Vida entre dos mundos Lucy Grey 1° Entrega

LA CONDENA

“Muchos de los que viven merecen morir y algunos de los que mueren merecen la vida”.

Sabias palabras de un gran escritor como era John Ronald Reuel Tolkien.

 

Mi marido no merecía estar muerto, no se merecía esa muerte tan dolorosa y vengativa. Sin embargo, ese demonio sin escrúpulos merecía la muerte y se acababa de ir glorioso y convencido de que había ganado una lucha.

 

―Tenemos que irnos Lucy. ―Interrumpió mis pensamientos Tracy cogiéndome de la cintura.

―No voy a irme sin él. ―Le dije acercándome a mi marido con cuidado.

―Ya no puedes hacer nada. ―El gesto de abandono y desesperación que hizo mi amiga me aplastó sin compasión.

―Ella no, pero tú sí―de repente se escuchó Kevin con un cambio de voz gradual dirigiéndose a Dark. Sin darme apenas cuenta su cuerpo hizo un movimiento ágil y silencioso acercándose a él y dejándonos a nosotras a su espalda―. Conviérteme en un protector de la noche―le exigió con rostro inexpresivo.

Mi boca se abrió de asombro al escuchar esas palabras. ¿Cómo sabía él lo que Dark Fire era en realidad si jamás se interesó por ningún asunto sobre mi trabajo? Yo nunca le hablé de Tracy ni de ese mundo. ¿O llevaba más tiempo del que me pensaba muerto y tenía constancia de todo? ¿O es que Kevin sabía lo de su pasado oscuro tal y como me lo dijo Aamon, y estaba relacionado con ese mundo y nunca quiso decirme nada?

―No puedo. ―Le contestó evitando su mirada y atrayendo mi atención de nuevo. Dark estaba mintiendo, su mirada lo delataba.

―Hay una gran lucha dentro de dos días y no voy a dejar que a mi mujer le hagan daño. El día que la conocí le juré que siempre estaría a su lado protegiéndola de cualquier cosa y así lo voy a hacer. Conviérteme en un demonio, sé que puedes hacerlo. ―En el rostro de mi marido se dibujó una fina sonrisa de afirmación y provocación. Sus palabras hicieron que mis ojos soltaran una lágrima, ese sí era Kevin, mi marido, mi protector.

―No le va a pasar nada a Lucy, Dark la mandará a la tierra. ―Interrumpió Tracy atrayendo la atención de los dos.

―Tampoco puedo…, le ha traído Aamon y debe ser él quien le dé el regreso ―dijo Dark con la mirada atrapada en la de Kevin.

― ¿Qué? Entonces si él muere me quedaré atrapada para siempre aquí… ¿y mi bebé?

―Si él muere seré yo quien te dé regreso a la tierra, porque tu alma ya no estará ligada a nadie, mientras tanto no puedo hacer nada más.

―Te repito que sí puedes. ―Volvió a exigir Kevin cuadrando los hombros.

―Tu alma tiene dueño, Aamon, y no puedo hacer nada. ―Le reprochó algo irritado volviendo a evitar su mirada.

―La única dueña de mi alma es mi mujer… ―abrió los ojos todo lo que pudo para realzar sus palabras―. ¿Me vas a ayudar Dark Fire? Es lo menos que puedes hacer por mí, después de lo que le ha pasado a Lucy, después de lo que me ha pasado a mí. ―Esto último lo dijo mirándome de reojo. En ese momento sentí el deseo de abrazarle, pero no pude.

― ¿Me estás echando la culpa de ello? ―Le contestó sacando su furia y dando un paso hacia él.

―Brian, hazlo, por favor…, sé que puedes. ―Le suplicó Tracy con culpabilidad.

Él nos miró a las dos y le asentí con la cabeza apoyando las palabras de Tracy porque, aunque nunca quise culparla, todo esto había pasado por ella. En cuanto Tracy le pidió que lo hiciera, los labios de Dark se cerraron en un gesto de aceptación, sabiendo que había perdido esa discusión, no podía decirle que no a su amada. Los ojos de mi marido se cerraron por un instante y me pregunté si ese gesto era de alivio o desesperación.

Después de una pausa respetuosa por parte de todos, Dark se acercó a Kevin y con cuidado posó la palma de su mano en el pecho de él. Un oscuro humo grisáceo comenzó a emerger del suelo rodeando sus cuerpos, y haciendo que la sala se quedara completamente oscura.

 

Al principio me asusté al no entender con exactitud lo que estaba ocurriendo e intenté por todos los medios agarrarme de la mano del alma de mi marido, pero Tracy cogiéndome con delicadeza y susurrándome al oído que no pasaba nada, me llevó hasta la pared más cercana, donde abrazadas nos quedamos mirando lo que estaba sucediendo. Dark Fire estaba transformando a mi marido en lo que él era; un demonio.

 

Allí en silencio, esperamos.

 

Cuando ese humo gris se desvaneció de la sala, en lo primero que se fijaron mis ojos fue en como el alma brillante y plateada de mi marido, la cual me había cegado minutos antes, había desaparecido para dejar paso a un ser oscuro y lleno de vida. El cuerpo de Kevin, como sus gestos, se habían endurecido hasta el punto de no parecer él, sus ropas negras le daban un aspecto malvado y ese color negro que le bañaban los ojos habían hecho que desapareciera por completo el azul cielo que me volvía loca en la tierra. Sin dejar de nombrar su pelo castaño que se había convertido en el más oscuro negro del carbón. Aun con la mano de Dark en su pecho las primeras palabras de mi marido fueron las más acertadas en ese momento, unas palabras que me hicieron feliz y que riera de satisfacción al sentir en ellas que Kevin, aunque con apariencia demoníaca, estaba vivo.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.