Glenda salió corriendo y gritando el nombre de su hija a voz en cuello, cuando llegó a la calle no la vio por ningún lado.
Dan llegaba a casa cansado y bastante preocupado por su hija, cuando vio a Glenda gritando el nombre de Grace.
Se bajó del auto bastante curioso y caminó a ella:
—¿Glenda?
—Dan, es Grace, algo le pasó a Grace.
—Calma, ¿a dónde fue?
—A comprar un helado.
Corrieron al bar esquinero y la pequeña no estaba, Glenda preguntó si la habían visto y nada. Dan salió a buscarla por los alrededores, mientras una desesperada Glenda corría por toda la calle gritando el nombre de su hija.
Cuando Dan se dio cuenta de que la pequeña no estaba, llamó a sus compañeros pidiendo apoyo.
—¿Algún lugar donde ella podría ir?
—No, ella solo tiene a tu hija…—sollozo—a nadie más.
—Calma, pediré ayuda, la encontraremos.
El corazón de Dan estaba apretado, todo eso le daba un mal presentimiento, Glenda cruzaba calles gritando el nombre de Grace, cuando vio llegar a una patrulla.
—¡Vamos, hay una niña desaparecida!
—¿Pusieron la denuncia?
—Escucha esto es un código rojo, debemos hallarla antes de que sea demasiado tarde.
Dieron varias vueltas alrededor de las manzanas y nada, absolutamente nada de la niña, Dan comenzaba a sentir miedo.
Llamó a su cuñado:
—Francis, algo ha pasado, Francis, por favor contéstame.
Vieron correr a Glenda y él le dijo a su compañero:
—Voy con ella.
Corrió detrás de Glenda y de repente la escuchó gritar con terror, le hizo señas a su compañero y sacó el arma, fue al callejón oscuro en donde en una escalera de emergencia pendía la muñeca colgada.
Dan miró en torno y le hizo señas a su compañero:
—Debemos encontrar al sospechoso, pide refuerzos.
Glenda estaba sin voz ante la muñeca que pendía lánguida de esa soga y parecía ahora una imagen siniestra, las palabras de Virginia acudían a su mente:
“Esa muñeca te va a matar”
“Esa muñeca es mala, te va a matar”
“Para la niña más especial del mundo”
Las piernas de Glenda cedieron y ella cayó de rodillas.
La policía hacía una búsqueda exhaustiva de la pequeña Grace Perkins, pero no había señas de ella, Dan estaba muy impactado, si sus sospechas eran ciertas, el sujeto, el asesino, cobró otra víctima.
Su esposa llegó en esos momentos:
—¿La encontraron?
Dan negó con la cabeza y ella le dijo a su esposo:
—Debes descansar, te ves agotado.
—Francis no responde…
Ella se lo quedó viendo:
—No lo he vuelto a llamar.
Entonces Dan le dijo lo que pensaba:
—Temo que a Francis le pasó algo malo.
Nidia lo miró con terror y de repente sonó el comunicador de su esposo:
—Dime…
—La encontramos…
Dan entonces preguntó:
—¿Viva?
—Negativo.
Dan cerró sus ojos dolidos, no podía imaginar el dolor de los Perkins en esos momentos.
Virginia estaba recostada en la cama, su fiebre estaba controlada y de repente cuando abrió los ojos vio a su mejor amiga delante de ella:
—Hola, loca.
Nada, solo la miraba.
—¿Sigues molesta? Solo quería cuidarte… Solo eso.
Ella la miraba en silencio:
—Después te explico todo, para que entiendas que lo que te digo es cierto.
La enfermera entró en esos momentos:
—Virginia despertaste.
—Charlaba con mi mejor amiga.
La mujer miró a todos lados y no vio a nadie, entonces le tomó la temperatura y vio que estaba sin fiebre.
—No te ha subido fiebre.
—Grace está molesta conmigo, no me quiere hablar, puede decirle que me hable.
La enfermera entonces le dijo a la pequeña:
—Virginia, no hay nadie más aquí.
La pequeña pensó que era una mala broma de la enfermera, entonces vio a un rincón y vio a Grace.
—Ella está allí.