«—Quédate, quieto —ordeno aquel hombre arrodillado, sujetando mis hombros y jadeando.
Temblaba por simplemente estar bajo su sombra, mi cara estaba totalmente mojada por mis nacientes lágrimas, una que otra vez se me escapaba un quejido.
Ese sujeto bajo más allá de lo permitido, bajando por el abdomen con la mano y llegó a mi sexualidad. Era la primera vez que lo hacía, donde aún tenía la pureza vigente en el cuerpo, así que la excitación era pronunciada. Solo gire mi cara, con mis ojos cerrados, sintiendo un placer cuando me masturba, a su vez que me sentía sucio.
No podía hacer mucho, otros chicos también me sujetaban. Unos las piernas, otros mis brazos y mientras tanto otro grababa la escena explícita de contenido adulto.
Atadas, estaban las chicas engañadas que vinieron y por desgracia le harían lo mismo. Llorando en otra habitación, sufriendo quien sabe que barbaridades y horrores.
El violador me miró y beso, transfiriendo el sabor de tabaco de su boca, a la mía. Gemía bajo, estaba agotado, todo después de que me di cuenta sobre las verdaderas intenciones de esto la pasé luchando.
Le rogaba a dios en ese momento, momento en el que creo que estaba ocupado: ya que nada vino a ayudarme. Recuerdo lo indeciso que estaba tras el tema de venir o no y aún fuí lo suficiente inepto como para no escuchar mi conciencia.
—A probar un poco de tu interior, especial —Ese hombre suspiró cortado, y no se contuvo más y bajo sus shorts.
Tenía una fuerte erección por debajo de las telas de sus boxer, el morbo que proyectaba a través de sus facciones era algo que nunca había visto.
Se escupe la mano, chorreando saliva y tratando de mantener gran parte de ella, paso siguiente, lubrica su sexo desde la base, hasta la punta. Cerré los ojos, esperando lo inevitable, esperando las fechorías de una mente pervertida y siniestra. »
»——†——«
—Hijo, despierta —susurro mi madre en las orillas de mi cama, despertando mis sentidos con un leve movimiento-. Un chico anda esperando por ti en la sala y perdón por hacerlo pasar. Solo... Que hace mucho que no traes a un amigo.
—No somos amigos —aclare con voz cansada estando aún dormido.
Me levanté a los pocos segundos, sentándome en el colchón con un poco de dolor de cabeza. Mi madre sale de la habitación sin decirme algo más, me quedé observando hacia la nada, hasta que me doy cuenta que Erick ya había llegado.
Cai de la cama, el dolor no me importo y fui directo a mi clóset. No tarde en ponerme algo de ropa cómoda, no me iba a esforzar en ponerme algo que se adaptará a la situación -ya que no lo sabía.
Me daba curiosidad donde me llevaría ese "demente". Por lo menos lo intentaba, algo que debía reconocer. Después de terminar de alistarme, bajo las escaleras con pesadez en mi cuerpo, sintiendo cada paso en mis caderas.
Al arribar en la sala, lo veo como trata de recibirme con un abrazo, lo cual esquivo y el cae, esperaba apoyarse de mi.
—Sigues siendo un idiota, ¿Recuerdas? —reitero esa exclusiva frase para el, me agacho y lo veo con satisfacción.
El soba su cabeza, para luego levantarse del suelo y ponerse delante de mi ser. Me levanto de nuevo, veo en segundos a mi madre asomada desde la cocina, me incómoda eso, así que decido actuar.
—Te espero afuera —proclamo, para luego darle la espalda a Erick y salir por la puerta principal.
Casi era medio día. Culpo el susto que lleve ayer por haberme desvelado y también a mis pensamientos asfixiantes de la madrugada.
No traje mi teléfono, así que me regreso a la casa, Erick estaba a medio camino, con sus manos en los bolsillos y postura relajada.
—¿A dónde vas? —pregunta el con la cara confundida.
Le señale con mi pulgar que regreso a la casa y luego extiendo mis dedos para tratar de decirle que me esperara. El asiente con la cabeza y yo continuo mi camino.
Abro la puerta y corro a la habitación, tomé el teléfono de la mesa de noche y no sé por qué quede nuevamente hipnotizado por el teléfono de John.
No quería sacar mis propias conclusiones sobre si es o no, el Travis que pienso. Sacudo mi cabeza para ignorar mi conciencia, respiró profundo para ver cómo aguantaré este día y que cosas haré en el mismo.
Al encender mi teléfono, reluce el recordatorio de mi próximo cumpleaños en la pantalla de inicio, solo lo tenía para poder decir con seguridad los años que tengo y actuar normal esos dias. Algo era seguro, no tendría un pastel y grandes amigos con cuál pasarla, ese día era como todos los demás; con las mismas 24hrs, el mismo amanecer y anochecer.
Exactamente igual.
Al regresar con Erick, el me invita a entrar en un auto, me negué rotundamente y camine por la acera. El no perdió el tiempo y prendió el gran motor de "su" camioneta.
Conducía al mismo nivel de mi paso, haciendo rugir una que otra vez el motor, trataba de bloquearlo de mi pensamiento pero... El idiota empezó a tocar la bocina.
—¡Ni siquiera sabes a dónde te llevaré! —exclama con alegría, sacando su hombro y apoyándolo en la ventana.
Tenia razón, pero tampoco quería dar mi brazo a torcer tan fácilmente. Quise esperar hasta llegar a la parada de autobús —para que pasará el tiempo —, sintiendo un poco de calor que emanaba la camioneta a mi costado, la acera estaba un poco destruida así que me caigo con unas de las grietas.
Erick no se percata de inmediato, al darse cuenta detiene la camioneta en seco, lo había dejado a pocos metros de distancia y saco su cabeza por la ventana.
—¿Estás bien? —pregunto un angustiado Erick, abriendo y bajando de la camioneta.
Me levanté casi al mismo tiempo en el que cai, sacudí el polvo de mis prendas y voy con dirección a la camioneta. Con la cabeza firme y los ojos cerrados, el orgullo que tenía no podía perderlo, así que, no respondo la pregunta y abro la puerta del copiloto con un movimiento de muñeca cuando ya estuve enfrente de la camioneta.