19 de octubre de 1982 - Martes
Una, dos, tres... hasta siete campanadas proceden de la antigua iglesia de Gavarda.
"Tengo 48 horas para salvarte la vida. No puedo perder más tiempo".
En cambio no puedo quitarme de la cabeza el día de ayer. Su sonrisa, su aroma, el sabor de sus labios... Pero ahora que lo pienso, ni tan siquiera tengo un nombre. Y me río tristemente por esta vida mía en la que sólo respiro tres días para volver a morir.
Sin más dilaciones me levanto de un salto. Abro el armario, se me cae encima toda la ropa amontonada. Cojo lo primero que veo y salgo de la habitación.
"Venga Marc, necesito que me des una pista".
No hay nadie en casa. Mi madre me ha dejado una nota en el frigorífico:
"Cariño han llamado del instituto. Han anulado las clases por el temporal. Ten cuidado si sales. En la nevera tienes la comida. Te quiero. Mamá".
Me dirijo hacia la ventana y deslizo la cortina. Unas nubes amenazantes se posan sobre el cielo gris. La lluvia cae incesante formando pequeños ríos por las calles.
La gente camina apresurada hacia sus trabajos.
Enciendo la radio:
"El temporal de lluvia, el más intenso de la última década, ha dejado a 500.000 alumnos sin clase en la Comunidad Valenciana, además de cuantiosos daños, carreteras inundadas y viviendas anegadas en Tarragona, Teruel, Valencia y Castellón, donde esta noche ha caído una nueva tromba de agua.
En las últimas 24 horas, los equipos de emergencia de la Comunidad Valenciana han rescatado a más de un centenar de personas por inundaciones en calles, viviendas y carreteras, han retirado árboles caídos y han achicado agua en comercios y sótanos".
Bueno, ¿Y dónde voy yo ahora con este tiempo? No puedo salir de casa.. Y de repente me viene una idea a la cabeza. Mis ojos se abren de par en par, me quedo sin respiración por unos segundos.
No puedo salir de casa, repito. No puedo salir de casa! Ahí está! Aquí va a suceder algo. Al final va a ser más sencillo de lo que me imaginaba.
Subo al dormitorio de Marc y busco una mochila. Me paro una vez más frente al espejo:
"Marc vas a besar por tí mismo a la chica sin nombre. Cuídala."
Meto en la mochila una muda, un paraguas y algunas monedas que habían en un pantalón. Bajo a la cocina y me hago con unas cuantas provisiones.
Arranco un papel de mi libreta y escribo una nota a mi madre:
" Mamá voy a casa de Pablo para hacer el trabajo. Me quedaré a dormir allí. Te quiero. Marc".
Justo cuando voy a salir por la puerta suena el teléfono. Durante unos segundos pienso en si cogerlo o no. Al final opto por lo primero.
- ¿Si?
- Hola Marc!
Es ella. Esa voz es inconfundible. Mi chica anónima. No puedo evitar que se me acelere el pulso. Marc, tranquilízate, que no te tiemble la voz. Cojo aire y contesto:
- Hola preciosa! Justo estaba pensando en ti. (venga Marc, voy a dejarte el terreno listo. Vas a flipar cuando regreses).
- Si? Yo también. Te llamaba porque, ya que no tenemos clase, si quieres podríamos vernos. Estoy sola en casa.
Me quedo pálido. Ésto sí que no me lo esperaba. Ahora soy yo el que me he puesto nervioso. Marc, reacciona. Ayúdame!!!
- Va, vale. Me arreglo y voy enseguida - cuelgo el teléfono sin esperar su respuesta.
Me quedo de pie, inmóvil. He vivido muchas vidas, muchas situaciones y estoy preparado para todo, pero no para ésto. He caído desde un paracaídas, haciendo escalada, accidentes de tráfico varios, enfermedades diversas, asesinatos, peleas, suicidios...pero nunca me he acostado con una chica! Y tengo el presentimiento que Marc tampoco.
Hecho un manojo de nervios salgo de mi casa. Está lloviendo con mucha fuerza. Abro el paraguas y aligero el paso. Un gato sale corriendo para resguardarse en algún portal.
Ella vive a tres manzanas. En 10 minutos ya estoy tocando su puerta.
Me sorprendo al verla con una mochila puesta y botas de agua.
Acto seguido me dice:
- ¿Quieres ver un sitio espectacular? - me pregunta entusiasmada.
- ¿Con este tiempo? - pregunto duditativo.
- Venga, es sólo agua! - me dice con esa sonrisa y esos ojos tan alegres que es imposible negarse.
Cogidos de la mano vamos esquivando los charcos. Debido al viento terminamos empapados. Aún así continuamos nuestro camino.
Cruzamos la plaza del Ayuntamiento, el banco donde ayer estaban las dos señoras ahora posa solitario, y nos dirigimos hacia las afueras de Gavarda.
El viento es cada vez más fuerte dificultando nuestros pasos. El paraguas ya de nada sirve. Así que lo cerramos y continuamos corriendo.
- ¡Allí está! - dice señalando lo que parece ser una cabaña.
Nos adentramos apresurados. Doy unos pasos observando su interior. Es pequeñita, unos 30 m². Sólo hay un habitáculo con una chimenea, la cual está llena de escombros. Al fondo hay unos hornillos de gas desgastados por el tiempo. Una mesa con dos sillas y una manta es todo el mobiliario que consta.
La madera se conserva bastante bien a pesar de los años. Dos ventanas vibran por la fuerza del aire. Una de ellas se abre de golpe. Voy para cerrarla y un paisaje deleita mis sentidos. Un hermoso prado rodea el río Júcar.
- Tenías razón. Éste lugar es hermoso - comento fascinado.
Se acerca a la ventana y añade:
- Cuando era pequeña venía aquí con mis padres y nos bañábamos en el río. Si cesa la lluvia podemos bajar a la orilla.
Observo que está empapada al igual que yo. Las gotas de agua resbalan por su pelo mojado, haciéndola más bella aún. El deseo de tocarla es irrefrenable. Deslizo mis manos por su cintura y la acerco hacia mí. Cuidadosamente le quito la camiseta mojada y me peleo con el sujetador. Ella me mira con una sonrisa traviesa. Me acerco a sus labios y los beso frenéticamente. Nos miramos y reímos de nuestra locura.