CAPITULO XXXIII

Mark se ha pasado las siguientes semanas solo hablando de Anna. No me molesta, pero en serio me irrita. Anna esto, Anna esto otro.

No conozco bien a la chica y ya siento que la odio.

—Eso se llaman celos, amiga—dice Teresa mientras mastica su almuerzo—y créeme, son atroces.

Niego con la cabeza. —Yo no siento celos—digo a la defensiva.

Teresa levanta sus rojizas cejas—Solo te estas engañando a ti misma.

Estoy por responder algo sarcástico, pero Theo aparece y ambas dejamos el tema.

Oficialmente, ellos han comenzado a salir. Theo me pidió disculpas y luego de que aclaráramos las cosas él y yo llegamos al acuerdo de que nunca ha pasado nada. Ambos se ven bastantes bien juntos, y de corazón me alegro por ellos. De hecho, pensé que me dolería más el verlos juntos, pero no. Me pasa todo lo contrario, estoy feliz al ver a Teresa así, ella jamás ha tenido novio y Theo, bueno, Theo es un tipo que vale la pena.

—Si me sigues viendo así creeré que estas enamorada de mi—bromea Teresa.

Coloque los ojos en blanco. —Ya quisieras—respondo con una sonrisa.

***

Cuando la jornada escolar termina, voy directo a casa. En historia nos han dejado un trabajo de investigación y mientras antes lo acabe, mas tiempo libre para mí.

Deslizo la llave en la cerradura y entro en la casa, pero la escena que me recibe me deja más helada que paleta de hielo.

Mark y Anna están abrazados y la atmosfera es bastante romántica. Siento como si me hubieran golpeado en el estómago con suficiente fuerza como para dejarme sin aire.

Ellos notan mi presencia y se separan. Mi mirada fue se posa Anna, la cual está llorando. Reprimo el impulso de colocar los ojos en blanco. En serio siento que la odio, ¡y eso que solo nos hemos visto una vez!

—Llegas temprano—dice Mark con la voz ronca.

No resisto la tentación y coloco los ojos en blanco. —Al menos yo fui a clases—digo con tono molesto.

Anna parece notar mi enfado porque se limpia las lágrimas y se levantó del sofá, pareciendo un poco incomoda.

Así es, date cuenta de que debes irte.

La veo recoger su bolso y despedirse de Mark con un beso en la mejilla. Abro la boca en asombro ante aquel gesto tan íntimo. Ella después le susurra algo en el oído que los hace sonreír.

Yo estoy de pie como una espectadora de una absurda comedia romántica, por alguna razón no me puedo mover.

Después de lo que siento una eternidad, y como si esto fuera una pasarela, Anna camina hacia mí, me sonríe y se despide con una dulce voz.

— ¿Qué demonios te sucede? —pregunta Mark con el ceño fruncido.

—Nada—digo de forma cortante.

Él no me quita la vista de encima. —Estas así desde hace días ¿hay algo que te molesta?

Coloco los ojos en blanco por vez mil. —No me pasa nada ¿sí? Ahora quiero ir a mi cuarto para hacer los deberes.

Camino hacia las escaleras, pero Mark me jala del brazo haciéndome girar hacia él. Reprimo el aliento cuando me doy cuenta de lo cerca que estamos.

—Estas molesta—afirma.

Trago saliva—estoy cansada, déjame ir—ordeno con poca convicción.

—Si no me dices que te molesta, no te voy a dejar ir—bromea con esa estúpida sonrisa de medio lado.

Eso me desquicia. De un empujón, lo alejo de mí.

—¡No vengas a coquetear conmigo después de que tu nueva conquista se acaba de ir! —grito enfadada.

Mark sonríe ampliamente. —Estas celosa—afirma, como si esta situación fuera graciosa.

Refunfuño— ¡no estoy celosa! —vuelvo a gritar—nunca podría estar celosa.

Mark me levanta el mentón, haciendo que nuestros ojos se encuentren.

—Solo admite que estas celosa—susurra acercándose muy despacio hacía mi rostro.

No puedo quitar mis ojos de los suyos. —Te dije que no estoy celosa—sueno poco convincente.

Sonríe— ¿Por qué eres tan terca?

—No soy terca. Ahora déjame ir a mi cuarto.

El niega con la cabeza. Su boca está literalmente a un suspiro de la mía. Odio admitirlo, pero estoy expectante, a la espera de un beso. Instintivamente cierro mis ojos esperando el roce de sus labios en los míos, pero el beso nunca llega.