Arabeth.
Tres semanas después.
Las cosas iban bien.
Bueno...a ratos, a decir verdad. Lindsey siempre se peleaba con Devid y Devid siempre se peleaba con Jared. Bolita se ponía siempre de lado de los mellizos y yo...yo estaba en medio sin hacer nada. A veces escuchaba los golpes y gritos desde la cocina mientras desayunaba tranquilamente una tostada y leía cualquier cosa.
—¡¿Os queréis callar ya?! —grité harta.
Estábamos fuera de casa, queríamos ir a dar una vuelta, o bueno, yo quería hacerlo para ver si había algunas botas para ir más cómoda a éstas exploraciones.
Lindsey se ofreció a acompañarme pues ella también necesitaba ropa más cómoda, Jared al parecer también y Devid...Devid se unió por ser Devid, para que engañar.
—¡Por si es os a olvidado, panda de patánes, estamos fuera! —volví a gritar—. ¡Cualquier persona puede intentar matarnos, y vosotros preocupados por cual sea la mierda por la que estáis peleando!
Los tres me miraron sorprendidos, pero al menos se callaron de una vez.
—Callaos y en silencio. Al primero que escuché, esto —levanté un dardo—. Acabará dentro de su trasero, ¿estamos?
Ellos a sintieron rápidamente. Los ojos como platos.
—Bien —suspiré.
Comenzamos la caminata de nuevo, los edificios seguían ardiendo y ardiendo. Escuché empujones detrás mía y no me costó mucho deducir que eran que eran Jared y Devid. Me giré de golpe para pillarlos.
Ellos fueron rápidos al separarse y quedarse tiesos y mirada al frente. Como militares. Me costó mucho no soltar una risa por sus aspectos.
Lindsey se acercó a mi lado mientras que Jared y Devid empezaron de nuevo con los empujones. Los ignoré por mi bien y el de ellos.
—¿Como te encuentras? —preguntó Lindsey.
—Bien —dije, tras mirar por un momento al cielo, hablé de nuevo—. O bueno...más o menos.
Lindsey me miró con comprensión. Cuando escuchamos un puñetazo en la parte de atrás, ambas nos giramos.
—¡¿Paráis?! —gritamos ambas al unísono.
Y pararon, lo cual me extrañó pero no dije nada.