea un sábado en un parque cercano.

Ese sábado era hoy y me arregle lo mejor que pude:  tenis negros, camisa a cuadros, cuál la misma fue recubierta por mi suéter y unos jeans.

Llevé un poco de dinero para comer en la calle, la verdad me quería largar de allí sin las típicas preguntas "¿Adónde vas?, ¿Que vas a hacer?".

Ya cerca de la avenida principal —a dos calles del parque —veo a John con su grupo de amigos. Pasaron a un lado de mí, mirándome con sus amenazantes ojos, otros se tronaban los nudillos y algunos simplemente  cuchicheaban palabras de odio.

No niego que también fue mi culpa, todo esto. Al abrir mi gran boca, arruinando su fiesta de drogas y alcohol.

«—Ven, será divertido» Otra vez llega a mi pensamiento esa corta, pero devastadora frase.

Me di un auto-abrazo cuando recordé lo sucedido, poniéndome cabizbajo en plena avenida, para luego cruzar la calle e ir al parque.

»——†——«
 


Revise mi teléfono para buscar la ubicación que Erick me había enviado.

Pase un patio de juegos repleto de niños, por la banca donde las personas de la tercera edad alimentaban a las palomas y unas cuantas mesas de picnic.

Llegué a un kiosko de limonada, muy reciente por lo que se, debido a que la pintura era nueva y los mesones relucen de brillo.

—¡Amiguito! —me recibió el, con un abrazo que me incómodo.

—Sigues siendo un idiota ¿Recuerdas? —sarcásticamente lo replanteo, para que se quitará de encima.

—No, gracias —Reiteró la misma frase de hace una semana —. ¿Ahora que hacemos?

—Terminar el trabajo —respondí con serenidad en mi voz.

Vi una silla desocupada, así que me deje caer en ella, dejando a el  castaño de pie. El pidió algo de beber a una de las camareras y se sentó tan pronto como una silla se desocupó.

—Empecemos —comento amable, con entusiasmo por delante, puso su teléfono en modo grabación y lo dejo en la mesa—Nombre, apellido, edad y sexo.

La última parte no la entendí, pero tampoco le podía reprender.

—Elein Banel, 16 años y hombre —conteste, aclarándole esas dudas —Lo mismo te pregunto a ti.

El se rió en su asiento, posó sus brazos encima de la mesa y me miro fijo a los ojos.

—Erick River, 18 recién cumplidos y hombre. ¿No es curioso que nuestros nombres comiencen por "E"? —cambio su cara de feliz a confundido por haber visto esa coincidencia del espacio tiempo.

La mesera de hace rato arribo con nuestras bebidas. El ordenó una limonada simple y otra rosa para mí, lo cual me tenía impresionado y un poco intrigado.

—Eres como una limonada rosa —Aclaró, sorbiendo un poco de líquido.

—¿Porque dices esa estupidez? —sorbo un poco de ese líquido agrió y rosado. Mientras observó a los lados.

—Sera el hecho de que, afueras te ves atractiva y completamente normal; pero la realidad es que ocultas tu sabor agridulce al fondo del vaso. El verdadero tu. Siendo "rosa" para tratar de sobresalir del montón —compartió su análisis.

Otra vez, volvió a meter la pata.

Me puse de pie enfurecido, apoyando una mano en la mesa y luego convertí la otra suelta en un puño; tomé un poco de vuelo y la estrelle en la cara de ese sujeto. No se cayó, pero si retrocedió un poco en la misma silla.

No quiero dejar que esté tipazo luego se enorgullezca del hecho de haberme invitado una bebida. Así que me gire sobre mis talones, contraste la caja y fui a dónde estaba el cajero de traje amarillo para pagar.

—¿Va a pagar las dos limonadas? —con una amplia sonrisa en su rostro.

—No, que ese hijo de puta pague lo suyo —saque de mi cartera los dos dólares de la limonada y se los entregué. Con ironía notable—. Gracias —alargue la última palabra y me atreví a guiñar un ojo.

Pase al lado de Erick, aún adolorido del golpe, apoyado en la mesa y expulsando quejidos.
Manteniendo mi postura erguida y mi ego por las nubes. Después me podrá agradecer que esto le salió a mitad de precio, dejando las dos limonadas. Note como frotaba la zona previamente golpeada y enrojecida.

La verdad, ni las personas alrededor me molestaron y mucho menos me intimidaron. Nadie me detuvo o me regaño al respecto.

Más bien, pensaba que deberían agradecerme— en vez de mirarme con esas especulaciones de que cruel fui—, al darles un espectáculo de medio día.

Quería despejar la cabeza. Era como el bravucón que se aprovechaba del más débil, pese a que yo hacía el mismo papel de débil pero en otra situación.

Camine sin rumbo aparente, únicamente conmigo mismo y no era hora de ir a mi casa.

Llegué a la calle "Cherry", llena de panaderías y pastelerías en el área circundante. El olor a canela, vainilla y caramelo estaban impregnados en el aire en una verdadera ambrosía.

«Un dulce calmara mis penas» pensé ya estando en camino a un establecimiento de colores pastel.

Jalan de mi capucha con mucha fuerza, lo que me irrita la garganta y me llevan a un callejón. Todavía no podía visualizar la persona detrás de esto, todo paso en cuestión de segundos y no fue hasta que ya estuve en el callejón que decidí actuar.

Las manos de aquella persona abrazan mí cuello con mucha fuerza, me presiona contra la pared de la pastelería y me alza unos cuantos centímetros. Solo pensé en tomarlo de sus muñecas para tratar de zafarme de su agarre. Estaba siendo asfixiado, palabras cortadas eran lo único que podia articular y respiraba fuerte a través de mi boca.

Una nube de polvo evanescente se alza al aire, un gruñido se escuchó de parte de aquella presencia.



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En el texto hay: deprecion, amor lgbt, temas serios

Editado: 15.08.2021

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