Vino Y Miel (gay)

CAPÍTULO XXI

—Estoy tan cansado… —suspiró Noah lanzando su cuerpo encima del de Alex— ¿Podemos dormir un poco antes de que vengan las chicas? —planeaban una cena navideña.

—No creo —acurrucándolo en su pecho, le acarició la cabeza—. July dijo que ya estaban en la esquina.

Siendo ya la última víspera del año, lo que sobró del grupo de amigos después del incidente de Amanda, decidió reunirse. Todo había ido bastante bien a pesar de que en la universidad Alex comenzaba a cansarse de las mujeres que se le acercaban a reafirmar que estaba soltero. Se alegraba de que al menos Noah no fuera celoso y marcara territorio tomándolo del brazo y llevándoselo a casa. Adoraba la manera en la que al llegar a casa lo agarraba de los cabellos con fuerza antes de besarlo de manera tan apasionada que sentía querer ahogarse con su cariño. Era tan perfecta aquella vida que podía dejarlo en blanco por horas.

Así también los sueños que les atormentaban a ambos cesaron. Se quedaron dormidos en el sillón sin darse cuenta. Despertaron al escuchar el timbre. Se miraron por unos segundos antes de sonreír. Apenas habían dormido cinco minutos, pero se sentía como si hubiesen sido horas. Se separaron con algo de tristeza. Se miraron antes de pegar sus frentes y sonreír.

Antes de abrir la puerta, Alex tomó el rostro de Noah en sus manos y susurró:

 

—Te quiero, tonto.

—Yo a ti —respondió en un susurro mucho más bajo. Abrió entonces las puertas.

—Buenas noches, cariños —Diana abrazó a ambos al mismo tiempo. Los besos en las mejillas y sonrió—. Llegamos, llegamos, llegamos…

—Que tal —Julieta no decía mucho.

—Bueno, empecemos, yo tengo que irme pronto —la primera mujer parecía ciertamente feliz. Por otro lado, Melissa parecía ciertamente incómoda por detrás.

—¿Por? —preguntó Noah por pura curiosidad.

—Tengo que verme con mi nueva novia —la mujer parecía estar muy decidida.

—¿Nueva novia? —Julieta por otro lado parecía recién enterarse— ¿Quién?

—No peleen justo ahora —suspiró Alex.

—Ya cállense —bufó Noah para apartarse de ellos—. Mel, ven —la hizo pasar a su lado— ¿Te sientes bien?

—Si... Tranquilo —sonrió de manera forzada.

—¿Estás saliendo con July? —sacó el diminuto pavo del horno

—¿Tú lo hiciste? —asintió.

 

Había cocinado aquello con Alex. Puso sus manos sobre el mesón de la cocina y se sonrojó. Fue tan lindo que no podía dejar de pensarlo. La manera en la que Alex se ponía detrás suyo mientras lo veía cortar vegetales, cuando probaban con la misma cuchara el sabor, cuando después de un suave beso le dijo que todo había quedado delicioso, todo eso era demasiado bello. Tan bello que quería llorar.

 

—Responde, niñita —presionó para volver al tema.

—No —movía sus manos por los nervios—, no estamos saliendo ¿Alex y tú? ¿Lo están?

—No sé de qué hablas —intentaba no entrar en esos temas.

 

Él no lo sabía, pero su pequeño grupo ya estaba al tanto de la relación de ambos chicos. No lo juzgaban, no lo hablaban. Preferían que todo fuera tan silencioso como Noah deseara que lo fuera. Nadie buscaba ponerlo incómodo ni crear problemas.

 

— ¿Por qué viste con tanto odio a Diana? —continuó.

—No fue así —viró el rostro.

—¿Por su cuerpo? —Diana tenía muy buen pecho— ¿Por su rostro? —ella negaba— ¿Por cómo tomaba la mano de July?

—No tiene nada que ver —alzó la voz, hizo reír a Noah.

—Estás celosa, niñita —se acercó a ella. Ya que era muy pequeña, la abrazó mientras acariciaba su cabeza. Eso los hacía reír—. Calma, es normal estar celosa de Diana

—No estoy celosa de su físico... —suspiró devolviendo el abrazo.

—¡Diana! ¡Ven acá! —ese grito recorrió toda la casa, era de Julieta. Seguido fue un golpe en la puerta, Alex entró sorprendido.

—Vuelvo en un rato ¿Ya? —asintieron— Llámame si necesitas algo —se fijó más en su chico que en cualquier otra cosa.

—Cállate —Noah le sonrió. Se veían de manera tierna y romántica hasta que tuvo que irse.

—Si están saliendo —se quejó Melissa.

—No sé de lo que hablas —se separó y sirvió algo de beber—. Tal vez te estás volviendo loca.

—No es verdad —sonrió.

—Yo tampoco te creo. Si no es su físico ¿por qué estarías celosa de Diana? —masajeó sus propios hombros.

—Conoce todo de July —bebía al decirlo, adoraba el ron—. Hace unos días compré un café para ella, pero no sabía que no le gustaba ese café. Diana llegó con té y se lo ofreció al ver que no quería tomar el café que le compré —su tono de voz era quebradizo, Noah no sabía si reírse o reclamarle.

—Has estado cerca de ella por cuatro o cinco años... ¿Cómo es que no sabes qué es lo que desayuna? —ella lo miró con algo de tristeza.

—Estaba nerviosa. Tu igual lo estarías si aun dando lo mejor de ti la persona que quieres no lo nota —suspiró pidiendo más ron—. No entiendo qué quiere de mí. Intento dárselo todo, pero parece que Diana siempre me gana.

—¿A qué te refieres? —se puso a llorar—No llores, no, no, por Dios, ¿por qué todos lloran?

—No entiendo por qué tuvo que enamorarse de mí —limpiaba sus lágrimas—. No lo entiendo... Ella es feliz con Diana, son iguales, saben todo la una de la otra, no entiendo por qué quiere estar conmigo.

—¿Tú quieres a July?

—Eso creo... —lo miró a los ojos.

—No es sólo un “eso creo” —dijo con odio—. Nadie decide de quien enamorarse, tampoco decidimos si seguir amando a esa persona o no, pero que la otra persona nos ilusione es un problema muy diferente —golpeó la mesa con ambas palmas— ¡Yo vi lo que hiciste todo este tiempo!

—¡¿Qué?!

—¡Tu estas en todo momento intentando apartar a July de Diana! —quería reírse. Presionarla hacía que frunciera el ceño de manera tierna.

—¡Eso es porque la quiero conmigo!

—¡July no quiere estar contigo solo como tu amiga! ¡¿No lo entiendes?! ¡Si no la quieres románticamente lo único que le haces es daño!



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En el texto hay: romance, gay, amor lgbt

Editado: 29.12.2022

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