Alex estaba en la habitación junto a Diana. Ella entró al ver que Amanda se había ido. Se acostó en la cama y de "broma" le decía "tómame". Se reían por la cantidad de alcohol y nerviosismo en su sangre. Él cubrió sus ojos con la intención de no hacer algo que Amanda pudiera tomar como objeto para gritarle una vez más. Diana por su parte dejó de insistir, se había cansado. No iba a obligarlo a nada. El chico lanzó prendas al azar encima de ella.
—Listo, puedes mirar —la chica le mostró el conjunto y se dio la vuelta para modelar— ¿Qué opinas?
—Que todo te queda bien —sonrió—. Eres hermosa. Deberías conseguir un buen novio —lo decía de la manera más pura e inocente.
—No sirvo para las relaciones serias —acomodaba su ropa de manera más sensual para ignorar el comentario.
—¿Lo has intentado siquiera? —salió a ver qué hacía Julieta y la encontró llorando. Supo lo que tenía que hacer— Deberías irte, por lo que pasó con Amanda... —suspiró— Tú entiendes.
—¿Lo dices en serio? —entendió desde un principio que no era por lo que decía, sino por Julieta. Lo aceptó sin quejarse. Tenía sus propias razones.
—... No te voy a mentir diciéndote que Amanda es más hermosa que tú. Yo estoy con ella y por eso debo verla así, pero si alguien más las compara, tú saldrías ganando por mucho —suspiro mientras la chica sonreía por el comentario—. Pero soy su novio —la hizo sentir peor que antes— En verdad, si algún día yo terminara con ella... Sé que estarías para mí y no sólo de esa manera sensual con la que siempre estás, sino como mi amiga —reía con algo de vergüenza. Se ruborizó— Perdón por no poder corresponder tus sentimientos.
—Está bien, Alex —se levantó y le dio pequeños golpes en la mejilla—. No te necesito a ti cuando puedo conseguir a cualquier otra persona —se marchó tras pedir una botella de vodka.
El pelinegro no hizo nada más que verla irse tras ese extraño comportamiento, igual que con Amanda, no movió un solo dedo para detenerla. Alex levantó a Melissa en sus brazos y la llevó al cuarto de huéspedes donde la recostó, la cobijó y le dio un beso de buenas noches. Vio a Julieta conversar con la madre de Melissa mientras él buscaba algo de comer. Cuando ambos se sentaron a hablar, tras una corta charla acerca de otras cosas, buscaron desahogarse mutuamente.
—¿Viste lo que hizo Amanda? —preguntó Alex escondiéndose entre sus rodillas
—Tú eres el idiota que se dejaba de Diana —él la miró con tierno enojo.
—Tú fuiste la que se acostó con ella —Julieta le contó solamente lo que había pasado la última vez por haber estado bebida y risueña, no debió haberlo hecho— Yo no hice más que jugar en la piscina. Amanda nunca quiere jugar conmigo porque dice que se le moja el cabello... y tampoco le gusta emborracharse... —miró hacia el techo intentando liberar su estrés— Odio esto —se desahogó con un grito en bajo.
—Amanda estaba muy celosa —bostezo— ¿No has visto a Diana? ¿Estás ciego acaso?
—Claro que la he visto —murmuró—. Me siento un completo idiota.
—Ya cállate, es suficiente...
Sin darse cuenta, terminaron hablando de lo bien que se veía mientras estaba desnuda. Reían, pero sabían que en lo más profundo de su ser que ninguno se encontraba bien. Diana era el pecado que todos deseaban cometer pero que muy pocos se atrevían. Aquella mujer era el pecado que Julieta cometió varias veces. Se había vuelto hacía mucho tiempo una pecadora reincidente. Alex, en cambio, si no fuera por Amanda, no le importaría ganarse todo el infierno con tal de tener a Diana moviéndose encima suyo. O tal vez no era solo Diana. Tal vez solo buscaba ser dominado por alguien.
—Adoro sus piernas, además cuando gime es increíble —Julieta recordaba todas las veces en las que le pidió estar con ella.
—No digas eso, soy fiel a Amanda, totalmente fiel —se torturaba a sí mismo al decirlo—. Totalmente fiel.
—Cuando pasas tu lengua por sus pechos y ella te agarra del cabello pidiendo que se lo hagas aún más fuerte... Cuando te pide que la muerdas y que le dejes marcas —Alex no soportaba. Respiraba con dificultad entre risas a bajo volumen— Creo que lo que más me gustó fue cuando brincaba encima mío... —dejó una gran pausa mientras veía cómo Alex reaccionaba.
—¿Y? ¿Y qué más? —no pudo evitar su instinto.
—¿Quieres saber más? —reía bebiendo una cerveza.
—Ya sé lo que dije, solo termíname de contar y no volveré a preguntar —puso las manos en señal de plegaria— ¡Por favor, maestra! —la hizo reír de manera dulce
—Ella brinca y rebota —se sentó al lado de Alex mientras prendía la televisión y el Xbox— Se frota ella misma contra tu pierna y jamás olvida de repetir tu nombre cuando está a punto de terminar.
—Amanda jamás dice mi nombre —tomó los controles.
—¿Es en serio? —preguntó incrédula.
—Si —sonaba decepcionado—. Jamás gime mi nombre, aunque se lo pida —tomó una mala actitud, una parte de su personalidad que sólo salía con Julieta—. Dice que no le gusta decir esas cosas pervertidas —suspiró.
—Debe ser horrible —el otro asintió con algo de odio.
—Solo sigue contándome —Julieta eligió un juego de pelea y empezaron a jugar.
—Ella besaba mi cuello y luego me mordía las piernas. Bajaba mientras me lamía y ella mismo se tocaba. Sonaba muy bien cuando se frotaba contra mí —se había puesto roja— Luego metía mis dedos en su boca y hacía que la tocara yo.
—Amanda no se mueve jamás cuando lo hacemos, odio lo tiesa y aburrida que se pone —por enojo se puso a jugar de manera seria—. Se parece a un maldito tronco.
—Y eso que ella te presume diciendo que eres el mejor en la cama —rio de manera sarcástica.
—¿Lo comprobamos? —usó su perversión sabiendo que se iba a negar.
—No gracias, tengo suficiente con lo que Amanda suele contarnos —prefería a las chicas— Como sea, Diana quería hacerlo todo, me pidió que la amarrara porque quería que yo tomara el mando —Alex se burló de eso—. Imagina que a alguien tan activa como yo le digan eso —chasqueó los dientes—. Claro que la dominé.