Lunes por la mañana, papá salió temprano hacía la estación de seguridad de las fuerzas armadas, tenía que presentarse a su nueva asignación de mando.
Toda mi vida he naufragado por los continentes, ahora heme aquí en la ciudad de Nueva York. Mi madre murió cuando tenía 12 años, su causa de muerte fue el cáncer.
Crecí con un padre protegiendo a la nación y una madre postrada en cama.
Por lo que me convierte en hija única, al lado de un padre que mantiene un luto de casi siete años. Su amor fue tan significativo y especial que no lo compararía.
Durante el periodo de mi vida, sufrí de problemas físicos y emocionales, esos que hasta la fecha, me dificultan. No soy muy buena interactuando con los demás, por lo que suelo encerrarme en mi pequeña burbuja.
Siempre llevo capucha negra y mi cabello desarreglado en la cara, es decir, soy la emo de las escuelas. Me estoy ahorrando el hecho de despedirme de las personas, evito aquellas relaciones amorosas para no hacerme más daño, o que terminen sufriendo por mi culpa.
El tener esta barrera, me permite no sufrir en su perdida. Me excuso porque mi madre tuvo una vida muy corta, prometí ante su tumba, que jamás lloraría por alguien. Acepte ese final que tarde o temprano llegara a nosotros. El significado que le doy a la vida es diferente a los demás.
Durante estos 7 años he visitado psicólogos, psicoterapeutas, nutriólogos, infinidad de doctores, soy una carga para mi padre, que tarde o temprano depositara en la basura. Así como él cometió el error de dejar a mi madre a su merced, eso jamás se lo perdonaré.
Hoy comienzo una nueva vida, una innovación como mencionó mi doctor, tengo que aprender a convivir, cosa que no haré. Mes tras mes papá llega con actitud positiva, tomamos las maletas y nos largamos de la ciudad. Termino siendo la chica náufraga de todas las instituciones, esta no será diferente a las demás, es cuestión de tiempo para marcharme de esta.
—Buenos días Aisha —menciona una voz varonil.
Él es Ben, es un ex compañero de mi padre, desde que perdió a su familia mientras estaba en combate, decidió retirarse de las fuerzas armadas. Estaba pasando por momentos muy difíciles, por lo que mi padre le ofreció empleo cuidándome, aunque Ben no lo ve de esa forma.
Desde que sabe de mis ataques depresivos y todo mi historial, no me quita un ojo de encima. Es más estricto que mi propio padre.
—Buenos días Ben —digo con pocas ganas.
—Me ordenó tu padre llevarte a la escuela y hablar con tu director para asignarte el mejor tutor y consejero —informa llevándose un trozo de fruta a la boca.
— ¿Desde cuándo dejas que papá te ordene? —Muerdo de mi emparedado. Al notar su error, carraspea su garganta continuando con su habla.
—Quise decir, me rogó, me imploró que te llevara —bromea.
—Es increíble como después de años siguen juntos.
—La familia de mi amigo siempre he de proteger, es un juramento que hicimos cuando éramos jóvenes soldados.
—Vaya, ya hace cuantos años de eso. Cada día te veo una pata de gallo más.
— ¿Qué? ¡No puede ser! —Lloriquea viéndose al espejo—. ¡No bromees conmigo jovencita! Puede que no sea hermano de su padre pero soy su tío y merezco respeto.
—Sí, si como digas —ruedo mis ojos molesta.
Ben tomo mi mano antes de continuar. — Entiendo que no te sientas bien al cambiar de institución, pero confía en mí, está seguro es la última.
—Eso dijiste de las otras tres —me pongo de pie molesta—. Se hace tarde, te espero en el auto.
Odio que mientan, que intenten pintar mi mundo color rosa cuando no es lo correcto. Ya no soy una niña que necesita que le crean ilusiones.
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Narrador omnisciente.
— ¡Buen día mamá! —Saluda Ezra a sus padres.
—Cariño —besa su mejilla—, aquí está tu desayuno.
—Gracias mamá —contesta incorporándose en la mesa.
—Listo para tu último año —deleita feliz el señor Foster.
—Por supuesto padre, tengo que llevar en alto el nombre de la institución, como consejero y jefe del servicio estudiantil, culminaré sin problema.
— ¡Así se habla hijo!
—Ya, ya, ya no es necesario que te esfuerces cariño.
—No te preocupes por mi mamá, se cómo controlar todo esto —alude con una sonrisa.
—Confía en él mujer —toma su mano con delicadeza.
—Está bien —su incomodad fue rota al escuchar el claxon de un automóvil.
— ¡Oh! Es Elián y Kilian —Ezra se pone de pie tomando su mochila y despidiéndose de sus padres.
La madre de Ezra estaba preocupada de la presencia seguida de la enfermedad. Este año podría complicarse, por lo que debían estar alertas.
— ¡Apresúrate jefe, llegaremos tarde al recibimiento de las nuevas mujeres! —Exclama Kilian haciendo un movimiento de brazos.
—No puedo creer que solo te importe eso Kilian —gruñe Elián.
—Para payasito, que después andarás rogándome que te consiga novia.
— ¡Ya paren de pelear! —Sube al auto Ezra.
— ¿Cómo no pelear con este playboy sexy? —Cruza sus brazos.
— Podría ser el playboy sexy, pero Ezra es al que más desean. Ese puesto jamás se le arrebatara —golpea el hombro de este.
—Para de fanfarronear y conduce Kilian.
— También te extrañe idiota —aprieta el cuello de Ezra pegándolo a su pecho.
— ¡Oigan! Yo también quiero ser parte de ese abrazo —lloriquea Elián presionando a ambos.
Pese a sus pelas e insultos, los tres no podían dejar de darse cariño. Estaban listos para iniciar con la gran pila de emociones que los esperaba.
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—Con que este es mi instituto —menciona Aisha observando con decepción.
—Uno de los mejores —continúa Ben.
—Como sea, solo estaré por un tiempo aquí —respira hondo.
—Solo dale una sonrisa positiva a esta escuela, haz amigos y diviértete, subiré a dirección para arreglar los asuntos que me pidió tu padre, puedes buscar tu aula —Ben estiró su mano entregándole un pequeño papel que tenía dos cifras de números.
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Editado: 20.07.2020