Vives en mí

Capítulo 3

¿En tu paso por la vida has tenido un amor cómo el mío? Si es así, eres una persona afortunada, yo amo a Aleck, con tal intensidad que ese amor era el que me daba fuerzas, por el que me levantaba cada día con una nueva ilusión. Ya todos se habían adaptado a la idea “Nazly y Aleck”, mi madre lo adoraba, me decía que jamás iba a tomar una mejor elección como la que había tomado. Aleck era esa especie de persona que todos querían tener a su lado, y sólo yo, tenía el privilegio de disfrutar a tiempo completo de su compañía. Carla tenía pareja, salíamos los cuatro de vez en cuando y nos divertíamos juntos.

Todo era perfecto, pero aún no había tenido ningún tipo de relación sexual con Aleck, él era un chico especial, no estaba ansioso por el sexo como los demás, o si lo estaba, no me lo hacía saber. Cada día que pasaba, nuestras caricias se hacían más intensas, y los dos queríamos apagar nuestro fuego interno, pero no había prisa. A cada rato, dejaba una nota en mi habitación o en mi bolso, era lo que más lo caracterizaba, siempre me dedicaba nuevos poemas, me escribía lo mucho que me amaba y lo afortunado que era por estar conmigo.

Una tarde, luego de salir de clases, fuimos a aquel lugar donde comenzó todo, donde nos hicimos novios, donde tuve mi mejor noche. Comenzamos a recordar todo, fue estupendo, lentamente nos besamos y un calor inmenso recorrió nuestro cuerpo, ya no podíamos continuar resistiendo ese fervor que teníamos el uno por el otro. Me humedecí y mientras le tocaba, pude percibir que el también estaba súper cachondo.

–¿Lo hacemos?

–¿Estás segura que ya estás lista?

–Sí, yo te amo, y contigo lo quiero todo.

–Yo también te amo, mucho.

Fue todo lo que hablamos, luego las palabras no salían, sólo el placer nos controlaba. 
Mientras nos besábamos, él quitaba lentamente mi blusa, mi piel se erizaba completamente al sentir el roce de sus labios por todo mi cuerpo.
Empecé a sentir el sudor de sus manos recorriendo mis hombros, luego mis senos. Con sus dedos acariciaba mis pezones, estos se endurecieron mientras que la libido se intensificaba en mí. Sus manos bajaban por mi abdomen y luego llegaron a la zona donde estaba mi debilidad, la de todas las mujeres.
Mientras tanto, yo recorría su cuerpo, su ancha espalda y sus musculosos brazos. Nos dimos otro beso y se puso el condón, ya era la hora, estábamos muy calientes.
Poco a poco me fue penetrando, yo gemía del placer que provocaba su miembro dentro de mí, él, tenía un buen ritmo en su movimiento, introducía su lengua dentro de mi boca y saboreaba todo, yo estaba en pleno éxtasis.
El placer nos consumía esa noche, todo a nuestro alrededor se hacía insignificante, sólo existíamos él y yo, era mágico, Aleck era muy bueno en el sexo. 
Luego de haber terminado, nos quedamos en la hierba, al aire libre igual que la primera noche que tuvimos en aquel lugar.

– Te amo Aleck.

–Yo la verdad, no sé lo que tú sientas, pero debo reconocer que yo no te amo. Poco a poco, me he dado cuenta que esas dos palabras no pueden definir lo que siento por tí, incluso, si alguien inventaría palabras para definirlo, no serían suficientes. Eres lo mejor que ha pasado en la vida Nazly, por tí, cada día soy mejor persona, por tí me levanto a diario con la esperanza de construir una vida juntos, contigo veo un futuro...

Él siempre me impresionaba con sus palabras, me robaba el corazón con cada una de ellas.

–Haces que cada día me enamore más de tí, no sé cómo puede ser esto posible, pero siento que a cada minuto que pasa te quiero un poco más.

– Nazly... gracias por existir, gracias por estar en mi vida.

–Gracias a tí por iluminar la mía, por favor, prométeme que estaremos juntos por siempre.

–Te lo prometo, estaremos juntos hasta que la muerte nos separe.

–No hables de muerte, sabes que no me gusta, estaremos juntos hasta el fin, sólo eso.

Esa noche, nuevamente, nos quedamos allí, bajo aquel cielo, que era aún más hermoso que aquella última vez. 
Cuando estaba con él, no le temía a nada, me sentía segura, y después de esta noche, de nuestra primera relación sexual, estaba segura que Aleck, era el amor de mi vida.

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Ya había pasado un año completo y aún seguía amando a Aleck con la misma intensidad del principio, incluso creo que mucho más que eso. Sus padres eran geniales conmigo, y mi madre lo adoraba a él. Éramos una gran familia. 
En cuanto a Carla, ya se había dejado tres veces y había tenido cuatro novios, este último, si le gustaba mucho, pero él no estaba muy enamorado de ella. Ahora yo era su consejera.
Se acercaba mi cumpleaños, todo estaba en calma, nadie lo recordaba, Aleck tampoco lo recordaba y ese día tenía que ir con un amigo a ayudarle a preparar su tesis, por lo que se quedaría en su casa todo el día, incluso creo que hasta en la noche. Yo no quería recordarlo, porque en realidad, me daba igual, era un día como otro cualquiera. 
Cuando desperté, ya Aleck se había ido, sentí algo extraño debajo de mí y cuando me dispuse a averiguar que era, pues, una de sus notas, amaba cada vez que me las dejaba, esta decía:

Amor, ¿acaso creíste que iba a olvidar tu cumpleaños?, ¿el día en que nació la princesa más hermosa, la mujer que me colma de felicidad, la que me ha convertido en el hombre más afortunado del universo?, nunca dejo de pensar en tí, recuerda eso por siempre.

Al abrir la puerta del cuarto...

–¡¡ Sorpresaaaa!!

Estaban todos mis amigos, mis padres, los de Aleck. Me habían organizado una fiesta y no sospechaba nada, pero eso no era lo mejor...Aleck me esperaba con un ramo de rosas, (príncipes negros para ser exacta), iguales a la primera rosa que me obsequió antes de hacernos novios. Sabía que amaba esas flores, él amaba mi sonrisa y siempre hacía lo posible por contemplarla.

–Gracias mi amor.




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