Virus

Capítulo 5

Arabeth

Después de ordenar la compra y hacer la prueba a Lindsey y Jared, en la que ambos dieron sangre normal, todos entrenamos por un corto tiempo, antes de decidir irnos a bañarnos cada cual a su cuarto.

Lindsey y Jared se pelearon por quien se bañaba primero. Puse los ojos en blanco y pasé por su lado para darme un baño.

—¿Confías en ellos? —preguntó.

Me sobresalté al escuchar la voz de Devid.

—Joder, que susto —murmuré por lo bajo, pero me escuchó porque soltó una risita—. No lo sé, aún no tengo idea de absolutamente nada, Devid.

El me analizó por unos instantes antes de decidir en sentarse junto a mi, justo al lado de mi cama. Yo me quedé sumida en mis pensamientos.

—No me dan mala espina...quiero decir, Bolita y yo siempre hemos sido muy buenos en intuición para reconocer a quienes son de fiar y quienes no.

Tras decir eso, sin yo saber porque, su cuerpo se tensó no muy disimuladamente.

—¿Estás bien?

Él asiente con la mirada perdida.

—Eres buena, Arabeth —dice en voz baja, muy baja—. Eres demasiado buena.

Lo miré con duda. ¿Qué mosca le ha picado a este ahora?

—¿Arabeth? —me llamó Jared desde la puerta.

—¡Dime! —contesté.

—¿Me puedes enseñar a... —su voz se apagó cuando vio lo cerca que estábamos Devid y yo.

Los tres nos quedamos en silencio, uno incómodo.

—Oh...¿estoy interrumpiendo algo?

Negué rápidamente, aunque me percaté de que la mirada que le estaba dando a Devid no era nada amistosa.

—¿Qué querías? —le pregunté una vez estuve frente a él.

—Te quería pedir si me podías enseñar algunos trucos de pelea —dijo.

Asentí.

—Claro, segurísimo. ¿Ahora?

—Sí, si no estás ocupada sí.

—Bien, ¿Lindsey también? —pregunté.

Le di una última mirada de soslayo a Devid. El estaba mirando muy fijo a Jared. Tanto que vi que apenas pestañeó.

—¿Tienes algo con él? —espetó Jared una vez estuvimos en la sala de entrenamiento. Lo miré extrañada por ese repentino arrebato.

—¿Eso te incumbe en algo, Jared? —le pregunté.

El se quedó muy callado con la mandíbula tensa. Agarré unos guantes color rojo y negro del estante, mientras que Jared agarraba unos de color violeta y negro.

—No es que me importe, Arabeth —suspiró—. Pero la confianza no se puede dar a la ligera.

Sus palabras me dejaron confundida. Pero no le di más pensamiento a ellas.

—¿De dónde eráis? —pregunté mientras lanzaba ataques y el los esquivava son mucha preocupación.

Veo como tensa sus hombros. Mi ceño se frunce.

—No me gustan las mentiras —mascullé con advertencia.

El carraspeó, claramente incómodo.

—De aquí —masculló por lo bajo.

Entrecierro los ojos.

—Estás mintiendo.

El cierra los ojos por un momento, intentando serenarse.

—Soy de la zona Sur —murmuró.

Me quedé totalmente quieta, creo que casi ni respiré.

—¿Como es? —pregunté después de un rato.

Estaba tratando de que mi cabeza no maquinara a cien por hora creando conclusiones.

—Complicada —murmuró—. Es mejor estar aislado, como tú. Te lo aseguro.

Lo analicé durante un momento.

—Estar completamente sola, solo con un gato con el que por alguna razón extraña puedes comunicarte con el, sin nadie a quien contarle alguna de tus ilusiones no es lo mejor. Te lo aseguro —mascullé.

Bolita apareció por la puerta maullando y corrió a mi.

—¿Que pasa, chico? —pregunté.

Miau.

—¿Tienes hambre?

Asintió. Miré a Jared.

—¿Que te gustaría cenar? —pregunté con un sonrisa ladeada.

El me sonrió de vuelta. Cuando iba a responder Lindsey apareció por la puerta del gimnasio, nos miró a los tres.

—Has llegado un poco tarde para entrenar —dije—. Je, je.

Lindsey hizo una mueca.

—Ah.

La miré durante un instante.

—Mujer de palabras, ¿eh?

Para mí sorpresa, ambos sueltan una risita.

***
 


 

Tras cenar algo sano, Lindsey, Jared y yo estábamos sentados en el sofá. En frente de éste, a parte de haber un televisor casi de pantalla de cine, había un gran ventanal, que daba al, en éste momento, putrefacto exterior.
 


 

Me pregunté para mis adentros, si cuando no había virus, esto era precioso, como en las películas. Árboles verdes, pájaros por aquí, por allá, zorros.
 


 

Oh...que preciosos son los zorros, siempre me han gustado.
 


 

—Arabeth —llamó mi atención Jared.
 


 

—Dime.
 


 

Jared y Lindsey compartieron una mirada de soslayo.
 


 

—¿No quieres hacernos alguna pregunta? —preguntó ladeando la cabeza curiosa.
 


 

—¿Queréis vosotros?
 


 

Asintieron al unísono. Los analicé durante unos instantes. Después, realicé la pregunta que iba a hacer pero antes de decirla subí mi rodilla hasta pegarla a mi pecho, y así, aumentando el dramático silencio.
 


 

—¿Que edad tenéis? —pregunté al fin.
 


 

—26 —dijo Jared.
 


 

Lindsey asintió, de acuerdo con la respuesta.
 


 

—¿Sois familia?
 


 

Asintieron.
 


 

—Mellizos —confirmó Lindsey.
 


 

Solté una risita divertida.
 


 

—Se notaba.
 


 

Para mí sorpresa, Lindsey me devolvió la sonrisa. 
 


—¿Porque estáis aquí? ¿Tenéis algún propósito?

Ellos intercambiaron una mirada.

—Sobrevivir, y que tu también lo hagas —dijo Jared con una sonrisa radiante.

Los miré a ambos con confusión, pero no le di más importancia. Estuvimos hablando de cosas sin sentido antes de que cada cual, se fuera a descansar.




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