VitÍligo

Capítulo 3 - Aún tengo la ultima oportunidad

Emiliano. 


Habían pasado tres semanas desde que ella regresó a la Isla y aún no creía que después de tantos años estábamos por fin juntos.     
Después de tanto tiempo debido a mis padres, aún nuestro amor corría peligro, yo haría todo lo posible porque nada ni nadie nos separara, y así poder tener nuestro amor de fantasía. 
A pesar de que su <<Vitíligo>> estaba mucho más avanzado, aun así lucía preciosa, se notaba en su físico que en la ciudad visitaba varias veces el gym. Aunque todavía tenía un pequeño problema. Sacándome de mis pensamientos tocaron la puerta de la oficina, esperaba que la persona al otro lado entrara, le dije:   


— Pase. 


— ¡Amor volví! — gritó Adriana. 


—  ¿Qué haces tú aquí? <<No… Y esta porque volvió, creí que después del divorcio jamás la volvería a ver>>, pensé. 


— Cómo que, ¡qué hago aquí! Soy tu esposa. 


— Ex-esposa, ya no somos nada. 


— Pues lo siento, pero yo vine porque estoy embarazada, ¡felicidades seremos padres de nuevo! — exclamó ella. 
— ¡¿Qué?! ¡No puedo creer, estuve casado con una descarada sin dignidad! —le grité—. No seas ridícula Adriana, ese hijo no es mío, al igual que Perla.  
Ella me miraba intentando decir algo, pero solo abría y cerraba la boca. 
>>Creaste que no lo sabía, cuando ella nació note que su color de pielera demasiado blanca, como para ser mi hija. Le hice una prueba de ADN para comprobar mi teoría y en efecto estaba en lo correc… 
Mis palabras fueron interrumpidas por mi madre, quien entraba por la puerta. 
— Cariño supe que volviste y me imagino para arreglar su matrimonio. 
— ¡Mamá! No seas hipócrita, tú fuiste quien la llamó. 
— No me hables en ese tono. 
— Por favor madre sé que fuiste tú, le dijiste a Adriana que volviera. Te sientas así de amenazada con Kaira aquí. 
— Me decepciona que hables así de tu propia madre. 
— Y como debería de hablarle a la mujer que hizo alejar la única chica a la cual he amado, porque si no lo hacía mataría a sus padres y me enviarían al ejercito o qué se yo. 
— ¡Vez! Porque la aleje de ti, ya está inventando calumnias en contra de mí. 
— Esto es increíble, que clase de madre tengo, Saben una cosa las dos, ya nada de lo hagan podrá servir para separarnos. 
— Primero muerta antes de verte con una mujer como ella, acaso no la has visto. Esa enfermedad cada vez está peor, es horrible. 
— Mira madre; el amor de verdad no le interesa color de piel, nacionalidad, dinero, estrato social o enfermedades. Y no me importaría si mis hijos tienen la misma enfermedad de la piel que su madre, sabes ¿Por qué?, ellos serán fruto de nuestro amor y no de engaños. 
— Yo te apoyo hijo, ve por ella y cásate, calla la boca de aquellos prejuicios que obstruyen el amor  que sientes por esa chica — dijo mi padre. 
Ellas miraron a mi padre con la boca abierta, él entró segundos después sin ser notado por mamá y Adriana. Le agradecí a Dios que él estuviera de mi parte; le hice caso y salí de mi oficina lo más rápido que pude, mientras me miraban mi madre y mi exesposa; lo último que escuché decir ates de cruzar por esa puerta fue a mi padre pidiéndole el divorcio a mi madre y también que se fuera de la Isla. 
Aún tenía una última oportunidad para estar juntos; daría mi alma en ello, para que al fin ella se sintiera amada y deseada por mí, al único chico que con solo sonreír, mantenía a sus pies desde niños.        
Por otro lado, estaba la mujer que me trajo al mundo, era mi madre y todo, pero lo que hizo no tenía precio, tardaría un tiempo en perdonarla. 
Subiéndome a mi camioneta, manejé lo más rápido posible a su casa para contrale lo ocurrido y así por fin estaríamos juntos después de tres largos años. Al estar afuera su casa vi salir a Sra. Beatriz. 
— ¡Emiliano!, hijo que bueno verte — expresó ella. 
— Lo mismo digo Sra. Beatriz. ¿Ella está adentro? O salió,  ¿le pasó algo? 
— Calma hijo, está allá dentro en la cocina, cuídala muchacho o yo misma te castrare. 
— Como ordene. 
Me despedí de ella; entré a la casa de los que serían mis suegros, caminé a la cocina, la casa seguía igual, al parecer ella no le quiso cambiar nada, y antes de verla la escuché cantar una canción de Rebelde: 
— Te encuentro despierto, me dices lo siento con una lagrima derramada, me abrazas, me hielo, me pis un beso… 
— No cantas nada mal. Bueno y yo pensé que ya habías superado a RBD — dije riendo. 
— Eso ni hablar, RBD seguirá siendo de mis preferidos y uno de mis mejores recuerdos de infancia.  
— Eso me recuerda, que hoy no he probado tus labios hoy. 
— Y qué estás esperando. 
Y sin más, me acerqué para besar a mi chica y cerrar la noche con broche de oro, demostrando nuestro amor a través de un beso lento y lleno de deseo. 
 



#19529 en Novela romántica

En el texto hay: amor

Editado: 25.01.2022

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