Vivir con el recuerdo

04

Fam.

 


 


Abrí la puerta y...

–Oh, eras tú

Yuna me miró con una sonrisa.
–Si ¿Quién más podría ser?

–Es que escuche que hablabas con alguien.

–Para nada cielo, el señor Lee no autorizó visitas, más que de nosotras, hay que sentarnos ya no tardan las chicas.

¿Señor Lee?

Hana y SeRa entraron a los pocos segundos, cada una llevaba una charola que posteriormente pusieron sobre una pequeña mesa.

–Para ti, Ju– Dijo Hana sonriendo mientras ponía una gelatina, un plato de fruta y una botella de agua.

–Gracias– Respondí tímida.

–Extrañaba tanto esto– Expresó SeRa dramáticamente, posteriormente mordió su hamburguesa. –Lamentamos no haberte traído una, pero no nos dieron autorización, ya que debes mantener el peso.

Lo olvidaba, dietas.

***
 


Terminamos de comer.

La habitación era grande, un sofá para 3 personas y otros dos pequeños para una persona, y una pequeña mesa.
Un balcón que daba vista a toda la ciudad, una cama, una tv y una mesita.
Pero falta algo; un baño.
Se supone que en los hospitales debe de haber un baño pero en este no hay nada, ni siquiera una botella.

Las chicas reían mientras contaban anécdotas pero no pude poner atención, en mi mente solo pensaba en regresar a casa, y en el porque estoy en un lugar desconocido.

–Necesito ir al baño– Dije.

–¿Quieres que te acompañe?– Respondió Yuna.

–No gracias, voy sola.

Salí y me tope con un pasillo con un par de personas, el pasillo era estrecho y largo, con trabajo podrían pasar 3 personas.
Iba cabizbaja, no quería ver a nadie ni que me hicieran preguntas que no podría responder.

¿Cómo me metí en este lugar? ¿Cuándo regresaré a casa?

El miedo que sentía por lo que podía causar era abrumador, solo quería llorar por no saber siquiera en dónde estoy, quién soy.

Mierda...

Pensé al ver que el vaso de el chico estaba en el piso.
Por estar pensando en todo eso, mi hombro pegó con el brazo de el chico que estaba bebiendo agua.

–Perdón– Dije haciendo una pequeña reverencia.

Los dramas si enseñan algo.

–No pasa nada– Dijo negando con su cabeza. –¿Has visto al señor Lee?

–¿Señor Lee?– Respondí

–Oh cierto, perdón Juliet. No recordaba que no recordabas– Dijo esto último con una tímida risa mientras su mano la tenía en el cuello

Okey, incómodo.

–Bueno, el señor Lee es el gerente de FAM, nuestra empresa.– Dijo mientras recogía el vaso.

–Entiendo.

Nos quedamos parados y en silencio en aquel pequeño pasillo por unos segundos, que para mí se hicieron eternos pero me fueron suficientes para observarlo como una acosadora.

Llevaba una gorra blancablanca, playera blanca, tenis blancos, pantalla de mezclilla clara, un reloj en su mano izquierda, y un cubrebocas negro que cubría su boca y nariz.
Solo podría ver sus ojos, eran color miel, piel blanca y por lo poco que podía ver, cabello café claro, rizado tal vez.

–Bueno, tengo que ir al baño.– Exclamé.
 


 

–Oh, está bien. Por cierto me llamo Kai.
 


 

–Nos vemos Kai.
 


 

***
 


Llegué al baño, lavé mis manos y por primera vez me miré en el espejo detalladamente.
Mi piel era blanca, como una página en blanco, en ella hay pequeños subtonos rosas. Mis ojos son grises.

No sé cuándo terminará esto, pero he estado aquí un día, esto no es un sueño, ni siquiera uno lucido.

Esto es un mundo en el que no debería estar pero que, por alguna razón estaba aquí, así que debía vivir como Juliet.
Tal vez Juliet esté en mi casa fingiendo ser yo...

Salí del baño y me dirigí a mi habitación.

Con miles de preguntas llegué al pasillo y vi a un chico, estaba de perfil viendo a SeRa.

¿Acaso es su novio?

El chico era alto, delgado de piel pálida.
Llevaba una chaqueta de mezclilla negra, pantalón negro igual de mezclilla, tenis blancos, gorra negra, cubrebocas negro, y algunos pendientes en sus orejas.

¿Su color favorito? Azul, sin dudarlo. -Nótese el sarcasmo-

SeRa notó mi presencia

–Tardaste Juli.– Dijo rápidamente.

–Si, tuve problemas al llegar.

–Entra, adentro está el Señor Lee.

–¿Uh?

–No pasa nada, lo viste antes en el camerino, necesita hablar contigo.– Dijo sonriendo.

–Esta bien.

Miré al chico, pero el mantuvo su mirada en el suelo.

¿Es alguien famoso?

Abrí la puerta, en ella se encontraba el mismo señor que estaba ese día en el camerino, en cuanto dí un paso el habló.

–Hola Juliet.

Hice una reverencia en forma de saludo.

–¿Cómo te encuentras?

–Bien...

–Asistiras a terapia para que empieces a recordar.

–Pense que sería por la supuesta depresión que padezco.

–¿Quién te dijo sobre ello?

–El doctor... el dijo que tuve una sobredosis por los antidepresivos.

El me miró.
–Todo va a estar bien Juliet.

–Eso espero...

–De todos modos, nada de lo que pasó es importante, solo debes enfocarte en cantar y en bailar, lo demás no es interesante.

–¿Perdón?

El suspiró –Tus compañeras deben ir a la empresa por sus cosas, están de vacaciones, en unas horas ellas estarán aquí.

Se despidió con una pequeña reverencia y salió.

De las pocas platicas que he tenido, está ha sido la más rara.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.