VIKTOR
Por
WingzemonX & Denisse-chan
Capítulo 16.
Cadete Maximali
El cadete Siegiel Alvis Maximali aguardaba paciente en su asiento en la sala de espera, acompañado por sólo otros cuatro que, al igual que él, iban a presentar su examen para oficial ese mismo día, sumados a los otros dos que habían ya atravesado aquella puerta gruesa de roble que llevaba hacia el auditorio de la academia; o, más específico, al escenario ante la mesa de examinadores que calificarían su trabajo.
El examen para oficial era algo meramente opcional. Cualquier graduado de la Academia Militar de HelioPolis salía ya preparado y listo para ser asignado a cualquiera de las bases del Ejército Real en alguna de las Catorce Ciudades. E incluso, dependiendo de sus calificaciones y recomendaciones de sus profesores, el propio cadete podría sugerir o elegir a qué ciudad quería ser asignado. Este examen adicional se reservaba para aquellos de mayor desempeño durante sus dos años en la Academia, y que aspiraban a subir rápidamente, ganándose desde el inicio de su carrera militar el rango de cabo, o incluso sargento del ejército.
Siegiel cumplía con todos los requisitos. Ya había terminado con éxito todas sus clases y entrenamiento, y saldría de ahí con honores, listo para elegir la base que quisiera; e incluso, en su caso particular, el rango que quisiera, incluso si no realizaba ese examen. Pero Siegiel quería lograr mucho más, y quería lograrlo con su propio esfuerzo y dedicación. Así que nunca hubo duda en él en que tendría que pasar por esa puerta al final de su preparación.
No estaba nervioso. Había trabajado duro en su propuesta, cuya copia descansaba sobre sus piernas en esos momentos junto con sus notas, y se sentía más que preparado para presentarla y defenderla. Y, bueno… sería terco de su parte ignorar el hecho de que contaba con una pequeña ventaja por encima de sus demás compañeros que hacían el examen ese día, pero no estaba en sus planes que sólo eso hablara por él; su meta máxima era que su investigación y trabajo lo hicieran por sí mismos e impresionaran a los examinadores.
Sólo así lograr su meta significaría algo. De otra forma, sería un inmerecido regalo más, como tantos que le habían dado en su vida.
La puerta de roble se abrió de pronto, y de inmediato Siegiel y los demás cadetes alzaron sus miradas, expectantes. La asistente de la Teniente Volpen, una Nosferatis de cabello negro y anteojos, revisó la lista que traía en sus manos, buscado el nombre del siguiente cadete a pasar.
—Siegiel Alvis… —hubo una pequeña pausa, en la que su rostro mutó en un instante de profundo tedio a marcado asombro—. ¿Maximali? —pronunció atónita.
—Soy yo —respondió Siegiel con firmeza, poniéndose de pie. La asistente alzó rápidamente su mirada y la fijó en él. El asombro en su rostro, por supuesto, se volvió aún mayor.
Y claro, esto no se debía, directamente, a la peculiar apariencia del cadete Maximali; a rostro redondo de piel azulada oscura con marcas negras en él, sin nariz, y con dos ojos grandes de esclerótica totalmente negra e iris de un azul tan claro que casi parecía blanco; ni a sus orejas grandes y puntiagudas que sobresalían de los lados de su cabeza, ligeramente inclinadas hacia abajo; o a su cabello negro, lacio y brillante que caía como una cascada de oscuridad sobre sus hombros.
La asistente muy seguramente ya había visto en otros años a cadetes como él, ahí mismo en los jardines, pasillos y salones de esa academia. Pero lo que de seguro juraba nunca haber visto antes, y lo recordaría sin duda de haber sido así, era a un Lord Miravist que se presentara por propia voluntad a hacer el examen para oficial.
—Disculpe, excelencia —pronunció la asistente rápidamente al darse cuenta de que se había quedado callada más de la cuenta, observando al muchacho. Inclinó ligeramente la cabeza con respeto—. Puede pasar.
Siegiel suspiró ligeramente ante aquel cambio en el trato de la asistente y que, estaba seguro, no le daba a ningún otro cadete en esa academia. Intentó no darle importancia, y se dirigió con paso firme a la puerta, llevando consigo la copia de su trabajo.
El auditorio se encontraba en ese momento casi vacío, salvo por supuesto por la mesa de examinadores colocada frente al escenario, ocupada en esos momentos por cinco personas. Entre ellos se encontraba la Teniente Volpen, directora de la academia, una Spekerus alta de rostro duro; y el General McLorg, un Lycanis grande y fuerte de barba plateada, jefe de la base del Ejército Real en HelioPolis; los acompañaban además tres profesores más de la academia que Siegiel conocía bien.
En los asientos del público había además unos doce curiosos que eran meramente observadores; profesores, y otros militares de diferentes rangos.
Los cinco miembros de la mesa de examinadores conversaban entre ellos animadamente, quizás discutiendo la presentación del cadete anterior, cuando Siegiel salió al escenario desde un costado. En cuanto apareció, las voces se fueron apagando una a una, y las miradas se fueron fijando irremediablemente en él, acompañadas de diferentes grados de asombro y confusión.
Todos los ahí presentes lo conocían de alguna forma; cada Miravist que pasaba por la Academia se ganaba la atención de todo el profesorado, así que no era eso lo que causaba esa reacción. Al igual que con la asistente de la Teniente, lo más probable era que no se esperaban verlo de verdad en ese escenario ese día.
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Editado: 04.05.2025