Finalmente llegó el día del examen de admisión, y tras él, los resultados del orden de las clases. Estaba, obviamente como siempre, con Alice, quien más que buscar su nombre, buscaba el mío con fervor. Hice lo mismo, claro que con mi nombre, mientras buscaba con paciencia mi nombre en el tablón de resultados, tratando de ignorar las habladurías de los demás alumnos.
Ya había encontrado el nombre de Alice. Clase 1-1, obviamente, junto con los otros cuatro. Los 5 con calificaciones absurdamente altas. Pero no veía mi nombre en la misma clase. Cuando lo vi finalmente, hubo algo misteriosamente fuera de lugar. Muy fuera de lugar.
— Camile Valentine...
— ¡No! ¡No lo digas! — exclamó Alice con consternación, pero decidí ignorarla y seguir con mis palabras.
— Clase 1-2. Saqué 92 puntos de 100 en el examen de admisión, quedando en el quinto lugar — murmuré incrédula.
— ¡No! ¿¡Por qué!? ¿¡Qué he hecho mal!? — gritó con exagerado tono de mártir.
Creo saber la razón de no estar en la misma clase que los cinco. Básicamente, no importa una cáscara de piña quién más esté en la clase de Alice, siempre y cuándo los cuatro estén con ella. La mejor amiga importa una mierd... Igualmente, la lógica sigue siendo estúpida, haciendo que los cuatro enteritos y vivos estén en el mismo salón que Alice, con unos cuántos puntos de diferencia en el examen con Alice, pero ¡Un demonio! ¡Yo saqué 92 malditos puntos! ¿¡Acaso eso no es un logro que me hace merecedora de la clase 1-1! ¡Autor hijo de «censurado»!
— ¡Qué guapos! — gritó una chica, particularmente aun menos indispensable que yo, solo para ensalzar la "Grandeza" de los protagonistas masculinos. Sí. Incluso menos importante que yo para la trama pero muchísimo más importante que yo en cuestiones de lograr algo.
— Gracias al cielo no les inventaron un apodo demasiado estúpido — murmuré a Alice a mi lado, pero estaba demasiado ocupada sollozando por no estar conmigo este año, que ni siquiera articuló una respuesta, naturalmente irónica como las que siempre tiene preparadas cuando yo hago comentarios vacíos y sin sentimientos.
¡Mejores amigas!
Llamamos la atención de Adam y rápidamente se dirigió hacia donde nosotras, mirando en el tablero su nombre en la clase 1-1, pero no el mío, claro.
— Qué mal. Lo siento tanto, Camile — dijo mirándome con su supuesta lástima. Yo le respondí con mi ya natural mirada de odio que normalmente le dedico a él, exclusivamente, aumentando en él una molesta risa burlona e irónica — me duele que no estés con nosotros. En serio — dijo y se tentó hipócritamente el corazón.
— Jódete — le dije despectivamente, mirándole con una sonrisa vacía.
— ¡En serio...! — e iba a continuar, pero Mark que estaba a un lado mirando el tablero, le dio un codazo en el estómago «desconozco si fue intencional o no, pero de que le dolió, le dolió» y me miró emotivamente.
— No estés triste, hermanita — me dijo con ojos ligeramente llorosos.
— Solo un poco, pero... — me interrumpió.
— ¡No estés triste, hermanita! — exclamó.
— ¿Cómo que no esté triste? — le miré incrédula.
— ¡Que no estés triste, hermanita! — gritó.
— Te dije que yo no...
— ¿¡A quién le pegamos!? ¡Dímelo hermanita, y le meto una paliza! — preguntó a modo de exclamación.
No creo que puedas, pero al autor. Por favor.
— No te preocupes, Camile. Te visitaré siempre que pueda — dijo Harry con una suave y dulce sonrisa.
— Harry... — mi rostro se tornó conmovido.
— Ánimo — me dijo Zach, con su característica cara inexpresiva.
— Gracias — dije con una ceja alzada.
— ¡Camile! — Alice me abrazó.
Cielos. Mucho amor, chicos. Mucho amor.
— Oigan, vámonos. Ya va a sonar la campana — dijo Adam.
— ¡Oye, qué insensible eres! ¿No ves que mi hermanita está triste? — exclamó Mark.
Pero Adam arrastró a Alice y a Mark, los más tercos y desaparecieron entre los alumnos.
— Has mucho amigos — dijo Harry, con una sonrisa brillantemente decidida, a la que yo respondí con el pulgar arriba.
Me fui a mi salón con algo de prisa y tan pronto llegué, tomé un asiento al azar y suspiré, pues ya había sonado la campana.
— Buenos días — me dijo la persona a mi lado, con una acento algo extraño, por cierto.
Volteé y me encontré con un atractivo chico rubio que me miraba dulcemente... ¿Y este?
— Hola — respondí nerviosa.
— Soy Evan Kingle. Soy de Suiza, pero me mudé aquí con mi padre por trabajo — explicó — ¿Mi acento es raro? — preguntó algo nervioso.
— Claro que no ¿Entonces hablas alemán? — pregunté curiosa.
— ¡Sí! Me sorprende que no me hayas preguntado si hablo suizo — rió.
— Pero el idioma que normalmente hablan en Suiza es el alemán ¿No? — pregunté con una ceja alzada.
— También se habla el francés, el italiano y el retorrománico — rió.
— Vale — respondí.
— Por cierto ¿Cómo te llamas? — preguntó con una dulce sonrisa.
— Camile Valentine — dije respondiendo con la misma sonrisa.
— Bonito nombre — me dijo y me sonrió aún más.
Ah, ya veo. ¡Autor hijo de «censurado»! Quieres que me ponga del lado de algún otro pretendiente para Alice, eh. ¿¡Porqué añadiste a otro personaje masculino, para empezar!?
— Buenos días, alumnos — dijo el maestro apenas entró.
— Buenos días — respondió la mayoría de la clase.
Lo que el imbécil del autor quiere es que me enamore de este nuevo personaje o algo así, pero Evan se enamore de Alice o algo así y probar la amistad de ambas o algo así, y posiblemente, muy posiblemente, también quiera arruinar la amistad entre Alice y yo ¿¡No es algo así!? Pero... No caeré en nada parecido. Los hombres aquí no son hombres potenciales a ser mis amores platónicos. No me dejaré llevar, si ese es el maldito plan.
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Editado: 28.10.2022