Viviendo Con El Enemigo

CAPITULO XX

Tengo que decir que los días se fueron más rápido de lo que me imaginé, ya que las tres semanas en que estaría sola con Mark han llegado a su fin.

Ambos nos encontramos preparando el almuerzo (aunque el ha hecho todo, yo mas bien soy el apoyo moral) para recibir a nuestros padres que vuelven hoy.

— ¿Crees que esto esté listo para cuando ellos lleguen? —pregunto ansiosa mirando la olla y luego miro a Mark. Mi hermano político me sonríe, pero lo hace con esa sonrisa divertida que carece de arrogancia. Esa sonrisa que me está comenzando a gustar, aunque claro, él no sabe eso y no estoy planeando decírselo.

—No seas impaciente, estará lista pronto y justo a tiempo—responde él.

Se preguntarán que clase de avance hemos hecho en estas tres semanas. Pues déjenme decirles que mi relación con Mark esta mejor de lo que pude esperar. Al día siguiente de la fiesta en casa de James desperté con un dolor de cabeza horrible, pero eso no es lo peor, la cosa es que no recordaba nada de lo que había sucedido esa noche, tanto así que aun me avergüenzo y ni siquiera toco el tema, pero de lo que más me sorprendí, es que ese mismo día Mark comenzó a ser más amable conmigo, y no es que me queje.

También, esa misma tarde Theo me llamó preocupado ya que según él me pidió que lo llamase cuando llegara a casa, pero por mi alto estado etílico, no lo llamé (creo que con suerte recordaba mi nombre). Él me contó que tuvo que llevar a Teresa a casa debido a que estaba muy bebida y que me dejó con Mark porque ambos vivimos juntos y presentía que él no me abandonaría a pesar de lo cretino que puede llegar a ser.

Aun sonrío al recordar lo desesperado que sonaba por hacerme entender su razón de dejarme. Por mi parte aprobé su decisión, yo hubiese hecho lo mismo. Theo y Teresa son vecinos, y también veo su lógica la dejarme en manos de Mark, aunque igual fue algo riesgoso, ¿y si Mark me hubiese abandonado?, no quiero ni pensar en ello.

Las tres semanas que Mark y yo hemos pasado juntos han sido agradables (algo que jamás pensé decir en mi vida). Ambos somos capaces de estar en la misma habitación sin agredirnos verbalmente, y ambos somos capaces de reír, bromear y charlar. Claro, no es como que todo lo que hemos pasado estos trece años se vaya a borrar y ambos vamos a ser mejores amigos. El trauma que me causo no se borra de la noche a la mañana, pero me siento orgullosa al decir que hemos progresado. Incluso diría que hemos madurado.

Ahora puedo ver el punto de vista de mamá. Mark si tiene puntos buenos, claro, aun es arrogante, narcisista y egocéntrico, pero esas características no quitan que sea buen cocinero y una excelente ama de casa. Si no fuera por él, hubiese muerto de hambre hace dos semanas y cinco días. Si, así de exagerada soy.

Obviamente tampoco estuvimos a nuestra suerte. Mamá y Robert nos llamaron cada noche para ver como estábamos (aunque creo que también era para ver si ambos estábamos vivos y no nos habíamos matado mutuamente). Mamá se alivio al ver que estaba comienzo cosas que fueran nutritivas y que no había sucumbido a la comida chatarra.

—Pones una cara súper fea cuando piensas, debería de ser un delito verte—bromea Mark, lo cual me saca de mis pensamientos. Le respondo sacando la lengua y hago una cara aún más fea.

El ríe y yo sonrío. Creo que por fin estamos medio paso a convertirnos en hermanos, se que falta aún, pero es un paso gigante el que ya no quiera arrancar su cabeza y dársela a perros rabiosos.

Mark esta revisando la comida cuando sentimos que la puerta principal se abre.

—¡Estamos en casa! —grita mamá desde la entrada.

Miro a Mark y antes de que me diga algo, corro hacia donde están ellos y me lanzo a los brazos de mamá. Ella me responde con una risa y responde a mi abrazo. Al parecer la he extrañado más de lo que deseo admitir.

—Yo también te extrañe—dice ella mientras me estrecha.

—Bienvenidos—les digo a ambos y Robert asiente con la cabeza mientras mira hacia la cocina en busca de Mark.

Dejo ir a mamá, y miro a Robert. Sé que él no es mi padre, pero verlo me hace saber que también lo extrañé, así que me acerco a él y también le doy un abrazo. Robert se paraliza ante mi repentino gesto, pero cede cuando se da cuenta de que no lo voy a soltar tan pronto. El ahora es mi figura paterna, y no lo odio en absoluto. Haré lo posible para tenerle el cariño que merece.

—Mark está preparando el almuerzo—le digo a Robert cuando lo veo mirar hacia la cocina por segunda vez. —Deberían de dejar sus cosas en el cuarto, el almuerzo estará listo para cuando bajen—les digo.



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En el texto hay: juventud, amorodio, amistad

Editado: 28.12.2019

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