Viviendo tu Muerte

Maia - Día 2

Apenas he podido dormir. Me cuesta canalizar las emociones que siente mi nuevo cuerpo y justo cuando empiezo a adaptarme a él, he de irme. 
Siempre he sentido la muerte cerca y el sentir nacer una vida ha hecho fortalecer aún más mis ganas de pertenecer a este mundo.

¿Por qué debo salvar la vida a personas que ni tan siquiera lo han pedido? ¿Quién salva la mía de este tormento?

Con bastante esfuerzo consigo abrir los ojos. La imagen de la pequeña Maia viene a mi mente. Con una sonrisa me levanto y salgo en dirección al río. Necesito lavarme la cara y acicalarme un poco. 
Oigo unas pisadas detrás mía.

- Buenos días! - comenta una joven con voz alegre.

- Buenos días! Hace una mañana estupenda verdad? - contesto mientras me seco la cara.

- Perfecta para ir al mercado. Estás lista?

Me mira de arriba a abajo. Llevo un vestido hecho jirones y los pies dolidos de tantos arañazos.

- Desde luego que no lo estás. Hoy se nos hará tarde!

Me coge del brazo y me lleva a mi cabaña.

- Dónde diantres has metido tu vestido? - dice mientras rebusca por mis cosas - muchos botes y plantas raras pero ni un mísero cepillo. Aquí está.

Me muestra un vestido blanco y verde y unas sandalias un poco roídas. Una vez vestida me mira con asombro.

- Estás guapísima. Este vestido te realza más tus ojos verdes. Venga vamos!

Salimos a toda prisa. Recorremos unos 6km de bosque denso. La chica que me acompaña se llama Gaia y le encanta monopolizar la conversación. Sé su nombre porque le gusta hablar de sí misma en tercera persona. Mientras ella habla de cotilleos varios yo alejo mi mente y voy pensando en cómo puedo salvar a Maia. No se me ocurre el motivo de su muerte. Quizás tome alguna de sus hierbas en mal estado o quizás venga la bruja de Blancanieves y me dé una manzana.

- ¡Por fin! ¡Ya hemos llegado! Espero que  le guste mi nuevo lazo a Íñigo - dice mientras se lo coloca bien en el pelo.

Nos adentramos a una aldea. El olor a estiércol me revuelve el estómago. Nos dirigimos hacia donde se oye el bullicio de la gente. Una plaza llena de puestos de todo tipo. Vendedores alzan su voz para conseguir ser escuchados por encima de los demás:

"Vengan señores y señoras! Aquí tenemos los mejores tomates de todo Zugarramurdi. Idóneos para hacer un buen gazpacho!"

Zugarramurdi? Eso está en Navarra si bien no me equivoco. Algo me suena de una cueva y una película... No consigo recordar del todo.

Una gitana me impide el paso. Abre sus ojos blancos invidentes y agarra mi mano. Parece ver más allá de mi cuerpo, viendo quién de verdad soy. Se acerca a mi oído y entre susurros consigo oír:

"Antes de que se ponga el sol arderás en el infierno. Desaparece. Toma el sendero que va a la montaña. Aléjate de los caminos. Apresúrate".

La gitana da media vuelta y se mete entre la multitud.

Quedo quieta, ensimismada. Zugarramurdi, arderás en el infierno... Un empujón me hace volver a la realidad. Una caja cae al suelo cayendo su contenido por la tierra.

- A ver si miramos por dónde andamos! - grita una mujer entre sofocos -... Ah! Si eres tú Maia! Perdona hija, mis brazos ya no están para cargar con tanto peso. Has venido a por más plantas?

- Disculpa! - le digo mientras la ayudo a recoger todo lo q ha caído - No, hoy he venido a acompañar a Gaia - miro a mi lado pero no está. La diviso a lo lejos tonteando con un chico de pelo rizado.

- Maia quería hablar contigo. Ven a mi puesto - me dice en voz baja.

- Déjame que te ayude- la sigo con la caja de hierbajos en mis brazos.

Entramos en un tenderete lleno de hierbas de todos los tipos. Me incita a pasar detrás de una especie de cortina.

- Aquí no nos oirán. Ayer fue Ferrán el leñador a buscar tu ayuda verdad?

- Sí, se había cortado con el hacha.

- Hoy ha muerto. Después de unas calenturas empezó con temblores y a echar espuma por la boca. Dicen que logró decir antes de morir: "es una bruja, me ha metido el demonio dentro". Es cuestión de tiempo que vayan a por tí.

Las palabras de la gitana retumban en mi mente: "arderás en el infierno"

"¡Me quieren quemar!"

Oigo voces procedentes de fuera:

- Venga chica! Dime dónde está la bruja! Siempre viene contigo. Dónde se ha escondido!

Entre la cortina puedo ver a un hombre fornido agarrando a Gaia, la cual entre sollozos dice que no sabe dónde estoy.

- Corre. Tienes que escapar. Si te dan caza te quemarán en la hoguera - me dice mientras me indica un camino por detrás de su puesto.

Sin decir nada más, salgo de la tienda corriendo. Corro lo más rápido que pueden mis pies doloridos. A lo lejos se pueden oír las voces de aquel hombre:

¡No pararé hasta encontrarte hija del demonio! No pararé hasta que ardas en el infierno!



#2375 en Paranormal

En el texto hay: intriga, amor, paranormal

Editado: 23.11.2019

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