Voluntades Robadas

SUJETO NÚMERO DOS (Parte II)

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Y aquí estaba yo. Agobiado de calor. Muerto de calor, sudando como un perro y observando un condenado ventilador colgado en el techo dando vueltas sin parar. Dudando de si mi sed era justificación suficiente para hacer el considerable esfuerzo que necesitaba con el propósito de conseguir la botella de agua.

"Hoy es Martes y la señora Perkins estará a punto de llegar", pensé. "Igual merecería la pena esperar un poco porque no creo que esa bruja tarde mucho".

Los martes y los jueves venía durante unas tres horas al día la señora Perkins, la asistente social de enfermería. Tenía unos sesenta años de edad y la había puesto el gobierno a mi disposición. Entre sus tareas designadas figuraba las de ayudarme a duchar, lavar y preparar la ropa, así como hacer la comida para que me intentara durar el resto de la semana. Era una cascarrabias pero en el fondo estaba hecha de buena pasta.

De hecho, la señora Perkins resultó ser la única visita que tenía en mi miserable vida. Bueno, la señora Perkins y mi vecino adolescente, gordo y friki de los ordenadores y de las videoconsolas con el nombre de Bobby que vivía en una de las casas situadas en la acera de enfrente.

Me incorporé en la cama y estiré el brazo con la intención de procurar sujetarme a una agarradera de la silla de ruedas; sin embargo, se encontraba lo suficientemente lejos como para no conseguir alcanzarla. Si me estiraba demasiado, caería de cabeza de la cama y me daría de bruces contra el suelo, y esto sí que sería un problema de los gordos. Al final me resigné y decidí soltar cuatro tacos en voz alta. No tuve otra opción que en un acto de sumisión esperar pacientemente a que viniera aquella condenada mujer.

Los minutos transcurrían y poco a poco la somnolencia se iba apoderando de mí.

En un momento dado cerré durante un instante los ojos y escuché el ruido de la puerta.

"Por fin, ya era hora", pensé.

─ ¿Señora Perkins?. ¡Estoy en el dormitorio!. ¡Venga ahora mismo por favor que necesito su ayuda! ─grité bien alto tratando de que se me oyera en condiciones.

Comencé a oír unos pasos que venían hacia mi dormitorio y me percaté de que las zancadas no eran de una única persona, sino que se trataba cómo mínimo de un par de ellas. Empecé a inquietarme y a ponerme muy nervioso.

"¡Mierda!. Además de la botella de agua no he cogido la pistola".

Normalmente dormía con mi Colt 45 debajo de la almohada por pura protección. El peligro de un robo en la casa era de una probabilidad a tener en cuenta dadas las circunstancias. Con mi discapacidad, no podía defenderme correctamente. La mejor opción era sin lugar a dudas tener siempre a mano una pistola como si viviera en el Viejo Oeste. Pero aquella noche tampoco la había cogido, y eso me dejaba en una posición de total desventaja ante cualquier percance que pudiera tener.

Al abrirse la puerta, aparecieron dos hombres impecablemente trajeados. Eran más o menos de mediana edad. Uno de ellos iba muy repeinado y se notaba que debía de tener mucha pasta por la calidad del traje que vestía. El otro estaba rapado al cero, con cara de muy pocos amigos y de complexión fuerte.

─ ¿Señor Scott?, ¿o prefiere que le llamemos sargento Scott?. Vimos que la puerta estaba abierta y optamos por pasar ─justificó el hombre engominado acercándose a mí mientras el rapado permanecía de pie detrás de él mirándome con su agria cara.

─ ¿Quién coño sois vosotros y qué hacéis en mi casa? ─contesté muy inquieto.

─ ¡Tranquilícese señor Scott!. ¡No venimos a hacerle ningún tipo de daño!. Permítame que nos presentemos. Yo me llamo Blum Hadock y trabajo para BakerB Industries. Este señor que ve detrás mío es mi ayudante Arcan. ¿Ha escuchado alguna vez el nombre de BakerB Industries?.

Arcan movió la cabeza realizando un gesto de saludo.

─ Sí. Claro que conozco su empresa. A ti te he visto en la tele alguna vez. De hecho, entre otras cosas sois los principales suministradores de chips militares para el ejército americano. ¿Me podéis decir qué queréis de mí? ─cambiando la mirada hacia Arcan añadí a continuación.

─ ¡Así que Arcan!, ¿eh?. ¿De dónde eres Arcan?. Apostaría cincuenta pavos a que eres de origen balcánico, más exactamente albano-kosovar o algo así. ¿Quizás de la UCK?. Lo digo por la cara de hijo de perra que tienes. Conocí a muchos con esa expresión de odio infinito tatuada en el rostro sin ningún tipo de escrúpulos en el frente yugoslavo.

Al tal Arcan se le cambió el semblante al instante. El insulto que le acababa de dedicar no le había hecho ni pizca de gracia; sin embargo en vez de alterarse, contestó en tono tranquilo.

─ Sí soy de esa zona. El lugar exacto no es asunto suyo; no obstante diré que yo también he conocido a algunos como usted sargento Scott. Además, he de añadir que por aquella época me cepillé a unos cuantos con mi rifle Dragunov.

Blum Hadock se dio cuenta de que la situación se le podía desmadrar demasiado y nos interrumpió bruscamente a los dos.

─ Bueno. ¡Tranquilidad señores!. No hemos venido hasta aquí para discutir de historia ni para pelearnos. Hemos venido para hablar de usted señor Scott. Mi empresa tiene una proposición muy interesante que ofrecerle.

─ ¿Una proposición?. ¿A mí?. ¿De qué coño se trata exactamente?. ¡Espera!. Antes acércame esa botella de agua que llevo más de una hora intentando beber un trago.

─ ¿Cómo dice?. ¿La botella?, ¡Ah sí!, ¡Claro!. Tome ─dijo Hadock alcanzándomela al instante. A continuación el elegante hombre se aclaró la garganta con un breve carraspeo y continuó hablando.

─ Señor Scott, o sargento Scott. Como bien sabemos todos usted ha sido gravemente herido a causa de una explosión en la espalda a la altura de los lumbares provocándole una escisión total de la médula espinal y cuyo resultado final ha sido el de una parálisis total del cuerpo desde ese punto hasta abajo. Hemos venido a visitarle para proponerle formar parte del apasionante y vanguardista ensayo autorizado por la FDA del microchip BB-500 que ha desarrollado BakerB Industries, en el que encontrará sin lugar a dudas incalculables ventajas, como por ejemplo la de volver a caminar.



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En el texto hay: ciencia, amor, ambición

Editado: 21.05.2018

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