Vidas Paranormales.

Capítulo 9-Terrores Nocturnos.

Viernes por la noche, un día antes de la caza del kitsune; Uriel se encontraba en el hospital general de Nueva Orleans, todo allí era blanco, olía a desinfectante y se escuchaba el murmullo de las personas que iba diario allí por muchas razones. Aquella noche Uriel se encontraba allí haciéndose pasar por detective privado, estaba investigando un caso que según él podría estar vinculado a uno de los fugitivos del infierno. En la sala de cuidados intensivos, se encontraba una mujer, estaba toda golpeada e inconsciente; Uriel la inspecciona con cuidado, sus uñas, sus pies, los moretones que tenía por todo el cuerpo. En eso estaba hasta que fue interrumpido por una de las enfermeras del lugar.

—¡¿Que cree que está haciendo?! —preguntó la enfermera sorprendida por esta misteriosa visita.

—Mi nombre es Uriel Heaven, soy detective privado —se presentó mostrando su tarjeta—. Me contrataron para resolver este caso, este es el tercero de una serie extraña de violaciones, necesito todo lo que pueda darme sobre la víctima, Srta... Rivas.

—De acuerdo, espere aquí, le traeré una copia del informe.

Mientras esperaba, Uriel volvió a inspeccionar a la mujer; se concentro en el vientre, usó su Tercer Ojo para ver dentro de ella, para su suerte no había nada que pueda preocuparle. La enfermera volvió y le entregó el informe de aquella mujer. Fue encontrada por su hermana quien la encontró gritando, nadie estaba en la habitación, pero fue hallada con varios golpes en todo el cuerpo y rastros de violación, no se encontraron rastros de ADN; Uriel sabía que esto fue igual que en los otros dos casos. Por la mañana siguiente, informó por teléfono a su hermana Raguel sobre otro fugitivo que se encontraba en los bosques, después realizo otra llamada, llamaba a Samuel Dupont, el mejor amigo de Shawn.

—Hola Samuel, necesito que me ayudes con un caso que estoy trabajando.

—Ay, lo siento Uriel, tengo tarea de historia que hacer ¿por qué no se lo pides a Shawn? Él termino su tarea hace tiempo.

—Está trabajando con Raguel y Gabriel en otro caso fuera de Nueva Orleans... ¿de qué es la tarea? —preguntó Uriel con una plan en mente.

—Son un montón de preguntas de historia ¿por qué? —preguntó Samuel confundido.

—Solo dímelas y yo te diré las respuestas —dijo Uriel despreocupado tomándose su tiempo para responder cada pregunta con detalle.

Después de media hora Samuel llegó a la oficina de Uriel, donde lleva a cabo sus investigaciones; Samuel se veía algo preocupado, el no tenía ningún talento especial como Shawn, no estaba seguro de por qué Uriel lo necesitaba; al entrar se encontró con aquel ángel revisando con mucha atención los registros que tenía del caso.

—Me alegra que vinieras —dijo Uriel sin apartar los ojos de las carpetas—. Tener tu compañía es algo reconfortante, uno se siente raro si habla consigo mismo mucho rato. Vamos al grano; aquí esta el caso.

Samuel le dio una rápida hojeada a los archivos, veía con terror lo que le había pasado a esas mujeres. Se hartó rápidamente y las dejó en el escritorio.

—¿Cómo sabes que esto tiene que ver con un fugitivo? —preguntó Samuel sin poder sacarse esas imágenes de la cabeza.

Uriel expreso una pequeña risa por la incredulidad de Samuel antes de responder.

—Yo lo sé todo, así de simple, cuando ocurrió el segundo caso empecé a sospechar y el tercero confirmo mis sospechas. Es posible que se trate de un ser demoníaco llamado Íncubo.

—Oh, Shawn me hablo de eso una vez... es un demonio que tiene relaciones sexuales con hombres ¿no?

—Incorrecto, eso es un súcubo, este es un íncubo, son demonios que tienen relaciones sexuales con mujeres. Lo que tenemos que hacer es encontrarlo y evitar que lastime a más mujeres.

Al decir eso el timbre del apartamento suena, cuando Samuel abre la puerta resulta ser Lilith; vestida con una minifalda y una camisa que realzaba su busto.

—Ví las noticias, parece que tienen a un Íncubo en sus manos —dijo Lilith dirigiéndose directamente a Uriel—. Ayudaré.

—¿De verdad? Antes parecías muy poco interesada en ayudar, ¿qué cambió? —peguntó Uriel desconfiando un poco de lo que decía su hermana.

—Esto es diferente, yo respeto todo tipo de lujuria, siempre que no se lastime a nadie —declaró poniéndose seria—. La lujuria que expresa este Íncubo es repulsiva, no permitiré que algo así suceda como el pecado capital de la lujuria.

Uriel miró a los ojos a su hermana menor unos segundos y dedujo que no tenía razón para mentir.

—Si quieres ayudar, no te detendré —dijo Uriel dándole los archivos a Lilith—. Samuel ayúdame por favor a inspeccionar las escenas del crimen mientras Lilith mira los archivos para ver si tienen algo en común.

Los hombres salieron de la oficina, Lilith se quedó viendo a detalle todos los casos, se ve en su cara el asco que siente por ver todo esto. Mientras ellos dos caminaban hasta la última escena del crimen, Samuel no pudo aguantar la curiosidad y decidió hacerle una pregunta muy importante a Uriel.

—Uriel, he notado que tú no estás muy conforme con que Lucifer y Lilith se queden en la tierra ¿hay alguna razón para eso?

—Los caídos son criminales, cometieron pecados tan graves que tuvieron que ser enviados al infierno, donde enloquecieron y se volvieron más poderosos, en especial Lucifer, quien fue el primero de ellos; es ilógico por parte de mi padre permitirles a dos príncipes del infierno andar a sus anchas por el mundo.

—Pero ¿cómo es que alguien tan agradable como Lilith pudo convertirse en la Séptima Princesa del Infierno?

Uriel lanzo un gran suspiro al aire, dicho suspiro estaba cargado de nostalgia.

—Mi hermana siempre fue una persona muy... ingenua —explicó con lástima—. Había un culto en la antigua Babilonia, que consideraba el sexo como algo sagrado. Lilith fue seducida por eso y provocó que el culto cayerá aún más en la depravación. Lilith despertó un hambre sexual insaciable y comenzó a seducir a un montón de hombres y mujeres para acostarse con ellos una y otra vez hasta el hartazgo. La lujuria se apoderó de la ciudad en poco tiempo y nuestro Padre la condenó a ser enviada al infierno, donde se volvió el pecado capital de la lujuria.




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