Las hermosas flores de la primavera ya habían quedado atrás llevándose los hermosos árboles que daban a enseñar sus hermosas hojas verdes.
Todo eso había sido reemplazado por árboles secos, sin vida ni emociones alguna, todo se veía horriblemente tenebroso.
El auto viejo de los ochenta de papá se detiene en una enorme mansión que parece sacada de una película de terror, sus paredes estaban cubiertas de plantas, ninguno de los árboles tenía vida alguna, haciendo que un escalofrío recorra todo mi cuerpo.
Papá baja del auto y yo no soy lo suficientemente valiente como para hacer lo mismo.
Lo veo tocar un timbre y mis ojos se fijan en la enorme puerta que se ve a lo lejos después de las enormes rejas que cuidan la mansión.
Una señora de unos cincuenta años se ve desde lejos acercándose a nosotros y papá jira a encotrar sus ojos con los míos.
-baja-dice con su voz ronca de camionero.
No hago movimiento alguno, solo aferro los dedos de mi mano derecha al collar que le pertenecía antes a mi madre.
La mujer abre las cadenas de las rejas y habla algo con mi padre que no puedo entender. El asiente antes de acercarse a mi.
-baja-dice sacando mi maleta
-¿por...
-¡Muévete!-me interrumpe gritándome.
Mis ojos se cristalizan por el miedo, me toma por los brazos sacándome del auto a la fuerza.
El frío del bosque me abraza y si siento miedo al ver todos esos árboles secos.
-papá...
-¡yo no soy tu padre!-vuelve a interrumpir-todos estos años te aguante, pero no te quiero más bajo mi techo-dice mirándome con odio.
Las lágrimas bajaban por mis mejillas, el nunca a sido el mejor padre, pero ha sido el único que e tenido haciendo que lo quiera como a nadie.
-papá...
-¡no soy tu padre!-me grita.
Siento unas frías manos en mi muñeca y ni siquiera me importa eso, solo quiero despertar de este sueño.
-tiene que entrar señorita-dice la mujer.
Su voz está suave y dulce que me recuerda la de mamá.
-no me dejes aquí-le suplico.
El solo deja la maleta en suelo y se marcha a su auto, mis ojos cristalizados por las lágrimas esperan con ansias verlo regresar pero se adentra el auto y dejándome aquí.
-adentro-pide.
Entro al lugar sintiendo el frío de la tarde, los árboles se mueven haciendo que aire frío aumente, mi corazón se estruja al tener que quedarme aquí, no se que diablos hice para merecer esto.
-¿Quienes viven aquí?-pregunto mirando el lugar.
Realmente es enorme, no entiendo como no hablan de este lugar en el pueblo.
-en realidad contigo seríamos cuatro personas y...-detiene sus palabras y la miro con el ceño fruncido en busca de saber la razón.
Abre la puerta y tres personas nos esperan detrás de ella.
-¿Ella es la chica?-pregunta una chica de mi edad.
-lo es-contesta la mujer que me acompaña.
-mi nombre es Abraham-se presenta un chico de ojos verdes.
-el mío es Aaron-se presento otro chico de ojos marrones.
Los chicos se ven que son muy amables al contrario de la chica que solo me mira con odio y se va a no se donde.
-chicos llevenla a su habitación-dice la señora antes de irse.
Observo la mansión y todo está pintado de gris con diseños negros, quien sea el dueño de este lugar no es alguien muy feliz .
- vamos-dice Abraham tomando mi maleta.
Los sigo a ambos mientras observo la mansión.
Realmente este lugar da mucho miedo.
Cuando llegamos al tercer piso al fondo se veían dos enormes puertas de madera y la curiosidad de saber que hay ahí me invade.
-aquí-dice Aaron abriendo una puerta de madera.
Mis ojos de encuentran con una habitación con la decoración de la casa.
Las paredes son blanncas y grises con decoraciones negras.
La cama es enorme con sabanas blancas y almohadas negras.
-esta es tu habitación-dice Abraham.
-es hermosa- digo con tristeza, aunque la casa donde crecí no tenía esta habitación ahora mismo lo que quiero estar en ella no en está fría y hermosa habitación y realmente lo es.
Aún teniendo colores sin vida eran realmente hermosa.
-la cena es a las siete y treinta, al señor no le gusta que lo hagan esperar-dice Aaron.
-¿Cenaremos con el?-pregunto.
Ya que en mi pueblo los empleados por ninguna razón comían en la misma mesa que el jefe.
-no, al señor no le gusta tener personas cerca de el-dice Abraham-comerás con nosotros.
Asiento lentamente y ambos de dedican una sonrisa antes de salir de la habitación.
Me quedo viendo por completo y mis ojos localizan una puerta blanca, me acerco a ella en busca de saber que se esconde detrás de ella.
Al abrirla mis ojos se encuentran con un baño, la bañera era de cerámica haciendo que se vea más lujosa, las paredes estaban cubiertas de losas, un enorme espejo estaba en el tocador del baño haciendo parecer que es un baño de un hotel cinco estrellas.
Salgo de el en busca de conocer más el lugar donde tendré que quedarme por obligación, salgo al pasillo y mis ojos vuelven a ver las dos enormes puertas, miro a todos lados y el silencio y la falta de personas en esta misión es aterradora.
Me acerco a las puertas sintiendo la comezón en las manos por los nervios y curiosidad.
Mis manos toman la cerradura de una de las puertas y la giro lentamente, mis ojos se encuentran con una enorme biblioteca que me hace quedarme con la boca abierta.
Desde pequeña siempre me ha gustado mucho la lectura y tener delante de mi esto es el paraíso.
Entro a ella disfrutando de la hermosa vista y cada paso que doy acaricio los libros que de encuentran en los libreros.
«el silencio del mundo» leo el título de un libro y supongo que es de poesías, lo tomo en mis manos y escucho un gruñido como si fuese de algún animal enfurecido.
Me giro sobre mi eje en busca del lugar de donde salió y me encuentro con unos intensos ojos color fuego mirándome con enojo.
Por inercia mi cuerpo da un paso hacia atrás y la cosa que tengo ante mi da uno hacia mi.
Bajo la mirada a su cuerpo y solo lleva unos jeans gastados dejando ver su trabajado cuerpo, sus músculos dejaban saber que era alguien fuerte.
Siento como da otro paso hacia mi y una corriente eléctrica recorre todo mi cuerpo.
Comienza acercase hasta el punto de que nuestras narices casi se rozan.
-¿Quien eres?-pregunta con su ceño fruncido.
-Y-yo...
Mis palabras se cortan al ver como huele el aire, suelta un gruñido como el de antes y se separa de mi.
-te quiero lo más lejos de mi posible ¿entendido?-la dureza con la que dice esas palabras me hacen temblar.
-S-si...
-¡largo!-me interrumpe gritándome.
No lo dudo un segundo más y salgo corriendo de la biblioteca.
Corro por el pasillo chocando con el pecho de alguien.
-¿todo bien?-pregunta Aaron.
-si, solo...
-te encontraste con el señor-me interrumpe.
-¿como...
-el señor es así-me vuelve a interrumpir.
Muerdo mi labio inferior mirando hacia otro lado.
-La cena está casi lista, Martha quiso que fueras tú quien le preparará el postre del señor-me informa.
-¿yo?-pregunto señalándome.
-si, así quizás no recibas su furia-me dice.
Asiento lentamente mientras bajamos los escalones.
-¿Por que sus ojos son de ese color? Eso no es de una persona normal-le pregunto.
-El no es una persona-contesta tranquilo.
-entonces, ¿Que es?-pregunto.
-una bestia- contesta.