Vino Y Miel (gay)

CAPÍTULO XII

—Alex...

 

Noah se acercó al puesto del chico en la última hora de clases cuando no estaba Amanda. Estaba sumamente nervioso y Alex se veía cansado. Se sentía mal por querer pedirle ayuda escondiendo otra de sus maletas

 

—Dime —sonrió al ver que no hablaba.

—Yo... Me voy a mudar y... —estaba tan nervioso que tartamudeaba.

—¿Estás bien?

—Sí —se sentía estúpido.

—¿Quieres hablar en otro lado? —Noah asintió, parecía ya no haber mucha gente en la universidad y de alguna manera terminaron en un callejón del parqueadero— ¿Estás bien? Estás rojo y pareces tener fiebre.

 

Cuando tocó la frente de Noah, notó la diferencia de cuando estaban solos a cuando había alguien, no había sido golpeado ni parecía haberse enojado. Más bien, notó que se reconfortó al sentir aquel tacto frío en su rostro. Lo vio cerrar con calma los ojos un segundo antes de suspirar.

 

—Tengo que pedirte un favor más —temblaba al decirlo.

—Puedes contar conmigo —quiso abrazarlo, pero unas manos lo detuvieron—. No hay nadie cerca ¿Seguro no necesitas un abrazo?

—Idiota —no sabía la respuesta. Le mostró la maleta de ropa—. Necesito que me ayudes escondiendo esto unos días —Alex sostuvo la maleta pensando en lo que le habían dicho ayer las dos chicas y Dagan— ¿En verdad...? ¿Puedo contar contigo? —le asustaba creer, pero en el fondo sabía que aún si no hubiera pasado nada entre ellos, su amistad seguía presente.

—Para todo —la suavidad que usaba al hablar era nostálgica— ¿Necesitas algo más? —preguntó con dulzura, quería mostrar interés.

—No por el momento —lo asustó tanta amabilidad.

—¿Puedo abrazarte? —negó con duda— Voy a abrazarte.

 

Alex reía en bajo al tomarlo con suavidad entre sus brazos. Con una mano en la cabeza de Noah, lo llevó directamente a su hombro donde sintió que se acurrucaba en su olor. Vino y miel los recorrió a ambos en una misma cantidad embriagante. Sintió que se asustaba, por ello, acariciándolo, susurró en su oído:

 

—Puedes estar tranquilo. Antes de llegar me aseguré de que no hubiera nadie cerca.

—... —la respiración en su cuello alteraba sus sentidos.

—¿Qué pasa?

—Nada —algunas de las marcas que había dejado ardían cuando Alex se acercaba a ellas. Sintió un cosquilleo llegar a su abdomen bajo que se juntó con el de su entrepierna—. Idiota.

—Sabes... —exhaló— Voy a faltar a la última clase de hoy y no creo poder verte hasta el lunes ¿Está mal que quiera besarte antes de eso? —estaba yendo demasiado rápido sin darse cuenta, pero Noah también quería hacerlo, aunque no supo qué responder— Lo lamento. No suelo ser así. No debí haber dicho nada —se separó nervioso. Fue detenido antes de darse vuelta.

—En lugares vacíos como estos, creo que está bien. Solo… Asegúrate que en verdad no haya nadie cerca y no me preguntes porque te voy a decir que no —se sentía débil, pero a la vez, quitar su estrés por un momento no le venía nada mal.

—Era una broma —pensó que lo presionaba demasiado—. Está bien si no quieres o te preocupa alguna cosa —alborotó sus cabellos.

—No me llames cobarde, imbécil —golpeó su mano. Lo habían hecho enojar.

—Está bien, lo digo en serio.

—Claro —murmuró con ironía.

 

Noah se lanzó al cuello de Alex con ambos brazos mirando directamente a sus ojos. Ambos lo deseaban. Se deseaban de una manera extraña. Más que un deseo sexual y libidinoso, era aquel sentimiento infantil de que algo entre ellos podría funcionar.

 

—¿Qué pasa, Allamand? ¿Tienes miedo de que te esté gustando esto más que hacerlo con Amanda? —reía de manera cruel. Alex cambió su semblante y preocupó a Noah— Mierda, no era mi intención hablar de eso —se soltó de manera lenta.

—Tranquilo, puede que tengas razón —se marchó sin decir nada más. Noah se sintió estúpido y decidió ir a la biblioteca.

 

En la cabeza de Alex, más que enojo, solo se plasmaba una y otra vez la vista de aquellos labios rosas que le daban permiso para besarlo cuando deseara. Pensó seriamente en por qué no lo había hecho cuando en verdad estaba deseándolo. Se arrepentía de no haberlo tomado por lo menos por unos pocos segundos. Tal vez hubiera podido acariciarlo para subir más de tono lo que hubieran podido haber hecho. Se torturaba mentalmente al darse cuenta de que todo hubiera sido mejor si no hubiera recordado a Amanda.

Había tomado el consejo de Dánae y ser algo romántico, no sabía si iba a funcionar o no pero aquel permiso era señal de que lo había hecho. Sin darse cuenta, estaba planeando miles de maneras diferentes para conseguir su objetivo una vez más.

Por otro lado, Amanda le dijo que iría a almorzar a su casa, pero Alex logró ver cómo subía al auto de Daniel. No se sintió mal ni intranquilo. Más bien un gran alivio llegó a su cuerpo al saber que no la vería por un lapso de tiempo. No recordaba casi nada de ayer, pero aun así se sentía asqueado.

Al llegar a casa abrió la maleta por curiosidad. Encontró ropa. Por impulso sacó una de las sudaderas que el chico usaba constantemente. Bajo ella también estaba la que le había prestado hacía dos días. Estaba lavada, planchada y bien doblada. Le daba ternura ver aquel detalle. En otro impulso terminó restregando su cara en el olor de la sudadera de Noah. Olía bastante bien y lo hacía sentir extrañamente excitado. Quería repetir lo que había pasado, pero se sentía inseguro de si Noah quería hacerlo a pesar de lo que le había dicho.

Terminó yendo al entrenamiento con el constante pensamiento del otro chico abrazado alrededor de su cuello. Quería volver a besarlo. Abrazarlo y cuidarlo como algo pequeño y valioso. Un pensamiento infantil que lo hizo jugar de una manera excelente. Fue felicitado tanto por el entrenador como por Dagan. Se sintió por primera vez en mucho tiempo con la vida que le había sido arrebatada.



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En el texto hay: romance, gay, amor lgbt

Editado: 29.12.2022

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