Adelina.
—Juro por Dios que si Melisa no aparece en los siguientes minutos la cabeza me va a explotar.
—Tranquila... —Alejandro intenta calmarme, pero no lo consigue. Estoy muy molesta ahora mismo.
—Es una tonta —murmuro caminando más rápido—. ¿A quién se le ocurre hacer un escándalo el primer día de clases? ¡¿A quién?!
—A Melisa por lo visto.
Su intento de bromear solo me hace cerrar los ojos irritada.
La hemos estado buscando desde hace treinta minutos, por todas partes y no aparece. Desesperados empezamos a trotar gritando su nombre, Alejandro se va por un lado y yo por otro para no perder más tiempo.
«No puede estar sola...de solo pensarlo...»
—¿Nada? —le pregunto cuando nos reencontramos, niega con un suspiro— ¡Eres un inútil!
Mis palabras hacen que me mire igual de enojado.
—¡Oh, lo siento! Pero por lo que me doy cuenta tu tampoco la has encontrado y eso también te hace una inútil.
Suspiro al sentir el nudo en la garganta.
—Lo siento, no quise decir eso es solo que... —me paso las manos por la cara intentando no llorar— Estoy asustada, no sabemos si está de nuevo en...
—No, no pienses de esa manera. Ambos estamos asustados, y mucho. Pero no pensemos de nuevo en eso porque no va a volver a suceder.
Su mirada llena de miedo hace que sus palabras no tengan validez.
—¿Y si llamamos a mamá y a papá? Ellos sabrán que hacer...
—¡¿Estás loco?! —limpio mis mejillas recuperando la postura— Si mamá y papá se enteran que dejamos sola a Melisa, después de lo que acabó de suceder, nos castigan de por vida. Esto es demasiado para tomarlo a la ligera.
—Bueno, si lo ves desde ese punto...todo esto es muy grave —cansada pego mi frente a su pecho—. Tranquilízate un poco, así de alterados no podremos encontrarla. Debemos tener la mente clara y tranquila y no llena de malos pensamientos, porque en este estado todo será más difícil.
Me abraza apegándome más a él, entierro mi cara en su cuello al no poder parar las lágrimas.
—Tengo miedo —admito.
—Lo sé —suspira pesadamente—, te siento. Yo también tengo miedo.
—Si y-yo tan solo no me hubiera quedado paralizada por el pánico...Debí haberla detenido antes. Solo así no hubiera pasado nada de esto... —se separa de mí para tomarme de las mejillas.
—No te eches la culpa de esto, porque no la tienes. Melisa sabe lo que hizo y si ella no lo pudo controlar... —suspira dándome un beso en la frente—, nosotros tampoco lo hubiéramos hecho. No hubiéramos podido contra eso.
—Pero yo...
—Adelina, no es nuestra culpa. —repite y asiento separándome de él.
—Está bien, tienes razón. Solo no perdamos tiempo. Hay que seguir buscándola.
—No te separes de mí. —me toma de la mano para volver con la búsqueda de nuestra hermana.
*****
Casi cinco horas.
Cinco horas buscándola por toda la universidad, en las calles, en las residencias, en las zonas más alejadas y cercanas, preguntándole a las personas que pasaban por nuestro lado si no la han visto. Pero simplemente no aparecía, no sabíamos nada de ella.
Es como si quisiera que no la encontráramos.
Lastimosamente buscarla ocasionó que nos perdiéramos las demás clases del día.
En algún punto decidimos parar, tomar un descanso al sentir nuestras piernas adoloridas de tanto correr.
Sentados en una mesa al aire libre, tomando unas limonadas en silencio veíamos el campo casi vacío. Dándonos a entender que la mayoría de las personas ya han terminado sus clases por el día de hoy.
Los ojos me arden y pesan de tanto llorar. El pecho me sigue subiendo y bajando por el vacío que se hizo al no saber del paradero de Melisa.
—¿Crees que ella quiera volver a lo de antes?
Su pregunta fue suficiente para activar de nuevo mi preocupación.
—No lo sé, desde hace mucho que lo dejó. Pero de solo pensar que pueda volver a ello...no sabría que hacer exactamente, como reaccionar —suspiro con temblor—. Después de...
No puedo terminar por el ardor en mi estómago al recordar.
—Eso la destruyó por completo. La verdad es que yo no soportaría algo así, de solo imaginar que Karla me hiciera algo igual...me volvería loco. Definitivamente lo haría.
—Yo no dudo en que si hubiera sido Drake...No podría seguir conmigo misma, con vida —susurro con dolor—. Ella es...muy fuerte después de todo lo que le ha pasado durante estos años.
—Lo es —suelta el aire que tenía retenido, tomando mi mano—. Solo esperemos que dónde quiera que esté, se encuentre bien.
—Lo está, a pesar de lo malo, lo está.
Nos quedamos quietos cuando sentimos otra presencia junto a nosotros.
No sé en qué momento llegó a estar sentado junto a mi hermano. Estábamos tan concentrados en nosotros mismos que no lo sentimos llegar.
—Hola —saluda con una sonrisa—, creo que es muy grosero de mi parte llegar como si nada a hablarles sin conocerlos, pero los vi a lo lejos y quería preguntarles algo desde hace rato.
Le doy una mirada a Alejandro y se encoge de hombros un poco desconfiado.
—Claro. ¿Qué necesita saber?
—La chica del comedor, ¿la conocen? —asentimos con cuidado cuando pregunta por Melisa.
—Sí —dijo Alejandro—, es nuestra hermana.
—¿Por qué lo pregunta? —pregunto curiosa.
Él sonríe nervioso, se mueve inquieto y entonces logro entender más la situación.
—Bueno...es que ella me llamó mucho la atención y quisiera hablarle, pero no la he visto en todo el día después de lo que sucedió —nos regala una sonrisa amable y se la devolvemos no queriendo ser groseros—. ¿Podrían decirle que la busco?
Asiento tranquila, un poco emocionada, le doy una patada por debajo de la mesa a Alejandro cuando lo observa con los ojos entrecerrados.
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Editado: 03.03.2022