A la mañana siguiente decidí contarle a mi madre el sueño que tuve esa noche. Fue mala idea, porque de inmediato empezó a llorar, pero agradeció por la gran confianza que le tenía.
Mi hermano les comentó de la situación crítica que se avecinaba al ver que se terminaba el agua, y ellos tomaron medidas de inmediato. Papá salió de la ciudad en busca de algún lugar donde aún hubiera algo de beber, y traerlo a nosotros.
En las calles ya se notaba la presión; las personas ya empezaban a pelear y a robar de las cisternas de los vecinos. Con navajas y otras armas punzo cortantes hacían agujeros en los tinacos mientras los dueños dormían, y se llevaban lo necesario para sobrevivir un día más.
Algunos enfermaron debido a ingerir líquidos contaminados salidos del grifo, y una peste se extendió por el vecindario.
Días después por fin llegó la luz, pero las secuelas del terremoto seguían presentes aquí. Los gobernantes se escondieron tras sus mesas, viendo como su pueblo se destruía unos con otros. Nos dejaron viviendo en la miseria.
Pasaron días desde que mi padre volvió, con solo veinte litros de agua cargando en su espalda, por los que tuvo que pagar cerca de dos mil pesos. Desde entonces hemos tomado la que cae de la regadera, de la poca que sale del grifo, y mi hermano llegó a tomar incluso de la pecera. Mama llevaba dos días sin beber una sola gota, dejándola para nosotros. Pero hasta ella sabía que eso era una locura, y que debió re-hidratarse rápido.
Un día sentado en la sala vi un poco de televisión (que se encontraba maltratada y con la pantalla estrellada a causa de la sacudida del otro día) y no había algún programa bueno para entretenerme, sólo noticias por todos canales a los que cambiaba. Los anuncios de guerra eran perturbadores, los grandes países se atacaban entre sí, pero no explicaban el por qué.
Decidí escuchar música: Un poco de Adele no me haría mal. Comenzó a sonar "set fire to the rain" y el ritmo invadió mi ser; me gustaba entrar en depresión con su música, y sentirme feliz de alguna forma. Era extraño. Supongo que eso debe tener alguna explicación loca. Me imaginé como sería eso posible, prenderle fuego a la lluvia, una metáfora tan bien elaborada, que no pasaba por mi mente que pronto lo vería literalmente con mis ojos.
Un ruido de <<bip>> interrumpe mis pensamientos. El teléfono no tardó mucho en sonar hasta que levanté la bocina y contesté:
— ¿Hola? — respondí.
— Hola Mat
— Ah, eres tú Edson. ¿Qué necesitas?
— Quería saber cómo estabas. Tú madre me contó que anoche te pusiste un poco mal.
— Ah sí, pero no es nada, tranquilo, no tienes por qué preocuparte. Sólo tuve un mal sueño.
— Entiendo. Sabes que cuentas conmigo en lo que sea, ¿verdad?
— Esta bien...— respondí confuso.
— Bueno te dejó para que descanses un poco.
— Te lo agradezco mucho Eddie. Pero, ¿cómo fue que mi madre se puso en contacto contigo?
— ¡Ah!, Verás: yo llamé a tu casa para verificar si les faltaba algo, o si podía ayudarlos con alguna cosa. Mi madre ha estado preocupada por la falta de agua y como nosotros teníamos reserva de esta en dos cisternas, pensé en ti y tu familia primero, ya sabes, por aquello de los mejores amigos.
— ¡Mil gracias! — grite emocionado — mi familia te lo va a agradecer demasiado.
— Vale, no hay por qué agradecer. te dejó entonces. Te...
— Hasta luego.
Cuando le colgué el teléfono me quedé con la duda de lo que iba a decir:
<< ¿te...?>>
En la tarde estaba en la sala con mis padres y mi hermano. Limpiábamos a profundidad y pintábamos las paredes manchadas.
— ¡Y entonces metí siete goles al equipo rival, mamá! — contaba con bastante entusiasmo. — Ni siquiera los vieron venir...
— Que bueno Ale — dijo mi mamá.
No quería continuar oyendo esa plática de siempre, así que encendí la radio en las noticias donde le gustaba a mi padre. Estaba un anunció importante.
" Hoy 3 de septiembre se registró un ataque a la ciudad de Washington, los ataques van en aumento, pues el día de ayer hubo otro trágico incidente con misiles como este en la ciudad de Londres. La cantidad de fallecidos va en aumento, más de quinientos y contando.
El mundo estará en la perdición si no se resuelve esto.
A usted que está viendo esto, le digo que se prepare para cualquier cosa."
— ¡Dios mío! — gritó mi madre. — esto es muy grave. Tenemos que prepararnos con todo hijo.
— Mamá, ¿crees que es otra señal del fin de los tiempos? — preguntó mi hermano.
Por alguna razón aguanté la risa, porque el tema se me hacía muy gracioso.
— Por supuesto que sí, Alejandro — respondió mi mamá. — Es obvio que esto no es normal. Las mismas escrituras lo predijeron: "Porque se levantará nación contra nación, y reino contra reino".
Cuando dijo eso se me erizaron los bellos de los brazos y un escalofrío me recorrió el cuerpo. El pensar en la extrema coincidencia de sus frases y los hechos era escalofriante.
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Editado: 01.06.2020