El día domingo pasó de manera fugaz. Todos se dieron un tiempo para respirar su propio aire. Nadie habló con nadie. Se notaba el miedo que tenían de lo que fuera a ocurrir la mañana del día lunes. En el campus. En las clases de finanzas.
La madrugada del inicio de semana, a las 3am, Noah se despertó por su alarma. Salió de su habitación de manera silenciosa a bañarse asegurándose de que la puerta estuviera bien cerrada y su hermana estuviera dormida.
Mientras veía la nada, dejaba caer el agua fría en su cabeza y cuerpo. Lloró un poco antes de ir a clases. Estaba cansado de todo lo que le pasaba en la casa. Deseaba escapar, pero no tenía dinero suficiente para ello. Quien lo había mantenido por ocho meses había sido Akram. Ahora que no estaba con él, se sentía obligado a buscar un trabajo nuevamente, pero por la liberación de su padre, tenía que escapar antes de que fuera demasiado tarde. Cuando notó que sus dedos estaban morados, se dio cuenta de que había vuelto a perder el control de su mente. Decidió caminar en el frío de la madrugada para idear un plan.
Alex había despertado con el sonido entrante de una llamada, cosa que lo había hecho sentir terrible. Era su hermano que solo lo molestó diciendo que no olvidara las cuentas y que “se dejara de gastar el dinero en alcohol”. Sintió que había empezado mal el día.
Antes de bañarse, en el espejo se encontró con su mirada ojerosa, su nariz algo morada y aquel rasguño que cubría gran parte de su rostro. Deseó seriamente no tener que ir el día de hoy, pero su trabajo en la universidad era importante. Tras tomar el desayuno y el casco de su moto, vagó mucho en la idea de si ir a ver o no a Amanda a su casa. Al final, tras varios minutos de pensar, decidió no hacerlo por su propia seguridad. Tanto física como mental. Esperaría a que pudieran hablar en clases para no sufrir lo de hace dos noches y tener a Julieta cerca si es que era necesario.
Al llegar y no encontrarla en clases, se sintió terrible. Por su mente pasaban todos los posibles escenarios en los que ella lo estaba esperando en la puerta. Tomó su celular y había varios mensajes que le decían que fuera a verla. A todos y cada uno de ellos los ignoró por miedo a lo que acababa de hacer. Logró estar más en calma el momento en el que reconoció la figura de Julieta acercarse con una sonrisa. Cuando hicieron contacto visual no pudieron decir nada. Soltaron una pequeña risa en la cual Alex cubrió su rostro con un brazo.
—No digas nada, por favor —murmuró—. Ya sé que me veo como la mierda.
—Me callo entonces —subió sus pies al escritorio.
—No hagas eso, no seas maleducada —lo hizo reír.
—¿Qué pasó contigo, Alex? —le pellizcó la mejilla— Te dejé apenas un día y ahora que te veo te metiste en una pelea —suspiró— ¿Qué pasó? ¿Te volviste a ver con Noah? —estaba intrigada.
—Hubiera valido más la pena si el que me hubiera golpeado fuera él.
Mientras Alex le explicaba acerca de que el rasguño no había sido de parte del otro chico sino de parte de Amanda, Julieta rio pensando que era una broma. Cuando vio que estaba a punto de llorar fue cuando lo tomó en serio. Lo ayudó a maquillarse para que no se vieran tanto sus lastimados y le explicó que no podía dejar que eso volviera a ocurrir pues se podría volver peligroso. Alex no la tomó demasiado en cuenta.
Cuando Noah llegó, se negó a ver a los ojos a cualquier persona. Se recostó en su puesto. Callado, tímido y seriamente asustado por el hecho de que Akram sería el primer maestro que le daría clases.
A pesar de ver que Alex se distrajo por el chico que acababa de llegar, Julieta le habló acerca de sus problemas. No logró nada más que desahogarse al poner sus sentimientos en palabras. Le daba risa ver cómo los ojos del pelinegro brillaban en ese instante al ver al otro chico. Aquella mirada infantil la hacía sentir bien. Diana llegó para llevarse a Julieta quien no se negó en ningún momento. Parecían más cercanas que nunca y eso era extraño para todos en el lugar.
Alex se quedó esperando a Amanda en el mismo lugar. Al empezar las clases, dejó de ver a Noah. Estaba asustado de la llegada de la mujer, asustado de lo que ella podría decirle por no haber ido a verla.
—Señorita —le llamó la atención el maestro mientras Amanda entraba sin permiso a la clase—. Vaya a sentarse, sin problema —cada quien tenía sus propios problemas, él evitó lidiar con aquella cara de odio—. Continuemos... —suficiente tenía con la de Noah.
—Buenos días —saludó Alex con cierta frialdad.
—¿Por qué no fuiste a verme? —no quería verlo, quería golpearlo.
—Perdón... No sabía qué hacer después de lo que pasó —ella lo miró con odio, sus ojos estaban irritados de tanto llorar.
—Irme a ver hubiera sido lo mínimo —reclamó.
—... lo lamento —se escondió entre sus brazos con vergüenza de no haberla ido.
En lo más profundo de él sabía que tenía que terminar esa relación, pero la mezcla de sentimiento de culpa por Noah y terror por los golpes había sido suficiente como para evitar que lo lograra.
—Espero no le hayas dicho a Julieta lo que pasó —no hubo respuesta— ¿Le dijiste?
—No, no podría —sintió una fuerte presión en su muñeca.
—No te creo —clavó sus uñas en la piel del chico. Hizo que se estremeciera por el dolor punzante y sin previo aviso— Cállate y no le digas nada a nadie —se acercó a su oído— ¿Tú crees que alguien te va a creer? Yo soy tu novia —rio— Tú fuiste el que me engañó. Estoy en todo mi derecho de estar enojada.
Más que sentirse indignado por aquellas palabras, Alex sintió miedo. Tembló completamente cuando sintió que su cuerpo sudaba en frío. Arañó sus manos. Conectó su mirada con la de Julieta quien estaba preparada para correr si es que le daba uno de sus episodios. Alex miró a Noah a lo lejos, conectó miradas también con él. Lo vio suspirar, sonreír con algo de vergüenza, agitar su mano para saludarlo y darse vuelta. Por ambas miradas, se tranquilizó al punto de querer dormir en ese mismo instante.