—¡Joder, Alex! ¡Buenas noches, dormilón! —ver a Dagan tratarlo de la misma manera y no como alguien asqueroso o culpable, lo hizo sentir aliviado— Pensé que no ibas a venir hoy —logró hacer que aquel momento no hubiera existido y que todo hubiera sido solo una pesadilla—. Es la primera vez que llegas tarde —lo sacó de sus pensamientos.
—¿Si...? —reía al decirlo— Estos días han sido una mierda —respondió mirando al suelo.
—Lo noté, lo noté —murmuraba de manera tierna—. Vamos a tomar unas cervezas —se abalanzó sobre el chico e hizo que este lo cargara en su espalda.
—¿Dónde están los demás? —su corazón estaba palpitando demasiado rápido.
—El entrenador dijo que le surgió un compromiso urgente, por eso hoy no hay entrenamiento —la extroversión del chico daba cierta paz.
—Eso es imposible —refutó—. Tuvo que haber dicho que teníamos que hacer algo, siempre es así —Dagan reía al decirle que era un aburrido—. Hablo en serio ¿Qué dijo?
—Lo que dijo fue —aclaró su garganta e imitó la voz—: “Tengo que ir a un compromiso, mañana se recupera el entrenamiento. Por hoy, diez vueltas y a sus casas” —sentía a Alex aguantar la risa— Espera, espera, eso no es todo —tomó aire—. También dijo: “¡Dagan! ¡Limpia tu maldita basura! ¡Tu das veinte vueltas!”
—¿Solo eso? —preguntó riendo por fin.
—Vale, vale. También dijo —volvió a imitar—: “Quién no venga mañana, no va a ir al partido de la próxima semana” —tomó aire— “¡Y díganle a Allamand que deje de beber como si quisiera ser incinerado vivo!”
—¿Tanto así? —sabía que era una exageración.
—Si, señor Allamand —se burló—. O bueno, eso dijo el entrenador. Por lo cual, antes del próximo examen, vamos a por unas cervezas.
—Whisky, quiero whisky —Dagan se rio, era ciertamente risueño— ¿A dónde vamos entonces?
—¿Qué tal en mi nueva casa? No he tenido con quien estrenarla.
—No te confundas —bromeó.
—Como crees —se separó y recostó en el césped sintético—. Aún estoy con mis dos princesas.
—¿Aún?
La situación de Dagan era una relación poliamorosa con dos mujeres, Dánae y Anelisse quienes se amaban mutuamente y amaban a Dagan por igual.
—¿No te parece lo mejor tener a dos mujeres muriéndose por ti? —lo hizo sentir tan mareado que por poco Alex vomita al escucharlo.
—No —la frialdad de esa respuesta había dolido.
El nuevo hogar era un departamento de un piso con dos baños, una habitación, una cocina, una sala de estar, una pequeña barra de un bar con varias decoraciones femeninas. Cuando cruzaron el umbral Dagan fue recibido por sus dos mujeres las cuales le dieron un beso en la mejilla cada una. Eran ciertamente felices, y a pesar de parecer extraño, ninguna se sentía celosa de la otra, no había infidelidades. Eran el trío más estable que había visto.
—Alex, tiempo sin verte —le invitó a pasar Anelisse con una dulce sonrisa.
—Que ingrato, ni siquiera nos diste un regalo para estrenar nuestra casa —Dánae se quejó en broma.
—Lo siento —sonrió—. Este último año de universidad ha sido una mierda —beso la mano izquierda de ambas chicas quienes lo aceptaron como algo tierno en nombre de su perdón.
—Cuidado, cuidado, le estás coqueteando a mis mujeres, hermano —Dagan por otro lado, era ciertamente celoso de los hombres que se acercaban a cualquiera de las dos chicas.
—Perdón, perdón —las dejó en paz—. Al igual estoy saliendo con alguien ¿Recuerdas? —asintió— Me tiene algo cansado.
—Vamos, siéntate y cuéntamelo todo —hizo caso yendo a uno de los sillones de la sala, el más largo para estar extremo a extremo con el otro chico—. Mi vida —dijo haciendo que las dos chicas voltearan a ver—. Nos das dos vasos de whisky, por favor —rieron mientras aceptaban—. Ahora cuéntame, querido Alex, cómo van las cosas con Amanda.
—Mal. Van del carajo.
—¿Y eso por qué?
—Está mal de la cabeza —rio sin pensar—. Mierda... es que... —sus ojos brillaron— También está esta otra chica que me pone loco. Me tiene idiotizado.
—Alex, botar cuatro años a la basura por una mujer me parece un poco... Irracional —las chicas sirvieron los vasos.
—No sé qué es lo que quiere Amanda de mí, se lo estoy dando todo —bebió—. Ha estado alterada y paranoica desde hace unos días, pensando en que la engañe con otra mujer.
—¿Y no es lo que estás haciendo? —Alex negó— No entiendo nada y no me gusta no entender —hizo un puchero que le obligó a que le contasen toda la historia. Alex ocultó que Noah era un chico.
—Es peligroso que dejes que Amanda te trate así —Anelisse entró a la conversación rápidamente al sentarse en la pierna de su chico—. Debes denunciar o hacer algo, no puedes dejar que te siga lastimando de esa manera.
—Además sí Noelia se ha portado tan bien contigo ¿Por qué no intentar algo con ella? —Dánae se incluyó de la misma manera.
—Yo también creo que deberías dejar a tu novia —Dagan no pensó mucho.
—Y no te olvides de hacer una demanda —agregó Anelisse.
—No voy a enviar a la cárcel a nadie —a pesar de haberlo pensado con anterioridad, sentía que nadie iba a creerle—. Con qué rostro me verías si un día voy a la comisaría a decirte que mi novia me pega, me trata mal y me lastima psicológicamente.
—Cualquiera pensaría que eres un marica —Dánae era sumamente directa.
—Exactamente —correspondió Alex—. Mírame —señaló todo su cuerpo con una mano— ¿Quién me va a creer?
—Si no la vas a demandar, por lo menos pon un alto y termina con ella. No debiste dejar que ella se pasara de la raya.
Anelisse era psicóloga. Ya había visto casos en los cuales su paciente sufría maltrato de parte de una mujer. Todos los casos en los que ella había estado, habían logrado que salieran de ese infierno. Lamentablemente muchos salían después de daños psicológicos severos. Al escucharlo todo, supo que lo que Alex le contaba era el inicio de algo terrible, eso le preocupaba.