Viviendo Con El Enemigo

CAPITULO XLVI

Mark me trae a casa. le pregunto si quiere entrar a para ver a Robert y a mamá, pero se niega y dice que prefiere irse a casa. No le quiero preguntar, pero me da la sensación de que aun tiene sentimientos encontrados con nuestros padres, y si me preguntan, creo que lo entiendo.

El me da un beso fugaz y siento que todo va perfecto. Entro a la casa y no veo a mamá ni a Robert por ningún lado, pero lo que si encuentro es una nota pegada en el refrigerador.

“Robert y yo salimos por un momento, en el microondas hay comida”

Me encojo de hombros y voy en dirección a mi habitación. Necesito tiempo para procesar lo que me acaba de suceder. Es que, ¡aun no me creo que he conocido a la madre de Mark!, jamás creí que algo como eso me iba a suceder, quiero decir, ella no es una mujer que haya estado presente en la vida de mi ex enemigo, ni siquiera pasó por mi mente verla cara a cara. Sin duda es una mujer hermosa, no de puro gusto Mark parece un actor de películas adolescentes.

Robert es bien parecido, pero él no aportó todos los genes. Si bien Mark sacó el cabello oscuro de su padre, él heredó toda la belleza de su madre, sobre todo, esos profundos ojos verde. La madre de Mark es joven, incluso diría mas que mamá. Tiene un cuerpo que te hace cuestionar si ella de verdad dio a luz a Mark, porque sin duda parece sacada de una revista. Su cabello es castaño y su piel es blanca como porcelana. Y, sobre todo, es una mujer agradable.

Cuando la vi me quedé paralizada ante su belleza y carisma. Ella nos hizo de comer y bromeo durante toda la comida sobre Mark y como le parecía adorable que no dejara de hablar sobre mí. Nunca había visto a Mark estar sonrojado sobre algo, sin duda disfruté esa comida.

Otra cosa que noté fue el hecho de que Mark sonreía mas alrededor de ella, se veía relajado y parecía disfrutar. En ninguno de nuestros almuerzos familiares lo vi así. Sentí un poco de envidia y alegría a la vez. Me dije a mi misma que si él es feliz, yo también.

Doy un suspiro y saco mi celular del bolsillo trasero de mis pantalón. No tengo mensajes de Teresa ni de Theo. Quizás andan juntos. Sonrío, siento que por fin podemos ser nosotros tres sin recordar ese momento oscuro. Ellos sin duda están hechos el uno para el otro. Estoy por dejar mi teléfono en mi mesa de noche, pero escucho el sonido de un mensaje.

Lo tomo creyendo que es de Teresa, pero frunzo el ceño cuando me doy cuenta de que es Michael. Una sensación desconocida me recorre el cuerpo. El mensaje dice que necesita hablar conmigo, que me estará esperando en la plaza cerca de mi casa en diez minutos.

Dudo un segundo, pero la curiosidad me gana y me preparo para salir. No se por qué, pero tengo la sensación de que algo está por suceder. Quizás verlo es la mejor manera de decirle que las cosas con Mark mejoraron, que no puedo corresponder sus sentimientos y que me solo quiero ser su amiga. ¿soy cruel por rechazarlo? No lo se, nunca estuve en esta situación antes, lo más cerca de un rechazo amoroso que he estado ha sido a través de los libros que leo. 

Suspiro mientras salgo de la casa.

Camino con inseguridad a medida que me voy acercando a la plaza. Mentalmente repaso las palabras que le diré; “no puedo corresponder a tus sentimientos porque amo a Mark”.

 Espero que esto no me aleje de Michael, puede ser egoísta, pero sus consejos y su compañía me hace bien, pero temo que esto vaya a arruinar nuestro ambiente.

Cuando llego, él ya esta esperándome. Sus bellos ojos azules me miran y ya no veo buena idea reunirnos aquí. El se acerca a mi y me da un saludo con la mano.

—¿Cómo has estado? —es lo único a lo que atino a preguntar.

Su hoyuelo se hace presente cuando él me sonríe. —Nos vimos hoy en la ceremonia de graduación—bromea él—, pero bien, desde la ultima vez que nos vimos fui un muñeco que posa para fotos—dice mientras ríe.

Me quiero golpear mentalmente, sin duda puedo ser una tonta sin proponérmelo. Agacho la mirada tratando de ocultar mi vergüenza.

—Ven, no quiero hablar contigo aquí de pie—dice el antes de caminar a una de las bancas. Por inercia lo sigo sin hacer una pregunta, después de todo, el fue quien me citó. Ambos nos sentamos en una banca cerca de la fuente de agua. Veo a personas trotar y a otras que pasean a sus perros.

Miro a Michael, pero el tiene la mirada perdida, no sé qué está mirando, pero me provoca fascinación ver su perfil, no me había dado cuenta de lo largas que son sus pestañas. Es casi irreal, de pronto, un dolor en el pecho me hace sentir insegura.

—No me veas tanto, cabe la posibilidad de que me gaste—trata de bromear.

Avergonzada aparto la mirada. No se que me pasa, solo se que ante Michael siempre termino haciendo alguna tontera que me quita un poco de dignidad.

—Te preguntas porque te cite—dic sin mirarme—pero siento que, si no hago esto ahora, no voy a ser capaz de tener el mismo coraje.

Frunzo mi ceño, pero dejo que continúe hablando.

—Tuve una charla con Mark—dice de pronto—pero no te asustes, esta vez no hubo puñetazos—dice esbozando un intento de sonrisa.

Felicidades por la aprobación de sus padres—sus ojos se encuentran con los míos. —Sabía que podían lograr superar esto, después de todo es Mark. Ese idiota siempre obtiene lo que quiere.



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En el texto hay: juventud, amorodio, amistad

Editado: 28.12.2019

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