—... —la madre quitó el video, se negó a abrir la carpeta de imágenes que había también en el USB. Apagó su computadora, respiró y junto a su esposo salió del cuarto hacia el patio de la casa.
En el patio de la casa la mujer miró al cielo. Por fin logró despedirse de su hijo. Sollozo. Le pidió perdón por no haber superado antes lo que ocurrió. Su esposo la abrazó y la ayudó a recuperarse. Ambos se dieron un largo abrazo en el cual por alguna razón sintieron la energía de su hijo recorrer sus cuerpos. Sonrieron al verse y ver al cielo sabiendo que su hijo ahora era feliz en donde sea que estuviera pues esa alegría que lo caracterizaba no se iba a ir ni con todo el tiempo del mundo.
Noah, respiró y fue al baño, Alex lo siguió. Se vieron a los ojos, ninguno de los dos tenía idea de qué sentir o qué decir. Se abrazaron frente al espejo mientras lloraban. Alex no se sentía lo suficiente como para hacer a Noah igual de feliz, pero quería intentarlo. Por lo menos, lo intentaría. Noah lo separó, sostuvo con fuerza las mejillas del chico mientras se reía de la misma manera en la que lo hacía en los videos. Estaba más feliz de lo que alguna vez estuvo en esos videos.
—¿Estás bien, Noah? —Alex estaba demasiado alterado. Su pecho dolía.
—Si… —hubo silencio— ¿Alex?
—¿Qué pasa? —estaba deprimido. Se separó y se arrimó a la pared.
—¿Te sientes bien? —sintió haberlo arruinado.
—Sí... —suspiró— ¿Te importa si me adelanto? Me siento incómodo estando aquí —estaba por irse cuando Noah lo detuvo al agarrar su mano.
—Alex... —este dio la vuelta y lo vio a los ojos— Puedes irte si quieres... pero me gustaría hacer algo antes de que te vayas.
—¿Qué cosa?
—... —tomó la mano del otro chico, la acarició entre las suyas y le dio un beso. Se vieron a los ojos con firmeza, con realidad. El mundo se sintió más lento por unos segundos— Gracias por devolverme a la vida, Alexander.
—Tranquilo —le dio un pequeño beso en la frente—. Me voy.
—Espera —sostuvo su muñeca.
—¿Qué haces? —seguía algo extrañado
—Tienes cara de sufrimiento, no me gusta eso... Eres mi presente, Alex.
—León... Tú querías más a León —Noah rio
—Tu eres a quien amo ahora ¿No te lo dije todo el día? —estaba tranquilo, Alex no.
—Perdón, solo que... necesito pensar.
—¿Qué...? —sus lágrimas salieron pensando en que estaban terminando con él.
—Solo... quiero pensar en lo que acaba de pasar.
—¿Qué quieres de mí? —temblaba al decirlo— Te estoy dando todo de mí. Tú mismo dijiste que ahora era mejor. Estoy mejorando. Soy feliz contigo.
Alex se sorprendió y se dio cuenta de que era verdad cuando se perdió en aquellos ojos verdes que le hablaban con total honestidad.
—Yo intento en verdad que entiendas que te amo a ti ahora ¿No es eso bueno? —tartamudeo en lo último— En verdad te amo, yo si te amo. Yo... te amo, Alex —no quiso mirarlo así que se cubrió los ojos con uno de sus brazos—. Lamento haberte tratado como la mierda por tanto tiempo. Lamento también haberte metido en mis problemas. Perdón por ser un idiota y por no siempre prestar atención a lo que sientes —se sintió avergonzado por haber pensado tanto en él mismo—. Perdón. Perdóname por todo lo malo que hice. No quería lastimarte, sabes... —sintió que estaba diciendo todo lo que pensaba y eso lo estaba asustando a pesar de todo— Yo en verdad quería solo estar a tu lado y ya. Yo... tenía miedo de volverme a enamorar, pero estaba feliz cuando supe que me enamoré de ti... Perdón por haber sido un completo idiota.
—No —se acercó y le dio un abrazo, rodeando todo el cuerpo del otro—. No tienes porqué pedir perdón. Estabas mal, te sentías mal, entiendo la razón de tu comportamiento.
—No eres psicólogo para decirme eso —se quejó.
—No, pero soy tu novio —el golpe de un latido estuvo en ambos pechos.
—Eso es... muy lindo.
Noah se quedó en los brazos de Alex por una larga cantidad de tiempo. Su cuerpo se llenó de un lindo y extraño calor. Estaba tan enamorado de aquel chico que no pudo evitar derretirse en aquel acto.
Por otro lado, Alex, quien intentaba dar su mejor cara fue invitado al té. Cuando bajó vio que aquellos cuadros que estaban cubiertos al llegar ahora exponían fotografías de León cuando era joven, de sus graduaciones, cursos y logros. Todos se veían tranquilos, él se sintió intimidado.
Al llegar a casa a Noah no le importó estar en medio de la calle, acorraló a su hombre y tras pararse de puntillas le dio un pequeño beso antes de entrar. Lo hizo feliz pero la mirada de inferioridad seguía presente. Cuando entraron Noah le saltó encima. Quería hacerlo y repetirle que lo amaba mientras lo hacían. Deseaba en verdad hacerlo.
Pero Alex solo quería dormir. Dormir y hacer que su mente dejara de hacerlo pensar en tantas cosas y tan constantemente.
—¿Qué te pasa? —preguntó al ver que el pelinegro se negaba a sus besos— Estás extraño.
—Solo estoy cansado... —mintió.
—No es verdad. Te estás torturando solo. —le dio un pequeño beso en la nariz— ¿Qué te pasa?
—Me siento como un estúpido —se arrimó a la puerta.
—¿Por qué?
—Soy un idiota por haber creído que era mejor —miró a los ojos del otro y lloró—. No soy mejor que él, Noah. Solo soy su puto reemplazo. Un mal sustituto de alguien que era así de perfecto
—¿Qué...? —dolía. Lo que decía le dolía.
—Nada, olvídalo —suspiró y lo bajó con cuidado—. Te amo, pero voy a dormir solo hoy. —dejó al otro chico sin nada que decir.
Noah cambió su ropa, comió algo más y pensó en qué hacer para hacerlo sentir feliz. Todo el día le había dicho que lo amaba más ¿por qué después de ver el video se había puesto de esa manera? Le repetía que lo amaba y hasta estaba decidido de besarlo en público si es que no había muchas personas cerca. Pensaba en aquello que le acababa de decir. No encontraba una razón por la que fuera un sustituto.